jueves, 6 de noviembre de 2008

LA CARTILLA DEL GUARDIA CIVIL

Continuando con los documentos que han sido parte de la formación axiológica de las fuerzas de policía, no se puede dejar de presentar la Cartilla del Guardia Civil, misma que fue creada por el ilustre primer comandante de la Guardia Civil Gral. D. Francisco Javier Girón y Ezpeleta Las Casas y Enrile Duque de Ahumada. Fue ese documento el que forjo incontables generaciones de guardias civiles, en México nunca contamos por desgracia de un antecedente de tal importancia, por eso consideramos incluirlo como parte del pensamiento universal de las ideas sobre la formación y actuación de la policía. He aquí el mencionado documento:

CARTILLA DEL GUARDIA CIVIL REAL ORDEN DE 29 DE JULIO DE 1852

EL CAPÍTULO I

PREVENCIONES GENERALES LA OBLIGACIÓN DEL GUARDIA CIVIL

Artículo 1.° El honor, ha de ser la principal divisa del Guardia Civil; debe por consiguiente conservarlo sin mancha. Una vez perdido no se recobra jamás.

Artículo 2.° El mayor prestigio y fuerza moral del Cuerpo es su primer elemento; y asegurar la moralidad de sus individuos la base fundamental de la existencia de esta institución.

Artículo 3.° El Guardia Civil por su compostura, aseo, circunspección, buenos modales y reconocida honradez, ha de ser siempre un dechado de moralidad.

Artículo 4.° Las vejaciones, las malas palabras, los malos modos y acciones bruscas, jamás deberá usarlas ningún individuo que vista el honroso uniforme de este Cuerpo.

Artículo 5.° Siempre fiel á su deber, sereno en el peligro y desempeñando sus funciones con dignidad, prudencia y firmeza, el Guardia Civil, será más respetado que el que con amenazas sólo consigue malquistarse con todos.

Escuadra de Guardias Civiles

Artículo 6.° El Guardia Civil debe ser prudente sin debilidad, firme sin violencia y político sin bajeza. No debe ser temido sino de los malhechores, ni temible sino á los enemigos del orden.

Artículo 7.° Sus primeras armas deben ser la persuasión y la fuerza moral, recurriendo á las que lleve consigo, sólo cuando se vea ofendido con otras ó sus palabras no hayan bastado. En este caso dejará siempre bien puesto el honor de las armas que la Reina le ha confiado.

Artículo 8.º Será siempre un pronóstico feliz para el afligido, infundiendo la confianza de que á su presentación, el que se vea cercado de asesinos, se crea libre de ellos; el que tenga su casa presa de las llamas considere el incendio apagado; el que vea su hijo arrastrado por la corriente de las aguas, lo crea salvado; y por último, siempre debe velar por la propiedad y seguridad de todos.

Artículo 9.° Cuando tenga la suerte de prestar algún servicio importante, si el agradecimiento le ofrece alguna retribución, nunca debe admitirla. El Guardia Civil no hace más que cumplir con su deber, y si algo le es permitido esperar de aquel á quien ha favorecido, es sólo un recuerdo de gratitud. Este noble desinterés le llenará de orgullo, pues su fin no ha de ser otro que captarse el aprecio de todos, y en especial la estimación de sus jefes, allanándole el camino para sus ascensos tan digno proceder.

Artículo 10.° Deberá estar muy engreído de su posición, y aunque no esté de servicio jamás debe reunirse con malas compañías, ni entregarse á diversión es impropias de la gravedad que debe caracterizar al Cuerpo.

Artículo 11.° El Guardia Civil, lo mismo en la capital de Monarquía que en el despoblado más solitario, no deberá salir nunca de la casa-cuartel sin haberse afeitado, lo cual hará lo menos tres veces por semana; llevará siempre el pelo corto, la cara y las manos lavadas, las uñas bien cortadas y limpias, el vestuario muy aseado y el calzado perfectamente lustroso.


Revista de Guardias Civiles

Artículo 12.° Lo bien colocado de sus prendas y el aseo en el todo su persona, han de contribuir en gran parte á granjearle consideración pública.

Artículo 13. El decoro del Cuerpo exige que no se usen otras prendas que las de uniforme, sin la menor falta de botones ó corchetes; pues cada Guardia ha de ser un tipo de compostura y aseo. El desaliño en el vestir infunde desprecio.

Artículo 14. Al encontrarse el Guardia Civil algún amigo ó camarada á quien haya de saludar, lo hará cortésmente, sin gritos ni ademanes descompuestos; siempre se valdrá para ello sus propios nombres ó apellidos, no usando jamás de apodos ó motes, que tan poco favor hacen á quien los emplea.

Artículo 15. Nunca se entregará por los caminos á cantares ni á distracciones impropias del carácter y posición que ocupa; su silencio y seriedad deben imponer más que sus armas.

Artículo 16. Será muy atento con todos; en la calle cederá la derecha, no sólo á los jefes militares, sino también á las Justicias de los pueblos donde esté, á todas las Autoridades en cualquiera carrera del Estado, y por lo general á toda persona portada, y en especial á las señoras; lo que será una muestra de subordinación para unos, de atención para otros y de buena crianza para todos.

Dibujo de un pequeño, opinando sobre la Guardia Civil

Artículo 18. Ha de procurar juntarse generalmente con sus compañeros, y fomentar la estrecha amistad y unión que debe haber entre los individuos del Cuerpo, aunque también podrá hacerlo con aquellos vecinos de los pueblos que por su moral y buenas costumbres deben ser apreciados y considerados en el que estuvieren.

Artículo 19. No entrará en ninguna habitación sin llamar anticipadamente á la puerta y pedir la venia para entrar, valiéndose para ello de las voces ¿da V., permiso? ú otras equivalentes; olvidándose absolutamente de la denominación de patrón ó patrona, que comúnmente suelen usar todos los soldados. Cuando le concedan entrar, lo hará con el sombrero en la mano y lo tendrá en ella hasta después de salir.

Artículo 20. Cuando tenga que cumplir con las obligaciones que le impone el servicio peculiar del instituto á que pertenece y sus Reglamentos, de exigir la presentación de pasaportes, disipar algún grupo, hacer despejar algún establecimiento, ó impedir la entrada en él, lo hará siempre anteponiendo las expresiones de «haga V., el favor ó tenga V., la bondad.» Cuando sean oficiales ó jefes del Ejército, ú otras personas de categoría, lo verificará además dándoles el tratamiento y haciéndoles el saludo que les corresponda por sus insignias.

Artículo 23. Para llenar cumplidamente su deber, procurará conocer muy á fondo y tener anotados los nombres de aquellas personas que por su modo de vivir en la holganza, por presentarse con lujo sin que se les conozcan bienes de fortuna, y por sus vicios, causen sospechas en las poblaciones.

Himno de la Guardia Civil

Artículo 25. Observará á los que sin motivo conocido hacen frecuentes salidas de su domicilio, y vigilará á los sujetos que se hallen en este caso, reconociendo sus pasaportes, para cerciorarse de su autenticidad; y en el caso de tener noticia de la perpetración de algún delito, tratará de averiguar por todos los medios posibles dónde estuvieron dichos personas en el día y hora en que se cometió. Practicando estas indagaciones con el detenimiento y minucioso examen que tan delicado asunto requiere, tal vez no se cometerá un crimen cuyos autores no sean descubiertos.

Artículo 26. Por ningún caso allanará la casa de ningún particular sin su previo permiso. Si no lo diese para reconocerla, el Guardia Civil enviará á pedir al Alcalde su beneplácito para verificarlo, manteniendo en tanto la debida vigilancia á las puertas, ventanas y tejados por donde pueda escaparse la persona que se persiga.

Agentes de la Guardia Civil durante

un operativo antiterrorista

Artículo 27. Se abstendrá cuidadosamente de acercarse nunca á escuchar las conversaciones de las personas que estén hablando en las calles, plazas, tiendas ó casas particulares, porque ésto sería un servicio de espionaje, ajeno de su instituto; sin que por ello deje de procurar adquirirse noticias, y de hacer uso de lo que pueda serle útil para el mejor desempeño de las obligaciones que el servicio del Cuerpo le impone.

Artículo 28. Será siempre obligación del Guardia Civil perseguir y capturar á todos los infractores de las leyes, y en especial á los asesinos, ladrones, á cualquiera que hiriese á otro, y evitar las riñas.

Artículo 30. No tiene la Guardia Civil inmediata dependencia de las Justicias de los pueblos en que hay puestos establecidos; mas si por los Alcaldes ó cualquiera Juez de primera instancia se requiriese su auxilio para cualquiera función del servicio, se lo prestarán con sujeción al Reglamento.

Artículo 3l. La Guardia Civil no tiene autoridad para llamar á su presencia ni reprender á las Justicias de los pueblos; pero si los guardias observasen alguna falta en su comportamiento, ó conociesen que los Alcaldes, desentendiéndose de su sagrada obligación, son causa de experimentarse en el país ó en el servicio de S.M., males que pudieran evitarse, sin perder momento lo pondrán en conocimiento de sus respectivos jefes, para que llegado por su conducto á noticia del Gobernador de la Provincia, adopte las medidas que crea convenientes; y cuando la urgencia del caso lo requiera, lo harán directamente á dicho Gobernador.

Artículo 32. Los individuos de la Guardia Civil, considerados siempre de servicio, para el mejor desempeño de éste, sabrán de memoria los Reglamentos y Cartilla, que llevarán constantemente consigo, así como la credencial expedida por el Gobernador de la Provincia para acreditar la identidad de su persona y en los casos convenientes mostrarla.

Artículo 33. Irán también provistos siempre de tintero y papel para hacer sus apuntaciones, y de los cuadernos de requisitorias y señas de los criminales á quienes se persiga por la ley, para procurar su captura.

Artículo 34. La reserva y el secreto en las confidencias que reciba, debe ser profunda en el Guardia Civil; de este modo se conseguirá la confianza y el descanso de las personas que las hagan, cuyos nombres nunca podrá revelar. Las faltas de sigilo que se cometan en este particular, serán castigadas con todo rigor.

CAPÍTULO II SERVICIO EN LOS CAMINOS

Artículo 1.° El Guardia Civil, cuando se halle destinado al servicio de los caminos reales ó carreteras, los recorrerá frecuentemente y con mucha detención, reconociendo á derecha é izquierda de los parajes que ofrezcan facilidad de ocultar alguna gente sospechosa.

Artículo 2.º Las parejas que hayan de prestar este servicio, caminarán á diez ó doce pasos de distancia un hombre de otro, para evitar ser ambos en ningún caso sorprendidos á la vez, y á fin de que puedan protegerse mutuamente.

Ilustración de pareja de Guardias Civiles en servicio de vigilancia rural en ivierno finales del siglo XIX, inicios del XX

Artículo 3.° Procurarán informarse de los labradores, transeúntes, y muy particularmente de los pastores, si han visto ó llegado á sus hatos alguien, que por su persona ó mala traza inspire desconfianza.

Artículo 4.º Cuando haya indicios de que en el término de la demarcación de un puesto se abrigan algunos malhechores, se harán frecuentes salidas por parejas, especialmente por las noches, reconociendo los hatos, ganaderías, casas de campo y ventorrillos, si los hubiese; verificándolo siempre con la debida precaución, y marchando siempre con la mayor vigilancia.

Artículo 5.° Debe tenerse siempre presente que desde las dos ó las tres de la madrugada, hasta la salida del sol, y desde las cinco ó las seis de la tarde hasta dos horas después de anochecido, es cuando se cometen la mayor parte de los crímenes; por consiguiente, á estas horas deben procurar aparecer las parejas del Cuerpo en los sitios sospechosos.

Artículo 6.° La experiencia ha demostrado que desde la instalación de la Guardia Civil, cuando los criminales tratan de hacer robo se ponen de acuerdo varios de distintos domicilios. Por ésto debe redoblarse la vigilancia sobre ellos y las pesquisas para la averiguación de su paradero, procurando á toda costa descubrimiento y captura.

Artículo 7.° No sólo debe la Guardia Civil averiguar el paradero los ladrones que hubiesen cometido un robo, sino también el los efectos robados, así como las personas que los pudiesen haber adquirido, bien sean alhajas, ropas, productos del campo, caballerías ó ganado de otra especie.

Artículo 8.° Procurarán no guardar nunca las parejas un orden periódico en sus salidas y movimientos, para de este modo tener en continua alarma á los criminales.

Artículo 9.° A las horas que los correos y las diligencias acostumbran á cruzar por el terreno de su demarcación, deberán estar sobre el camino, especialmente por la noche, pues con esta precaución se contrarían los planes de los criminales, sin que el Guardia Civil de caballería tenga que correr escoltando los carruajes, lo que estropearía é inutilizaría sin ventaja su caballo.

Artículo 13. El Guardia Civil, en sus correrías y patrullas por los pueblos ó término de la demarcación de su Puesto, deberá cuidar por regla general, de volver por distinto camino del que llevó á su salida, á fin de examinar más extensión de terreno.

Artículo 14. Siempre que en el curso de sus patrullas encontrare algún carruaje ó carro volcado, ó caballería caída, como no vaya á un servicio determinado en el que por la detención resulte perjuicio, ayudará á los dueños á levantarlos; lo mismo que en cualquiera otra necesidad que observase en los viajeros, les prestará cuantos auxilios necesiten y estén á su alcance.

Artículo 15. Igualmente cuando el Guardia Civil en el curso de su servicio encontrare algún viajero perdido, le enseñará el camino del punto á que se dirija, en especial si fuese de noche ó en días de nieve ó tormenta, en que es más fatal á los caminantes su extravío.

Artículo 16. Siempre que en los caminos y campos hallase alguna caballería suelta ó ganado descarriado, ó cualquiera efecto perdido, procurará recogerlo, presentándolo á la autoridad local del pueblo más inmediato, y si tuviese indicios de la persona á quien pudiese pertenecer, se lo entregará directamente.

Artículo 1.° Además de los auxilios que quedan expresados en el capítulo precedente, y que debe prestar el Guardia Civil en los caminos, campos y despoblados, es obligación suya contribuir á cortar los incendios y velar en todas partes por la seguridad de las personas y conservación de las propiedades.

Paso ligero

Artículo 2.° Cuando en las poblaciones ocurra algún incendio, principalmente en las de corto vecindario, ó en las casas de campo, en que generalmente se carece de los recursos que el arte proporciona en las capitales, hay por lo común un aturdimiento general, que exige muy particularmente que la Guardia Civil se presente al momento en el sitio de la desgracia, y por lo tanto debe hacerlo tan pronto como tenga noticia de ella.

Artículo 3.° Su primer deber en estos casos es prestar cuantos auxilios estén á su alcance, protegiendo á las personas y propiedades, asegurando los intereses de aquellas, para lo que evitará se introduzcan en la casa ó edificio incendiado, otras personas que las que los dueños y autoridades designen, ya como operarios, ya para extraer efectos en caso de necesidad.

Artículo 4º Cuidará especialmente de evitar toda confusión y desorden muy propios en estos casos, á cuya sombra se cometen no pocos excesos, por sujetos de mala intención, que con pretexto de auxiliar y ayudar á cortar el incendio, se presentan con el sólo el fin de robar, aprovechándose del aturdimiento general, y ésto es lo que debe impedir el Guardia Civil á toda costa.

Artículo 5° Cooperará en cuanto sea posible, en unión de los operarios y demás personas que acudan, á sofocar el incendio, principalmente en las poblaciones de poco vecindario y en casas de campo; procurando siempre dar ejemplo con su arrojo, serenidad y buenas disposiciones.

Artículo 6° Si á su presentación en el sitio de la desgracia, entrase en él alguna autoridad, se pondrá desde luego á sus órdenes, y si ésta aún no hubiese llegado, deberá darla el oportuno aviso, tomando entretanto las medidas necesarias para evitar la confusión y desorden, y poner en seguridad los efectos se puedan libertar de ser presa de las llamas, y conseguir la extinción del incendio.

Artículo 7.° En las inundaciones, terremotos, huracanes, temblores de tierra y tempestades, deberá la Guardia Civil proceder con igual celo, para prestar los auxilios que quedan prevenidos para los incendios, cuidando de recoger los efectos que arrastren las aguas para presentarlos á la autoridad del pueblo más inmediato, por cuyo conducto los recogerán sus dueños.

Artículo 8° Como una de sus principales obligaciones considerará siempre el Guardia Civil, la conservación de los montes y arbolados, así como la de los bosques del Estado y de particulares, que tan recomendada está por repetidas Reales órdenes, y cuidará por consiguiente con el mayor esmero, de evitar los cortes, descepes y mutilación de los árboles, como igualmente que no se extraigan furtivamente los caídos ó detenidos, por haber sido cortados sin autorización.

Artículo 9º Es asimismo obligación del Guardia Civil, vigilar que los árboles que se hallan en los caminos se respeten y no se toquen ni maltraten por los transeúntes, ni otra persona alguna, sin la debida autorización para ello de los Ayuntamientos ó personas á quienes pertenezcan.

Artículo 10º. Es costumbre, por desgracia introducida, que árboles frutales y viñedos, en especial los que se encuentran en las inmediaciones de los caminos, sean asaltados por los que pasan junto á ellos, y cuidará el Guardia Civil muy particularmente de evitar estos daños, haciendo que se respete la propiedad.

Artículo 11. A cualquiera persona que se encontrase haciendo el menor daño en objetos tan interesantes, en lo que más atacada se encuentra la propiedad, se le detendrá y denunciará á la autoridad competente, así como lo serán también los dueños de las caballerías sueltas y ganados que se encuentren causando daño en los campos y sembrados.

Artículo 12. Asimismo celará el Guardia Civil que en los olivares y viñedos, so pretexto de rebusca del fruto ó de extraer yerbas ó leñas, no se introduzca persona alguna que no vaya autorizada por sus dueños, cuya prevención se tendrá muy presente también para las rastrojeras, á fin de que no paste en ellas ningún ganado sin tener dicha autorización. El abuso ó libertad que observe en esta parte lo denunciará á la autoridad, con la presentación de personas ó caballerías, para que corrija, por medio de sus providencias, tan graves perjuicios á los propietarios.

Artículo 13. Igualmente cuidará el Guardia Civil que los dueños de los palomares cumplan la obligación que tienen de cerrarlos en octubre y noviembre para evitar el daño que las palomas causarían á las sementeras, y por la misma causa respecto á la recolección desde el 15 de junio al 15 de agosto deben también cerrarse, si bien estas épocas sufren alteración según los climas, á juicio de las autoridades.


El Papa luciendo el tradicional tricornio
de la "Benemerita"

domingo, 7 de septiembre de 2008

LOS NUEVE PRINCIPIOS DE SIR ROBERT PEEL SOBRE LA POLICIA Y SUS FUNCIONES 1829


1.- La básica misión por la cual la policía existe es prevenir el crimen y el desorden.
2.- La habilidad de la policía para efectuar sus deberes, depende de la aprobación de las acciones policíacas por la sociedad.
3.- El grado asegurado de cooperación de los gobernados disminuye proporcionalmente la necesidad del uso de la fuerza
4. La Policía debe asegurar la cooperación de los gobernados, para que voluntariamente obedezcan la Ley con objeto de asegurar y mantener el respeto de la misma.
5.- Cuando se asegura la cooperación de los gobernados disminuye proporcionalmente la necesidad del uso de la fuerza.
6.- La Policía busca preservar el favor de los gobernados, no cultivando la opinión pública, sino constantemente demostrando un absoluto e imparcial servicio a la sociedad
7.- La Policía en todo momento debe mantener una relación con los gobernados que haga realidad la tradición histórica, que señala que la policía son los gobernados y los gobernados es la policía. El ente policial debe estar compuesto de individuos de tiempo completo a cargo de deberes que son a favor de todos los gobernados.
8.- La Policía debe dirigir estrictamente sus acciones haciendo uso de sus funciones y nunca llegar a usurpar los poderes de los tribunales.
9.- La prueba de la eficiencia de la Policía es la ausencia del crimen o desorden, no la visible evidencia de la acción policíaca combatiéndolas
(Traducción y versión de Alejandro Monzón)

LA DEMOCRACIA, LA POLICIA Y LA SEGURIDAD COMUNITARIA

No ha sido hasta la reciente experiencia de gobiernos de democráticos, que el problema policial surge como una necesidad de programa de gobierno inmediato en México, de un asunto que históricamente fue acaparado por mentes conservadoras, cuando no por cerebros verdaderamente iletrados (Durazo dixit). Sin embargo el análisis y debate todavía no ha sido desarrollado en toda la amplitud, que debe merecer esta cuestión, por gobiernos habituados a plantear alternativas en otros ámbitos como la educación, salud y empleo, cuando hoy debe afrontar la preocupación de los gobernados, justificada por el incremento de la inseguridad y de la percepción de la inseguridad, si no quiere seguir dejando este importante bastión social en las mismas manos que han producido el desastre que es la seguridad pública hoy por hoy.

Es preocupante ver que la estructura policial se mantiene casi intacta, pese a la larga historia de abuso y corrupción que las corporaciones policíacas detentan. No negamos por supuesto que debe existir un régimen interno que propicie la disciplina, que la jerarquía adquirida por un justo y educado escalafón, es un elemento que le da operatividad a la acción policíaca, en fin las cosas que son parte de la institución desde que Sir Robert Peel formulara sus nueve principios en 1829, que dieron vida a la policía en una sociedad democrática, iniciando la Policía de Londres. Sino a las estructuras mafiosas de poder extralegal en las corporaciones policíacas. Sabemos que existen y actúan, que los códigos de silencio siguen vigentes en la subcultura policíaca, callar, no discutir los asuntos del interior, saldar las cuentas como un asunto de “familia”, depender del jefe superior mas que de la institución, ser “dueños” de la esquina, la patrulla (bueno estas son mas bien “rentadas”), el barrio, el sector, la delegación y finalmente la corporación toda. Frente a las disposiciones legales de carácter positivo, se levanta un muro de acuerdos informales que poseen más vigencia que el Estado de Derecho. El gobernado no será un experto en ciencias sociales, administrativas o penales, pero le consta que la policía sigue siendo la misma, su percepción esta basada en la experiencia, es como aquel viejo refrán de los buenos ingenieros, “se puede engañar a cualquiera menos al agua, esta siempre encuentra su cauce”, pues bien, se puede engañar a cualquiera menos al gobernado, a diario mira y es golpeado por la corriente de corrupción, relación policía-delincuencia, informalismo (mordida, ser “dueño” del cargo, etc.) y hasta piratería policial (que son entonces las no existentes madrinas, sino policías piratas, falsificados de una u otra forma como discos compactos)

No ha sido planteada con verdadero énfasis la reforma policíaca mas importante, el pleno reconocimiento del estatuto laboral de estos uniformados, es decir su reconocimiento simplemente como personas que venden su fuerza de trabajo y que tienen derechos laborales, nada ayudaría mas a la superación de viejos vicios extralegales que reconocer el derecho de estos trabajadores. Examinar ampliamente la gama de los derechos laborales y sociales de los uniformados, suprimir las jornadas laborales que convierten a un trabajador en una piltrafa en un par de lustros, vigilar las condiciones de higiene y seguridad del trabajo, representar en fin frente a la patronal, los derechos de los policías cambiaría las relaciones de poder al interior de las corporaciones, eliminando las no existentes hermandades, pero restándoles cotos de poder, ahora abiertos a la fiscalización pública y de los propios trabajadores. Para ejemplos baste lo ocurrido con el Cuerpo Nacional de Policía de España, la Ertzaintza del País Vasco, la Policía Foral de Navarra, los Mossos d’scuadra de Cataluña, toda la policía norteamericana donde existe incluso el derecho a la sindicalización, pero nunca se ha oído de suspensión de labores, pues la ley señala el alcance de los derechos laborales, pero limita la suspensión de labores. Formas hay, se requiere empezar a discutirlas.

En un país federal se habla poco de descentralización de servicios de policía, lo que se denomina como federal parece un dogma inmutable ¿Por qué no se traslada la responsabilidad de vigilar las carreteras federales a los gobiernos de los estados? ¿Por qué no se pone bajo el control de los gobiernos de los estados los destacamentos de la ex Policía Federal de Caminos, ahora Coordinación de Seguridad Regional de la Policía Federal Preventiva? ¿Ejemplos? Otra vez España para ser repetitivos, Galicia pare ser específicos y nuestro socio comercial principal que sostiene la política que aun siendo carreteras federales (US Highway, Interstate) estas se encuentran a cargo de los estados. Los que concibieron a la PFP parece que lo hicieron pensando que era dios, tres personas y un solo dios verdadero, pues en ese proyecto conviven la señalada Coordinación de Seguridad Regional que no es otra cosa que la antigua Policía Federal de Caminos, que aun con su histórico desprestigio es la policía preventiva mas preparada, el ejercito por conducto de la Coordinación de Fuerzas Federales de Apoyo y el operativo del Cisen en la Coordinación de Inteligencia para la Prevención. Si esto es bueno no se sabe aun, lo que si es cierto es que la militarización de la seguridad pública se va replegando cada día mas en el mundo y aquí vuelvo con los ejemplos, el proceso iniciado entre la Gendarmería Francesa, (que es el origen del modelo militar de policía) y la Policía Nacional, la posible unificación de la Guardia Civil española y el Cuerpo Nacional de Policía, la desaparición de la Guardia Nacional en El Salvador y la instauración de una Policía Nacional Civil, la desaparición de la Policía Militar Ambulante en Guatemala y la creación siguiendo el ejemplo salvadoreño de la Policía Nacional Civil en nuestro vecino del sur, la Policía Civil en Costa Rica, que refrenda no solo el ya extinto ejercito sino cualquier otra forma que bajo el nombre de Guardia Nacional permita la persistencia de una cultura militarista en la seguridad pública, la creación del nivel ejecutivo de la Policía Nacional de Colombia, etc. Aquí en México tenemos desafortunadamente el impulso de una imagen militarizada, piensan los torpes estrategas que creen que vistiendo de soldaditos a los policías y sacándolos a pasear por las calles se combate la inseguridad.

II

En el desarrollo de los cuerpos de policía se han establecido siete modelos. El mas antiguo de los cuales es el modelo del vigilante, que consiste en personas comunes y generalmente no remuneradas que se ocupan de la tarea de vigilar un territorio, un barrio, una calle. Este modelo viene desde la antigüedad, hasta la organización de los primeros servicios de policía en Norteamérica. El modelo militar, es sabido que los militares intervienen con ocasión de desórdenes sociales o de los delitos del fuero de guerra o militar (en donde subsiste). Este modelo ha existido desde el surgimiento del estado nacional y por consiguiente su brazo armado. Se considera además que en algunos países la policía tiene una organización y/o hace parte del estamento militar (La Gendarmería Francesa que como ya mencionamos es el modelo original de todos los que siguieron, la Guardia Civil Española, los Carabineros de Chile, los Carabinieri de Italia, la Policía Nacional de Colombia, la Guardia Nacional de Venezuela, la Gendarmería de Argentina, el extinto Cuerpo de Rurales del porfirismo, etc.). El modelo comunitario clásico de primera generación, en donde los policías son ciudadanos remunerados, escogidos por los políticos y sujetos al control civil y son responsables de la prevención y de la represión de la criminalidad. Se ubica este modelo en Inglaterra hacia 1829, con la expedición de una ley sobre el particular, que fue la primera en relación con el servicio policial dentro de un país democrático (y los principios de Sir Robert Peel). El modelo profesional clásico de primera generación. los policías priorizan la represión de la criminalidad, mediante la utilización de tecnología y de una administración de corte industrial. A partir de 1950. Se suprime en su gran mayoría el patrullaje a pie y se instaura el mito del uso de vehículos motorizados para abarcar mas cantidad de espacio en las ciudades. El modelo comunitario contemporáneo de segunda generación (Police de Proximité): Los policías le dan prioridad a la prevención de la criminalidad, contando para ello con la colaboración de los ciudadanos. Se crean las primeras formas de participación ciudadana, pero esta es controlada por los políticos, limitando el encuentro más importante, que es entre el policía en la calle y el gobernado Esto sucede a partir de partir de 1970 en Europa y los Estados Unidos. El modelo profesional contemporáneo de segunda generación (Policía de “Expertos”): Los policías elaboran las estrategias por solucionar los problemas relacionados con el desorden social y la criminalidad, equilibrando los aspectos de prevención y de represión, se sostiene el mito que el problema de la seguridad es un asunto de “expertocracia” o solo los expertos lo pueden solucionar. A partir de 1980. El modelo profesional de tipo comunitario o Policía de la Comunidad, en el participan conjuntamente gobernados, policías, seguridad privada, servicios públicos (educación, vivienda, empleo, salud, etc.), servicios de justicia (policía, tribunales, centros de readaptación y de atención a víctimas tanto públicos como privados), todos actuando conjuntamente en el control del orden público y la prevención, pero con una perspectiva de solución de los problemas.

La policía orientada a la resolución de problemas o policía de la comunidad es una alianza entre policía y sociedad para la prevención del delito y la violencia, esta surge por el deterioro de la seguridad ciudadana y el agotamiento de los modelos que no incluían al gobernado, en donde la policía ha actuado como un ente separado de los requerimientos de la sociedad, dada las limitaciones en la respuesta de la policía tradicional y por el incremento de la inseguridad, la policía repite sus mitos instaurados según los modelos de policía se iban dando, mas que resolver los problemas, hay mucha inversión, mas bien mucho desperdicio de recursos y pocos resultados. En cambio la policía orientada a la resolución de problemas actúa sobre las siguientes variables:

La delincuencia y el orden público

El sentimiento de inseguridad

La calidad de vida de la población

La paz y la solidaridad social

La rendición de cuentas a nivel de comunidad

Lo hace actuando en el plano local al propiciar la descentralización administrativa y operativa de la policía, para dar una intervención proactiva más que reactiva, es decir previniendo no persiguiendo, retoma el noveno punto de los principios de sir Robert Peel (o el Ciudadano Peel, para los republicanos puristas) “La prueba de la eficiencia de la Policía es la ausencia del crimen o desorden, no la visible evidencia de la acción policíaca combatiéndolas”. Lo hace también con una adecuada gestión de la información y propiciando una sólida alianza con sectores sociales y políticos a nivel local. Promueve la instauración del programa policía de la comunidad (o policía de barrio aunque este término me suena limitado), planeado sobre comunidades-objetivo bien determinadas, con un análisis estadístico y manteniendo comunidades de control para ver el comportamiento de los distintos factores sociales y de percepción que inciden en la seguridad pública, hasta abarcar la mayoría de comunidades urbanas, suburbanas y rurales, pero lo hace sobre la creación de un foro de la policía de la comunidad (para el análisis, planificación y control) en donde son las comunidades las que determinan las prioridades de la seguridad pública en su área, no lo que señalan los políticos o expertos y finalmente el viejo y buen patrullajes a pie se retoma, mas que una inversión en tecnología o armamento se invierte en el capital humano de las corporaciones, la capacidad de los policías de enfrentarse en una amplia gama de escenarios con una perspectiva de solución de problemas.

Los gobiernos democraticos no pueden enfrentar los problemas de seguridad con la misma visión con que se ha venido haciendo, ni ceder a la tentación de ofrecer iguales soluciones sugiriendo que la diferencia es sólo que "nosotros como somos honrados lo haríamos mejor". No debe hacer suyo programas de cero tolerancia que ponen énfasis en sacar de los barrios a los “extraños” y controlar a los “regulares” como en la “Ventana Rota” y caer en la trampa, para evitar que se le acuse de débil o tolerante, de las consabidas recetas de mano dura, más policía vestida de paramilitares, prisiones mas severas, incremento de penas. Sin perjuicio del estudio de estas medidas, se debe plantear la cuestión cualitativa: mejor policía, mejores prisiones, penas o medidas sustitutivas más eficaces. Y sostener contra viento y marea que una mayor seguridad no se consigue sólo con la aplicación del Derecho Penal y la represión, sino principalmente desde la prevención, desde el abordaje de las causas y no sólo de los efectos.

Hay que superar la división sobre la naturaleza del ser humano, una como una bestia cuyos feroces instintos han de ser reprimidos sin piedad por su propio bien, otra la del buen salvaje que si hace el mal es por ignorancia o por culpa de las estructuras socio-económicas. De la primera surge la cárcel-hospital en donde reina el silencio mas absoluto y con él y por él, los reos eran educados, como en la utopía de regeneración que levantaron los cuáqueros; la otra el hospital-carcel en donde la ignorancia era superada con el tratamiento. Se debe insistir y mantener que la seguridad de la sociedad no se basa en el castigo. Una política de seguridad no es más eficaz sólo por sumar más policías en la calle, detenciones, procesos e internos en los CERESOS, como se nos vende tan a menudo. Decir no, mil veces no y no, a la aberrante reinstauración de la pena de muerte y otras marranadas de la misma naturaleza, propiciadas muchas veces desde los monopolios de la información. Tampoco refleja más seguridad el número de denuncias pues hay formas de desanimar a las víctimas que se aproximen a las oficinas del ministerio público a denunciar. La eficacia se debe medir en el descenso de los delitos cometidos, de las víctimas y de los daños, y sobre todo de la sensación de inseguridad.

III

Las sociedades más seguras son aquéllas con mayor certidumbre social; ni con todo el dinero que gasta Estados Unidos difícilmente llegará a niveles de seguridad y percepción de seguridad de Islandia, Noruega o Suecia, se dice las sociedades mas felices del mundo, cierto o falso, son las sociedades donde una política de progreso social aseguro ahora si, la canasta básica y aún mas. Más y mayores desigualdades crean el caldo de cultivo propicio para la inseguridad, redistribuir la riqueza y las oportunidades implica redistribuir seguridad. Por eso al contener la inversión en políticas sociales, al apostar por el individualismo mas bárbaro y el sálvese quien pueda o quien tenga recursos para salvarse, para autoprotegerse. Lo paradójico es que así, difícilmente va a garantizar seguridad para nadie, empezando por los instigadores de tales políticas.

Dicho esto no hay que eludir desde el pensamiento democrático las políticas de seguridad pública estrictamente hablando, hay que decir que nos falta una policía, una justicia y unas cárceles adecuadas para afrontar retos nuevos, como los que vienen de antigua cepa. Las policías están frecuentemente desbordada, no sólo por insuficiencias numéricas sino fundamentalmente estructurales, la reiterada reforma del Estado (si es que este ente se puede reformar solo con un proceso legislativo) debe tomar en sus manos el asunto de la policía. Las policías preventivas, en especial las municipales deben dejar de ser mantenidas al margen y todo el estamento policial debe dejar anclaje en esquemas de intervención frente a los problemas que no han evolucionado lo suficiente. El sistema policial debe afrontar el reto de actuar en lo general partiendo de las prioridades locales. Sin un proceso decidido de descentralización (incluyendo transferencias en favor de los estados y municipios), impulsando la actuación de las policías locales como una auténtica policía de proximidad tanto a nivel preventivo, como de investigación de la pequeña delincuencia contra las personas y la propiedad, difícilmente se va a poder actuar con eficacia contra ésta. Sin la reorganización de la policía con el reconocimiento de los derechos laborales de estos parias de la función pública, no podrán ser abordadas correctamente estas cuestiones y la sempiterna cuestión de la corrupción y los cotos de poder extralegales. Pese a existir un sistema nacional de seguridad pública, poco se puede decir de la coordinación entre policías, si es que esta va mas allá, mucho mas allá de ver convoyes de policías locales o federales haciendo notoria su presencia, diría, ni siquiera combatiendo la delincuencia, mas bien dejando que el gobernado les vea. Las policías deben acomodarse a no trabajar solas, a actuar en coordinación no sólo entre ellas (asignatura pendiente) sino con el resto de las instituciones y organismos sociales desde el nivel local. Deberán trabajar más en red y con "orientación al cliente", el gobernado al que deben proteger y principalmente las víctimas e insistir en que la policía deba ser democrática y proteger los derechos humanos, hasta que podamos efectivamente darlo por hecho, aunque mantener la vigilancia permanente, sobre todo los gobiernos surgidos desde la oposición democrática que sabe lo que la represión significa en carne propia.

El aparato policial debe convertirse definitivamente en servicio público superando la separación del gobernado al que deben rendir cuentas sobre la base de la comunidad y las formas mafiosas de organización al interior de las corporaciones policíacas, una requiere de la participación comunitaria, la otra el reconocimiento de los derechos laborales del policía. Es insuficiente la regulación legal centrada las potestades administrativas, hay que desarrollar las estatutarias y el anclaje del control policial en la participación ciudadana. Falta la legislación que defina el servicio público de la seguridad, su contenido y sobre todo el nivel de prestación que pueden exigir los gobernados. Y pese a ser tratado por la legislación a la vista esta que la seguridad privada ninguna autoridad puede clamar que esta controlada, vamos, siquiera formalizada, señalados sus límites y la calidad de los servicios que ofrece. Sin rechazar su existencia cuando una actividad privada genere riesgos en el ámbito privado o sobre los que deba responder ante terceros, la solución de los problemas de inseguridad no pasa por su generalización. El desarrollo caótico de la seguridad privada, invadiendo incluso los espacios públicos, resulta peligroso y compromete el actuar solidario de los gobernados, pues sus medidas no son de disminución del delito, sino de reducción del riesgo para quienes la pueden pagar y de desplazamiento a otras personas con menores recursos para protegerse.

Son abundantes, pues, las cuestiones sobre las cuales es necesario y urgente que la sociedad plantee debate y busque alternativas para que la seguridad pública de verdad sea pública, para todos los gobernados, no privada para los que pueden guarecerse atrás de alarmas, guardias privados y algunas veces barricadas. Guarezcámonos pues en la participación cívica, los derechos laborales, la rendición de cuentas y la solidaridad, seguros que su sombra será sobre todo fraterna y comunitaria.

viernes, 5 de septiembre de 2008

LA RABIA Y EL DESEO

Tengo ya muchos años de trabajar en el sistema de seguridad pública y justicia penal, días antes de la marcha “Iluminemos México” un amigo me preguntó si asistiría a la que fue convocada en mi ciudad, le dije que no.

Dije eso, no porque consideré que el manifestarse es algo inútil, por el contrario, pienso que es importante que los ciudadanos manifiesten libremente su opinión, sobre los asuntos importantes del gobierno. No asistí por pudor, por vergüenza, por pena ajena, como se dice en el lenguaje coloquial. No me da pena desempeñarme en esta difícil área, me da pena ver como el tiempo pasa y las cosas cambian para mal en la seguridad del gobernado.

Trabajar en esta área como es previsible en nuestras precaria democracia, va aparejado con temporadas en el desempleo institucional, como me pasó el año pasado. Me recupero de un año muy difícil en lo personal, un periodo de desempleo de casi un año. Las circunstancias en que se dio esta situación personal, me recuerdan lo endebles que son aun los procesos institucionales en México.

En la Dirección General donde me desempeñaba apareció un muchacho, cuando se presentó ante nosotros, lo primero que nos dijo era que no tenía experiencia ni mucho conocimiento, así con esas palabras. En ese momento vino a mí una imagen y me vi, como uno de los Aztecas, que salieron desde el acaso mítico Chicomostoc, dirigidos por Tenoch y en el transcurso del periplo le pregunta al sacerdote:

-¿Ey Tenoch, como vamos?

Y este respondiera:

-Pues mira, no se, porque no tengo mucha experiencia ni conocimiento en seguir augurios.

Nomás no se hubiera fundado el imperio Azteca


No sabía que sus paniaguados estaban confeccionando una lista de personas que había que sacar de la secretaria, a mi, el imposible Tenoch me pidió la renuncia el 23 de diciembre del 2006. Me mando a llamar, eligió un día antes de navidad, creo por maligno, y con un tono soberbio me dijo:

-Le tengo una mala noticia licenciado, le voy a pedir la renuncia

Respondí

-Le tengo otra mala noticia licenciado, no para usted por supuesto, sino para la institución, se la voy a dar.

Entregué mi responsabilidad y 17 mil documentos de investigación sobre pandillas y grupos antisociales y me fui, me dolía no el dejar mi responsabilidad, me dolía la incertidumbre de mi familia y me daba coraje la gente que no construye sino destruye.

Estuve tocando todas las puertas posibles y hasta las imposibles, curriculum en mano, consumiendo el poco patrimonio que tenía, un terreno comprado con mucho esfuerzo y un carro austero modelo 2000. Para mi fortuna, el mes de septiembre del año pasado después de varios meses de desempleo, cuando ya estaba por irme a Estados Unidos de migrante, me encontré por casualidad con quien es ahora mi jefe y había sido mi vecino de cubículo hacía algunos años.

-¿Dónde andas? – me preguntó

-En la RENATA licenciado

-¿En al RENATA?

-Si, en la Reserva Nacional de Talentos

-Pinche Monzón no cambias

-Genio y figura

Me recibió dos días después y me integro a su equipo para hacerme cargo de lo relacionado con Pandillas. Regrese sin más recomendaciones que mi trabajo y agradecí el gesto del hombre, se que los puestos son temporales. Fui formado pensando que el dinero público es sagrado, se junta con los centavos que le quitan al huérfano y a la viuda para juntar una bolsa de esperanza que se llama bien común. No saber sobre la materia y cobrar un sueldo es corrupción. El sufrido gobernado nos paga por ser y por saber. Ser abnegados y saber de lo que hablamos. Por eso me daba pena ajena el día que marcharon, quiero acompañarlos sin embargo, con la esperanza compartida de construir policías que sean dignas de ese nombre, dignas de esta patria ya pronto bicentenaria. Se que se puede, otros lo han hecho, falta voluntad política y ciudadanos comprometidos. Cuando pienso en ello me viene a la mente esas dos palabras: la rabia y el deseo. Quisiera compartirlo contigo querido lector-ciudadano.

Related Posts with Thumbnails