viernes, 25 de enero de 2019


¿GUERRA CONTRA EL HUACHICOL?
Leí hace poco que López Obrador, con respecto a la lucha contra el robo de combustible, que esta terminaría siendo su “Guerra contra las drogas” como Calderón. Poco le faltó al articulista decir que como los norteamericanos los soviéticos tuvieron su Vietnam en Afganistán ¿De veras? ¿En que se parece esta situación estratégica a lo hecho por Calderón? Veamos:
POLITICA
Detengámonos por principio de cuentas en el aspecto político. Si me permiten ahí no hay ninguna similitud. Calderón llega al poder en el mejor de los casos, con un serio cuestionamiento a su legitimidad, de la que surgió una Presidencia débil. No es el caso de López Obrador, que producto de la más alta votación su Presidencia es todo menos débil. Calderón inicia una campaña militar como respuesta a su falta de legitimidad y para fortalecer su presidencia sin un objetivo político claro. No fue el caso de López Obrador que claramente había señalado durante su campaña que acabaría con el “huachicol”, ahí hay un objetivo político claro: restablecer el control del Estado sobre la principal empresa del país y desmontar las cadenas de corrupción que se había entramado por lo menos en los tres últimos sexenios. Vale decir que una operación militar debe tener un objetivo político definido, toda vez que el uso del instrumento militar de la Nación es hacer política por otros medios. Siempre ha sido así y siempre será, porque lo que se busca al utilizar ese medio al fin y al cabo son objetivos políticos. No sólo la aplicación de la fuerza. Cuando López Obrador dice que lo que hicieron en ese caso fue darle de palos al avispero, no dice una broma, sino algo muy serio y que tuvo consecuencias en la vida de miles de personas. Fue como disparar un misil cargado con una bomba termonuclear para destruir un asteroide con rumbo de colisión a la tierra, despedazando al gigante espacial en cientos de pequeños meteoritos en ruta también a la tierra, los resultados serían igual, sino tal vez peores. Al no establecer un objetivo político no se fijó un tiempo de la campaña, que se prolongó a lo largo del sexenio, un periodo de tiempo demasiado largo para una intervención militar. Una campaña de pacificación o contrainsurgente que dura más de un año es considerada larga. Esta duró todo el sexenio y se prolongó en el siguiente, sin logros apreciables. No se supo entrar y ya adentro, atrapados en su "lógica" militarista, no se supo salir.
Es más, el surgimiento y desarrollo de lo que ahora se llama huachicoleo, es un resultado directo de esa intervención militar, que al golpear a los carteles más poderosos, multiplicó carteles menores y células de delincuencia organizada, dedicadas a esta actividad criminal y que no tenían la capacidad organizativa o los recursos para el tráfico internacional de estupefacientes. Que no es el caso de estudio, pero hay que mencionar que las formas de tráfico internacional de estupefacientes han cambiado, ahora son estructuras comerciales, entremezcladas con el sistema financiero y de transporte a escala global.
López Obrador da inicio a esta lucha con un objetivo claro: acabar la corrupción y su primera meta es controlar Pemex, porque esta empresa paraestatal es clave para que el objetivo planteado se cumpla. La corrupción en Pemex permite que otras cadenas ilegales operen, pues ya es sabido que los remanentes de los viejos carteles tienen a esta actividad como el medio que les proporciona flujo de efectivo para sus otras operaciones y en la escala de los negocios “legales” muchas “empresas” usan este recurso ilegal como parte de su margen de ganancia. Cuando Marx decía que el capitalismo entra chorreando mierda y sangre en los sectores y regiones que son incorporados al mercado mundial, no decía una mentira. Bueno ese margen de ganancia y acumulación originaria de capital tiene que terminarse porque se basa en la debilidad intrínseca del Estado. El Estado fallido es una condición sine cuan non para que ese proceso se concluya, lo que pasa que en este periodo de desarrollo implica una implosión de las estructuras del Estado y la viabilidad de México como Nación independiente. Es pues un asunto de Estado en su más completa definición. En una sola operación militar toma el control de los principales centros de operación de los carteles de huachicoleros de cuello blanco: las instalaciones de Pemex, sin cuyo dominio pleno es impensable ir acabando con el problema. Las cifras aportadas en sus conferencias matutinas dan cuenta de lo que ya imaginábamos, que el huachicol de cuello blanco era la mayoría de las mermas de la paraestatal; el huachicol “hormiga” desarrollado por pequeñas (y no tan pequeñas) bandas de criminales, operaba como una pantalla de las actividades criminales al interior de la empresa.
Dijimos que controlar las instalaciones internas hasta cierto punto era algo relativamente poco complicado, simplemente necesitó voluntad política y un golpe de fuerza que cortó de tajo los mecanismos internos de la actividad ilegal. Más complicado es controlar la actividad exterior diseminada a lo largo de los ductos. Hablaremos adelante de eso con más detalle.
¿SOLDADOS O CONTADORES?
Bueno, soldados y contadores y un tercero implicado necesariamente: abogados. La campaña de Calderón careció de los segundos, porque son los contadores los que analizan el flujo de efectivo que permite engrasar la cadena de montaje y los mecanismos de pago de beneficios a los involucrados. Sin una actividad como la anterior, no se puede hacer uso de los abogados, que son los encargados de cortar, inmovilizar los activos de esta actividad criminal. Son el equivalente, ambos, de los bombardeos estratégicos en la segunda guerra mundial, que más que atacar a las formaciones militares se centraron en destruir los componentes estratégicos que las hacían movilizarse, como los rodamientos (o baleros) de la industria alemana; porque puedes tener tanques pero de que te sirven si no puedes hacer mover los motores y las orugas, por falta de refacciones. Sin atacar contable y jurídicamente puedes detener capos y miles de personas, pero el aparato que los mueve sigue intacto, seguirá reproduciendo liderazgos y combatientes.
Calderón no quiso o no pudo hacer nada o casi nada en contra de este mecanismo, porque ahora sabemos que parte de los engranes del crimen organizado pasaban por una relación perversa política y económica, al más alto nivel y donde un ejemplo de eso son las declaraciones de la ex diputada local de Sinaloa, al servicio del Chapu. Pero no es ni el único, ni el más importante caso de corrupción y alianza entre políticos y criminales. Pero esta relación existe como efecto de la capacidad económica para corromper funcionarios y lograr márgenes de ganancia superiores en las actividades económicas lícitas. Desde el 20 de Enero hay el anuncio de la Fiscalía General de la República que se usará la extinción de dominio en los bienes producto de esta actividad criminal. No se puede derrotar a los beneficiarios ilegales y “legales” de este robo a la Nación, sin imponerles un alto costo económico a los que blanqueaban capitales o se beneficiaban de este saqueo. Hay que paralizar no solo los ductos, sino el flujo de efectivo, que permite aceitar la maquinaria de este negocio ilícito. Se empezó a hacer eso desde los primeros días de la intervención que fue multidisciplinaria e intergubernamental y donde el SAT, Inteligencia Financiera y la Secretaria de Hacienda fueron parte del componente económico para controlar esta situación, pero no el único como veremos. En eso, tampoco se parece a lo realizado por Calderón.
EL COMPONENTE POPULAR
La actividad antes descrita en las altas esferas de la política y la economía requerían de la existencia de un desorden social a lo largo de los ductos, con actividades que bien podemos llamar de robo “hormiga”, por su modus operandi y que servían de pantalla a las operaciones de robo mayor al interior de la empresa paraestatal: los huachicoleros. Son la parte marginal que existe por el desastre social en grandes regiones del país. Bandas relativamente pequeñas que armadas incialmente de información, comprada o proporcionada por empleados corruptos de Pemex, atacaban los ductos con válvulas generalmente de baja presión de uso hasta doméstico y que han generados muchas fugas y accidentes. Elementos de baja tecnología y organización pero imbricados en las comunidades a lo largo de los ductos.

Una actividad de piratería de ductos diseminada geográficamente y que servía para mantener operativa a esas células criminales. Hay información que surgió a causa del accidente que en Hidalgo el huachicol en la base de la cadena de ventas costaba $ 3.00 el litro. Con ese margen proporcionaba una utilidad al grupo en volumen y se creaban cadenas de venta al menudeo establecidas a lo largo de las comunidades de los ductos y en carreteras a la vista de cualquiera. En esta actividad participaban miles de personas en regiones económicamente deprimidas y sin otras opciones de trabajo. Era el “ejército popular” del huachicol, una reserva de mano de obra disponible, que miraban a esa actividad como un modo de vida y dispuestos a defender esa fuente a veces casi única de ingresos económicos. Una campaña contrainsurgente o de pacificación debe aislar a la población civil de los elementos violentos. En el sexenio de Calderón y Peña se hizo básicamente usando la fuerza a veces de manera brutal, sin ningún otro componente. Logicamente eso produjo un desastre en términos de los derechos humanos y no logró destruir a las organizaciones criminales, solo las multiplicó. Pero además desgastó al instrumento militar de la Nación. En el caso de López Obrador se parte de la diseminación de los programas sociales, llamados justamente por él “Dispersión de recursos” (22 de Enero) y que buscaban aislar a las comunidades de las personas que se dedican a atacar los ductos. Usó precisamente ese término: aislar (23 de Enero). Ahí estriba uno de los elementos que difieren en la forma de enfocar y resolver el problema.
En el reconocimiento de la deuda social que el Estado mexicano ha tenido por lustros con la población mayoritariamente pobre del país. Se busca tocar en la base de la pirámide del huachicol, destruir la participación de la población en actividades directas o indirectas de ese delito. Son ocho estados con 91 municipios con 3,000 millones de pesos de inversión. Eso cambia la ecuación social y permite que la presencia del Estado se afiance. Cómo antecedente, el gobierno de Cárdenas logró en la región de la guerra cristera con la reforma agraria, lo que calles no pudo con la represión: lograr la presencia del Estado, en sitios donde históricamente no existía.
CONTROL TERRITORIAL

Toda campaña de contrainsurgencia o de pacificación busca un fin fundamental: el control territorial. El control de un territorio es uno de los componentes de la existencia del Estado, si el desorden social, las actividades criminales y el reparto de dividendos de una actividad que vulnera a la economía de un país, de ese Estado lo menos que se puede decir es que es uno de naturaleza fallida. Es decir que la presencia del Estado sea efectiva en esa o esas regiones afectadas es una condición para su propia existencia, la otra son las autoridades de los órdenes de gobierno, que son parte constitutiva del Estado Mexicano. Una consecuencia directa de lo anterior es que las autoridades electas despachen los asuntos locales, sin la presencia de grupos violentos que trastocan la vida social. Solo una intervención del Gobierno federal, por la cantidad de recursos con que cuenta puede introducir un equilibrio en esa área afectada, que visto el número de Estados y municipios involucrados no es menor. Al ir restableciendo el control de los ductos, que era la forma de operar de esas bandas, más la diseminación de beneficios sociales que aísle a los elementos violentos el componente “popular” dejará de existir. Esa es la campaña más complicada y difícil, pero la que en definitiva puede lograr el restablecimiento del orden.
¿PORQUÉ CONTRAINSURGENCIA?

Utilice un símil con este tipo de operaciones, por falta de una mejor definición y por ser, de alguna manera un fenómeno muy estudiado y conocido. Es útil porque además presenta que lo que se está haciendo, no es una campaña militar, contrainsurgente o no, sino una operación de restablecimiento del orden. Se utiliza al instrumento militar de la Nación, por la falta otro que supla su capacidad de despliegue y logística, de ahí la necesidad de contar con un cuerpo de seguridad pública con disciplina militar que pueda atender este tipo de eventos, que no está de más decirlo, son una fuente de aprendizaje, sino véase solamente lo que tuvo que enfrentar el personal militar en el sitio dela explosión de Hidalgo; nunca en la historia de operaciones de control de disturbios civiles, una tropa enfrento, hasta donde sé, un escenario tan complejo en un medio ambiente saturado de gasolina y sus vapores. En mi concepto, las órdenes dadas ese día por el comandante de la tropa fueron las correctas dadas las circunstancias. El país requiere ese cuerpo que propuso el Presidente, que es una gendarmería en realidad, con un nombre histórico: Guardia Nacional. En este sentido, el gobierno actual quiere tocar todas las aristas del problema, que no fue atendido por lo menos en los últimos 20 años.
READAPTACION A LAS CIRCUNSTANCIAS
Una situación que se presentó y que seguramente no se tenía conocimiento de su amplitud y alcance fue lo diseminado del problema; primero con esa estructura paralela que llamó López Obrador un Pemex pirata; luego la cantidad de bandas y su relación social en las comunidades con Miles de Tomás clandestinas. Ante esto que produjo el desabasto de combustible en el centro occidente del país, el Presidente modifica su estrategia rápidamente, al comprar cientos de tanques rodantes o pipas a un total de una cuarta parte de la demanda diaria de combustible. No los pone bajó el control de la paraestatal, sino de SEDENA, porque entregarlos ahí es darle más capacidad a las estructuras corruptas al interior y exterior de Pemex. Usa la figura jurídica del Plan militar DNIIIE y lo hace de urgencia, con asignaciones directas y como producto de los ahorros obtenidos de contener el robo. Es un instrumento que permitirá secar los ductos, mientras la vigilancia militar, los programas sociales, la actividad de los órganos de supervisión contable y la fiscalía hacen su "magia". Implica al mediano plazo el mantenimiento mayor de los ductos y la creación de otras rutas en este sistema que no pasen por el territorio afectado, más centros de almacenamiento que junto con las pipas, controlen permanentemente el flujo vital de los energéticos. Esta adaptatividad tan pragmatica señala otra diferencia, en la forma de enfrentar el problema. Algo que tampoco se parece a la reiterada voluntad de continuar con la estrategia de intervención militar fallida de Calderón.

CONCLUSIONES
Es muy pronto para que se pueda saber si las medidas utilizadas lograran el objetivo de controlar el robo de combustible, pero desde mi personal punto de vida, me parecen que tienen bases sólidas para construir una respuesta mexicana a un fenómeno, que afectó a otros países. Apuntan a un avance constante en cada uno de los frentes que tratan de atender. Finalmente, como se desprende de mi análisis, lo que se realiza desde el actual gobierno federal, en nada se parece a lo realizado por los anteriores gobiernos, en realidad, ellos eran gran parte del problema.
Lecturas recomendadas:
Galula, David, Counterinsurgency Warfare: Theory and Practice
http://ready4itall.org/…/Counterinsurgency-Warfare-Theory-a…
USDOA FM 3-24 Counterinsurgency
https://usacac.army.mil/…/Reposit…/Materials/COIN-FM3-24.pdf
Department of State, Counterinsurgency Guide -
https://www.state.gov/documents/organization/119629.pdf
Gentile, Gian P. A Strategy of Tactics: Population-centric COIN and the Army, Army College
https://ssi.armywarcollege.edu/…/artic…/09autumn/gentile.pdf
Tyrell Wayne, How Counterinsurgency Has Changed Across the 20th and Into the 21st Century, Small Wars Journal
http://www.css.ethz.ch/…/d…/articles/article.html/185325/pdf
Chairman of the Joint Chiefs of Staff (CJCS) Counterinsurgency Joint Publication 3-24 https://www.jcs.mil/Po…/…/Documents/Doctrine/pubs/jp3_24.pdf

domingo, 28 de abril de 2013

CAMERONE, UN REGRESO


Una perspectiva mexicana

A la gloriosa Guardia Nacional del siglo XIX


Escuela de Unidad Nacional y defensora de la Patria, en todas las guerras nacionales de México


A los combatientes veracruzanos el 30 de Abril de 1863 en Camarón




Águila liberal y republicana

El Andar



La batalla de Camarón, donde una compañía de la Legión Extranjera, enfrenta tropas mexicanas, en su casi totalidad, integradas por soldados de la Guardia Nacional de Veracruz, el 30 de Abril de 1863, como efecto de la intervención francesa en México. 


Este hecho de guerra, es un crisol donde se funde verdad y leyenda ¿Dónde inicia uno y termina el otro? Es incierto, pero intentaremos andar, siguiendo la ruta, como si desbrozáramos maleza machete en mano, porque la  luz que queda, satisfecha nuestra curiosidad, no puede ofender a los héroes; antes bien, los sitúa en su azarosa condición humana, donde los que toman decisiones son hombres y los que caen son héroes, que señalan el camino.


La leyenda dice, que sesenta y dos soldados y tres oficiales de la de la Legión Extranjera, lucharon en contra dos mil mexicanos  (1), en una edificación abandonada, que había sido conocida como Hacienda de La Trinidad; en el poblado, conocido actualmente como Camarón de Tejeda, en Veracruz. El oficio de investigar es ingrato por cauto, busca documentos, testimonios, datos que corroborar, para establecer  las cantidades de cualquier género, mas  de combatientes  y  José de Paula Milán, que no sabía, que  necesidad y momento, habría de fraguar un mito, reporta a sus superiores,  la cifra de soldados que tenía a su mando, 650 infantes y 200 caballos (2). Me llama la atención esa forma casi coloquial, de referir el total de soldados.


¿A que se refería? ¿A  ocho cientos cincuenta  la suma de todos? o bien  ¿Que de los 650, doscientos estaban a caballo? Entonces serían cuatrocientos cincuenta soldados de infantería y doscientos de caballería ¿O una cifra entre los 850 del principio y los 650 del final? Concedamos por este momento: 850. Eran muchos, contra una fracción de tropa ¿Si? ¿O mas bien muy pocos? porque en su mayoría estaban armados, con democráticas lanzas y rudos machetes,  pocos llevaban armas de fuego, mas pocos,  dotaciones completas y todavía menos, eran soldados profesionales. El valor sin embargo, escurría en ambos bandos.


Quince años después de los hechos, uno de los sobrevivientes franceses, el inteligente cabo Maine hace memoria de los eventos, casi a regañadientes, a Lucien-Louis Lande, quien publicaría primero en la Revue des deux mondes del 15 julio de 1878 su “La Hacienda de Camarón” integrado ocho años más tarde al libro Souvenirs d'un soldat (3). No objetamos lo dicho por Maine, él presentó la historia, con los eventos que vio y los datos que le dijeron mientras fue prisionero de guerra. A los 48 años de edad, Maine, no era lo que se puede llamar un viejo chocho, al contrario, su mente se posa sobre la historia con lucidez y claridad, como Bernal Díaz del Castillo, este cabo lo recuerda todo, pertenece a la estirpe de soldados memoriosos, como sus entonces enemigos Porfirio Díaz y el mayor Sebastian I Campos. Es Lande quién chorrea tinta, cosa mala. Pero ya nos habremos de ver con las cifras repetidas tantas veces, unos pasos adelante.


El Coronel Pierre Joseph Jeanningros, soldado de línea a los 18 años, por su propia  sangre, ya es coronel a los 41 en 1863 y está al mando del Regimiento Extranjero en Veracruz, a donde   había arribado a la región de las Montañas y Sotavento, apenas un mes antes. Su camino al coronelato no debió ser en un escritorio, sino en duras campañas enfrentando al enemigo; sólo así, un simple soldado raso, sin vestir el Grand Uniforme de Saint Cyr, al morir, el 30 de abril de 1902 con 82 años, lo hace siendo General de División, con cuatro citaciones en la Legión de Honor y siete condecoraciones en su guerrera (4).


Él, que había enviado ese fatídico día, a la tercera compañía del Primer Regimiento Extranjero, a labrarse con sangre, la condición de héroes franceses, muere exactamente 39 años después de aquella carnicería ¿Recordaría el general ese día, casi cuarenta años antes, vestida  la sofocante primavera veracruzana en aquel Paris, aun frío? No lo sabemos, pero en su vida, debió importar ciertamente, pues es una de las piezas de la leyenda, al arribar a Camarón el día dos de mayo, después de una furiosa cabalgata nocturna, en busca de sus hombres.


Quizá, en aquel  último día parisino vino a su mente, el motivo de la carnicería de sus soldados, después de  recibir información, sobre un probable ataque en contra del convoy, que desde el  puerto de Veracruz, transportaba material de guerra, bastimento y de tres millones de francos en oro, destinados al sitio y bombardeo de Puebla. Tal vez estaría ante sus ojos de moribundo,  su arribo a la hacienda quemada el día 2 de mayo, el surgimiento de una figura espectral, por las manchas de sangre y polvo que lo cubría y casi loco, el tambor de la extinta 3ª  compañía, da inicio a la primera vez que el  relato de lo ocurrido ahí fue dicho; esa vez ante la fosa común, donde yacían legionarios, improvisada por ordenes del coronel Milán y que los dejaría en estas tierras para siempre, a vencidos y vencedores unidos en la muerte. Una presencia que debió llamar a su agonía en ese día de su aniversario. No lo sabemos de cierto, pero si no fue así, es la forma en que quisiéramos dejarlo en este relato.



Coronel Pierre Joseph Jeanningros


El coronel Jeanningros, conforme al rol de servicio por él establecido, decidió enviar a la 3ª Compañía, aunque ésta se encontraba diezmada por la fiebre amarilla, pues de cien soldados, solo sesenta y dos  se encontraban aptos; incluso su comandante, había caído presa del vomito negro, la llamada plaga americana. Una enfermedad viral aguda e infecciosa, causada por un virus, que pertenece a la familia de las Flaviviridae y trasmitida por un persistente mosquito (5), que ya en 1802 en Haití, había diezmado al Ejercito Francés (6). Causa que dejó al mando provisional de la 3ª compañía al Capitán  Danjou,  con la misión de proteger la marcha del convoy, en las últimas horas del 29 de abril de 1863.



El Capitán Danjou, pertenecía a una familia de tradición comercial y artesanal, nace el 15 de abril de 1828 en  Chalabre, como el cuarto hijo de una familia con ocho infantes. Después de sus estudios básicos, trabajó desde la edad de quince años en la fábrica de bonetería de su padre. Se dice que su vocación militar, surge por la visión del Grand Uniforme de la Escuela Militar de  Saint Cyr, usado en una ocasión, por un obrero veterano de la fábrica de su padre. En 1847 a la edad de 19 años, ingresa a Saint Cyr (7);  alma mater de casi toda la oficialidad francesa, desde que fue creada por la ley del 11 de floreal del año X (que corresponde al 1 de mayo de 1802), por orden del Primer Cónsul Napoleón Bonaparte (8).


Perteneció el Capitán a la Promoción N°31 de 1847 a 1849, llamada como es tradición permanente desde 1835, con un nombre que realce o signifique algo importante, en el caso de la promoción del buen capitán, como de la République (9). Él, que fue mandado a México a combatir republicanos y extinguir una República ¿Su vena romántica no le removería viejas ideas? tal vez él mismo no fue republicano o simplemente pesó más el cumplimiento del deber militar. La bravura sin embargo, fluía  fuerte en la sangre de este excepcional oficial, que perdería su mano izquierda, debido a la explosión de su rifle, razón por la cual, usaba una prótesis de madera, bella y técnicamente articulada, como recuerdo permanente de la expedición topográfica a Argelia; donde la utilización del teodolito, era tan común, como las armas de cargo, para aquellos soldados geográficos (10). Esto sucedía el 1 de mayo de 1853, faltándole horas para cumplir prótesis de por medio, los diez años, hasta que la bala de un soldado republicano, dejo herido de muerte, literalmente el corazón  de este notable oficial.


Batallón de la École spéciale militaire de Saint-Cyr (11),
luciendo el Gand Uniforme, 14 de julio  Día Nacional de Francia (12)


El 7 de febrero de 1863 los dos primeros batallones de la Legión Extranjera  se embarcaron en Orán con destino a México y poco a poco se fueron uniendo la totalidad del regimiento (13). Dos días después, el 2º batallón y el capitán Danjou se embarcan en el buque Wagram, en la rada de Mers El Kébir (14) con rumbo a Veracruz, en donde desembarcaran el 25 de marzo. Los recibió un puerto malsano, de calles lodosas, al borde de todo colapso y que sin embargo, es el puerto  donde se funda el México del mestizaje, el que somos.


Los legionarios que arribaron a Camarón de ese viejo puerto, eran curtidos veteranos de las campañas de Europa y Argelia; en esta última,  lucharon  contra  partidas de combatientes, que en respuesta a la violencia imperialista francesa, no daban, ni pedían cuartel. Experiencia que debió pesar mucho durante el combate, cuando observaron la falta de uniformidad de la caballería mexicana. Los habrán imaginado carentes de orden y mandos, de poco fiar sus palabras.  Aspecto que observó el Coronel Francisco de Paula Milán, cuando informó sobre los hechos, al señalar que el enfrentamiento fue sostenido por nuestros contrarios, por un valor infundado en la creencia que éramos guerrillas y no les perdonaríamos la vida (15). En la época de los hechos, el racismo y la desconfianza, no eran extrañas en el ejército francés, algo que recordaría Porfirio Díaz en sus Memorias de Campaña, recuerda como utilizó el complejo de superioridad, como buen psicólogo natural que era, para engañar al enemigo. En  su forma más oscura, el desprecio que algunos invasores tenían por los habitantes del país, se refleja claramente, en las actividades contrainsurgentes de personajes tristemente celebres por su brutalidad, como el Coronel Charles Dupine, cuyas tácticas incluían arrasar pueblos, un auténtico criminal de guerra, de quien se ha dicho, que no solo fue asesino, sino también ladrón (16). Por eso, al verse rodeados los legionarios, pelearon hasta la muerte,  creían iban a ser masacrados por las tropas de Veracruz, compuestas por campesinos y rancheros en su mayoría, como respuesta a lo que venían haciendo ciertos invasores, con los combatientes mexicanos, que caían en sus manos.


La tropa de la Legión, aunque valiente, era constantemente mandada a tareas menores y muy ingratas, para aquellos ávidos de glorias militares; tal como la protección de vías de comunicación, para el traslado de provisiones del Ejército Francés en el oriente de México, región infestada de enfermedades tropicales. Estos servicios le fueron encomendados, debido a la mala reputación de los legionarios de entonces, en el ejército francés, seguramente intensificada por la xenofobia. El General François Achille Bazaine, casi un año después de los hechos de Camarón, en minuta de Comunicación al Ministro de la Guerra de Francia del 27 de Abril de 1864: “En la Legión Extranjera hay algunos desertores. He duplicado la prima concedida a quien los arreste y haré fusilar a algunos de ellos. Es muy evidente que hay un buen número de alistados en este cuerpo que han tomado este partido para hacer el viaje gratis; pero esto costará caro a los que sean aprehendidos” (17). La idea que se tenía entonces, era que la mayoría de los legionarios no eran franceses, con la excepción de sus oficiales; algo que siguiendo el relato del cabo Maine, se descubre, por lo menos, en el caso de la 3ª compañía, no era exacto. Sin embargo, aun el general Élie-Frédéric Forey, estaba en el error y lo sabemos, pues en su carácter de cuasi Virrey, en misiva al Ministro de Guerra Francés, escribiría de la región malsana y los soldados que habría de usar, para la insalubre tarea: “Tuve que dejar extranjeros en vez de franceses en un lugar, donde había mas enfermedad que gloria a conquistar”  (18)  ¡Cuan equivocado estaba el general golpista, socio de Napoleón Le Petit, pues con sangre, se bautizarían franceses, en tierra, esta si extranjera, aquel puñado de valientes!


Eran valientes y desesperados en el combate. La Legión, fue creada para los que buscaban morir, luchando en contra de los más terribles guerreros, como aquellos de África, irregulares en su visión de la lucha e incapaces de perdonar la presencia de invasores en sus tierras. Por eso José Millán-Astray, al fundar el Tercio Extranjero, la actual Legión española, tomó prestado ese espíritu de cuerpo y en el punto uno de su credo del legionario, escribe el general lisiado: El Espíritu del legionario: Es único y sin igual, de ciega y feroz acometividad, que busca siempre acortar la distancia con el enemigo y llegar a la bayoneta. ¡Sabemos que los cuatro sobrevivientes, que quedaban con el subteniente Maudet en la Hacienda de la Trinidad, sin ponerse a pensar en su jefe que yacía herido, casi en automático, cargaron a bayoneta al final de la lucha!


El contexto


Este combate ocurre como consecuencia del segundo sitio y bombardeo de Puebla, después del segundo gran desembarco de tropas francesas, que alcanzaría a cerca de veintiséis mil hombres, veinte mil de los cuales sitiaban Puebla, desde el 16 de marzo 1863, según refiere Porfirio Díaz en sus memorias. Tal presencia de invasores debió dislocar la vida social y política de Veracruz. Se sabe por el parte de guerra del Coronel Milán que para el día 12 de abril, él en su carácter de Gobernador del estado despachaba en Jalapa, de donde sale, al enterarse que un convoy con piezas de artillería, municiones y dinero, iba a ser conducido desde el Puerto, hacia la sitiada ciudad de Puebla.


El sitio de Puebla era la obsesión  del gobierno de la República, no dejar que cayera la ciudad invicta en manos francesas, para con ello evitar a toda costa, la entrada de tropas extranjeras a la capital de la república, como en 1847. La vergüenza,  recordada bien por la generación  liberal de la tragedia del 47, que vio la bandera de las barras y estrellas ondeando en el Palacio Nacional. El país exhausto y dividido, cortada la mitad de la patria, no supusieron que replegarse sobre el mal país y las serranías abruptas, sería la formula que acabaría desgastando al enemigo. Pero en mayo 1863, después de sesenta y dos días de sitio acabaría por tomar la ciudad y abrirse camino hacia el valle del Anahuac, tomado prisionero casi la totalidad del Ejercito Republicano. Por eso salio Francisco de Paula Milán desde Jalapa, a detener el convoy de recursos para los enemigos. Como gobernador de tiempo de guerra, se acompaño de toda la tropa que pudo reunir y esto fue, soldados voluntarios de la Guardia Nacional, mal armados y con poca experiencia, pero bravos y buenos. Como los soldados de todos nuestros conflictos internos, no se puede hacer porcelana de Sèvres, con el barro de Tlaquepaque (19), en efecto, pero se pueden hacer unos jarritos que sirven para lo mismo, beber agua. Sus soldados pelearían sin descanso ese día, el barro mexicano contra toda esperanza, acabaría imponiéndose, en ese día 30 de abril y al final, en el conflicto todo. Hay personas que creen que fue una victoria táctica mexicana, pero estratégica francesa. La estrategia total fue ver partir a los franceses imperialistas, como inquilinos morosos, el que ríe al último, ríe mejor. El triunfo de nuestra república sin embargo, sería  la primera página, con que se escribiría la victoria final de la república francesa. Las dos repúblicas eran aliadas y algunos de los mejores hombres de Francia así lo afirmaban (20).


Los hechos


Por  lo señalado en el documento francés, que recita la Legión Extranjera cada año en la ceremonia de Camerone, los legionarios partieron a la una de la mañana del 30 de abril de 1863, de un predio en donde se encontraba el campamento francés, debido a la existencia de un manantial, con agua de excelente calidad a las faldas del cerro del Chiquihuite, en donde también, a  cierta altura, en las primeras pendientes de la cadena, había un puesto de observación (21).



El INEGI (22) ubica un predio denominado “chiquihuite”, a los 96º 45’ 09” de longitud norte y los 18º 55’ 54” de latitud oeste, sobre los 514 metros sobre el nivel del mar, e las faldas de cerro, e una cresta de los cuales, a los 722 metros sobre el nivel del mar, pudo haberse encontrado el mirador que poseía un catalejo, establecido por el coronel Jeanningros, para tener una panorámica de la parte baja del valle hacia Paso del Macho, Atoyac, Camarón y Soledad de Doblado. Toda esa serranía es un sitio estratégico que debía controlarse,  desde "1812 se funda el Centro Insurgente en el Cerro del Chiquihuite bajo el mando del mulato Mariano Mota" (23).  Es una área   boscosa, llena de arroyos, donde se podían ocultar guerrilleros y vía natural entre la región de Córdoba y Paso del Macho, por donde se tendió primero un camino y posteriormente el ferrocarril.   Era y es, el camino hacia el puerto, bajando las tierras templadas a la llanura ardiente, construida para la caña de azúcar, derribados los árboles, como los vieron el pueblo del hule, los olmecas.


Cuando iniciaron la marcha sobre el camino que cruzaba la densa selva baja caducifolia, que “se caracteriza por su marcada estacionalidad que le da un aspecto muy distinto en época de lluvias y en época seca. La época de lluvias dura más o menos 3 ó 4 meses; durante este tiempo los árboles permanecen cubiertos de hojas y es la época de reproducción de muchas especies de plantas y animales. En contraste, la época seca dura hasta ocho meses, y durante ella, entre el 25 y el 90% de los árboles pierden sus hojas y muchos florecen, producen frutos y semillas” (…) “La vegetación que crece en las selvas bajas es muy densa y los árboles tienen alturas de máximo 15 m. En las zonas más secas es común la presencia de cactáceas columnares y candelabriformes. Algunas especies y géneros representativos de plantas son (…)"palo verde", Ceiba, Yucca. Las selvas bajas son ricas en especies endémicas (…) Además, muchas especies domesticadas de plantas, como el maíz y el frijol tienen sus hábitats ancestrales en estas selvas.”  (24) El cabo Maine la describe así: “Por encima de los arbustos, altas matas de hierba se levantan. Ellos estaban conectados por lianas que caían en guirnaldas, con magnolias, árboles de caucho, marañones y los demás arbustos extraños. Todas las esencias preciosas de una naturaleza privilegiada.”


El aire como salido del menguante fogón tibio, esa madrugada antes de salir,  ardía leña y reverberaba carbón, mientras tomaban café, su único alimento antes de la inmortalidad. El aire era espeso se pegaba a la cara, con sueño, marchando en la oscuridad, bajo ese cielo vaporoso, con estrellas sobre el borde de las serranías. Alguno pensaría en el extraño país, que su lejano emperador quería conquistar, lleno de palmas crujientes por el calor que agobia, mientras la cumbre nevada, se yergue insolente y lejana. Bajando encontraron una suave llovizna sobre el cerro, haciendo mas pesado el calor, era el inicio de la temporada de lluvias y huracanes. Imagino la marcha sobre el camino destruido por la guerra y las lluvias torrenciales de años anteriores, se orientarían por la luna en cuarto creciente (25) a partir del día 25, el 29 aun le faltaban cinco días para ser luna llena, que ocurriría el día 3 de mayo, una noche después del arribo del coronel Jeanningros a Camarón; las estrellas debieron también ayudar y quizá también se ayudaron por alguna linterna de keroseno, con un vidrio rojo, para difuminar su haz a la distancia, evitando ser detectados.


La temperatura ambiente también era un factor importante en la campaña y en toda la campaña “En relación al clima cálido, éste se subdivide en cálido húmedo y cálido subhúmedo. El primero de ellos ocupa el 4.7% del territorio nacional y se caracteriza por tener una temperatura media anual entre 22° y 26°C y precipitaciones de 2,000 a 4,000 mm anuales.  Por desgracia no estaba en el mes promedio, que no existe, sino en el real que mata lentamente de extenuación.


Verían las sábanas que “encuentran su distribución en los climas de tipo cálido y es propia de suelos inestables (que cambian fácilmente sus características después de un disturbio como la quema de vegetación) y muy fangosos durante las lluvias.


“Esta vegetación se puede reconocer por ser extensos campos de pastos muy resistentes y dispuestos en manchones Los árboles se encuentran dispersos y alcanzan hasta 5 m de altura, frecuentemente sus troncos son muy retorcidos, de colores claros y las hojas son un poco duras; muchos de estos árboles son perennes. Pueden encontrarse también algunas bromelias y orquídeas. Algunas de las especies comunes de esta vegetación son el jícaro, el tachicón, el nanche o la palma, pudiendo encontrarse también el encino.


Las sabanas son continuamente afectadas por el fuego, ya que se propicia la quema de vegetación, pues con ello se induce el brote de pastos tiernos los cuales son bien aceptados por el ganado  (27).


De la sierra a los llanos bajaron, el coronel Milán, en su parte de guerra a Ignacio Comonfort, dice que "encontramos una fuerza francesa que bajaba del Chiquihuite". Dicha fuerza había avanzado a Paso del Macho, que estaba ocupado por una compañía de granaderos, a las dos y media de la mañana, en donde el Capitán Danjou y capitán Saussier comandante del destacamento, intercambian rápidamente formalidades, siguiendo su andar, hasta un sitio denominado  Palo Verde, un claro entre la selva baja; la cual se encontraba muy tupida, en 1863. Ese predio esta ubicado hacia el este,  distante unos tres kilómetros y medio (28),  de la Hacienda de la Trinidad, que había sido una hacienda cañera y funcionado como Hostal, hasta que fue quemada durante el conflicto y terminaría por ser el sitio del ataque de las fuerzas republicanas y la resistencia de los legionarios.
 Puente de Paso del Macho, por donde los legionarios*

A las seis de la mañana llegaron al pueblo de Camarón, amanecía y habían pasado los restos de la hacienda, media hora después. Entre el caserío de de rústicos emplazamientos de palma y la hacienda en 1863, habrán existido en esa época unos 500 metros de distancia. El capitán disminuyo la marcha,  ordenando se dividieran las dos secciones de la compañía, para pasar la hacienda a norte y sur de la misma, en la cual destaco a una escuadra para batir el interior de la misma lo mejor posible. Amaneció, como lo hace en los meses de abril unos minutos antes de las seis, Vieron como los tonos grises, azules oscuros y verdes, se entretejían con naranjas y rojos de los arreboles, para  acabar con cielo azul claro y prístino, sin atisbo de nubes.  Estaban en el borde de la estación seca, antes de la temporada de huracanes del golfo, que aparece a mediados de mayo y que pronto llamaría, pero el sol entonces se anunciaba fuerte, pesado, no quería dar tregua y no la dio, a lo largo de ese día.


Cuando  llegaron al predio de Palo Verde ya eran las siete, estarían cansados, sedientos y con hambre. La distancia que los separaba de Chiquihuite a Palo Verde son veinte kilómetros, si la ubicación del campamento del Coronel Jeanningros, era la señalada y Palo Verde (29) es el actual sitio, ubicado al Este de la Hacienda de la Trinidad, en los 96° 34’ 56’’ de longitud Oeste y los 19° 01’ 11’’ de latitud Norte,  a los  300 metros sobre el nivel del mar.  Si habían salido a la una y llegado a su destino a las siete de la mañana, son 6 horas de viaje, avanzaron en promedio a 3.3 kilómetros por hora,  55.5 metros por minuto, poco menos de un metro por segundo; cargados como estaban con la mochila, el arma, dotaciones, manteniendo rítmicamente la cadencia de avance, tuvieron que hacerlo a una cadencia de paso  ligero, 175 pasos por minuto, por el espacio en que eso era posible. Se detuvieron en Paso del Macho unos instantes y siguieron. En su mente reverberarían las viejas canciones, con que los suboficiales les enseñaron a los extranjeros el francés y a mantener el paso. Lo hicieron bien, con persuasión la más de las veces, a gritos las otras y con medios más directos, cuando no lo lograban. Ellos por lo que sabemos, lograron llegar al sitio de su encuentro con la inmortalidad.


En De Re Militari,  atribuido a  Publius Flavius Vegetius Renatus, ya los romanos sabían  la importancia de  “una constante práctica de marchar, rápida y conjuntamente. Nada es de mayor consecuencia, tanto sobre la marcha como en la formación, para que la tropa  pueda mantenerse en sus filas con la mayor exactitud. Para las tropas que marchan de forma irregular y desordenada, existe siempre el gran peligro de ser derrotadas. Ellas deben marchar con el paso militar común de veinte millas en cinco horas de verano y con el paso completo, el cual es más rápido, de veinticuatro millas en la misma cantidad de horas. Si exceden este paso, ellos no marchan, sino corren y no se les podrá asignar un intervalo.” (30)  Esa constancia en el marchar  aparecería en la frase del general Jacques Duchesne, en la segunda guerra Franco-Hova, por el dominio de Madagascar (31),  lema no oficial de la Legión “Marche ou creve” (32); Marcha o Muere, marcharon pues, por 21600 segundos a casi un metro por segundo.


Maine: “Nosotros habíamos marchado más de seis horas. Era pleno día. El sol, lanzaba todo su esplendor, nos prometía un día caluroso. Se hace un alto. Los observadores se colocan alrededor del claro, en previsión de una sorpresa. Las mulas son descargadas y el cabo Magnin, se dirige a la fuente, con una escuadra. Un gran cobertizo de tablones, con techo de paja se construyó, bajo un grupo de árboles al abrigo del sol. Mientras que algunos hombres cortan madera, otros preparan café y algunos se extienden para dormir.  Una hora no había transcurrido, el agua estaba hirviendo en los tazones y uno iba a poner café en ellas, cuando del lado del camino de Camarón que habíamos dejado, dos o tres centinelas señalan algo que anormal.


El polvo se elevó en el cielo en grandes remolinos. A esta distancia y bajo los rayos cegadores del sol, no era fácil distinguir más. Sin embargo, no habíamos encontrado persona por el camino. Y si cualquier movimiento de tropas hubiera ocurrido a nuestras espaldas, lo habríamos  advertido. Todo eso era un buen augurio.


El capitán tomó su catalejo ¡A las armas el enemigo! - Gritó de repente. Y, en efecto, avistados con el telescopio, con que se podía ver muy bien, eran jinetes, vestidos con el sombrero nacional de ala ancha. Tenían, según la costumbre, ubicado su saco en la parte delantera de la silla de montar y estaban por lo tanto, en mangas de camisa.


Con el  primer grito de alarma, le damos una patada a los tazones. Recordamos a la  escuadra de la fuente con gran prisa. Se recarga a los animales. En menos de cinco minutos, todos estábamos bajo el mando de las armas. Mientras tanto, los mexicanos habían desaparecido. Obviamente, se  preparó una emboscada a nuestras espaldas. Lo mejor era, en este caso, volver sobre nuestros pasos y mirar,  ver más de cerca al enemigo que nos ocupa.


Salimos de Palo Verde en columna, precedidos por una escuadra de fusileros. Pero entonces, en lugar de seguir el camino, el capitán ordena a la compañía tomar a la derecha y entrar en los matorrales. Teníamos la doble ventaja de ocultar nuestros movimientos y aprovechar la ocasión, para rechazar más fácilmente los ataques de la caballería liberal.”



Quizá la idea del capitán Danjou al descubrir la polvareda, era que se trataba de una partida de guerrilleros o bandidos, por eso se mueve del sitio de Palo Verde al camino, que estaba unos cientos de metros al norte del campamento, trata de no ser detectado o emboscado e intentar por el contrario, evitar al enemigo y si se podía, emboscarlo y ordena ingresar a la selva, que se extendía al norte del camino hasta el río Jamapa, tupida y seca; tan densa era, que en partes de la misma, se abrieron camino entre ella, usando los sables bayoneta. En ese tiempo los matorrales tienen una coloración parda, especialmente los que mudan follaje. Los legionarios  vestían el uniforme de verano, una pequeña chaqueta azul, pantalones de lino blancos y para protegerse del sol, el enorme sombrero del país en palma de latania (33), duro y fuerte, que  habían sido surtidos, por los almacenes militares (Maine).Vestuario no muy mimético en el matorral caducifolio. 



Legionarios, uniformidad intervención

 francesa en México**

A cierta distancia tal vez 30 minutos después de ingresar, observaron a lo lejos el río que corría entre dos paredes, el capitán poseía un mapa de la región muy detallado, hecho a mano por el Estado Mayor francés, sabe que adelante estará entre la espada y la pared y decide regresar al camino, llega a unos 300 al oeste de la Hacienda, donde es disparado un rifle de ahí mismo o un lugar cercano, siendo herido un legionario en la cadera; entran a revisar el sitio, pero sin parapetarse aun en el mismo, sino saliendo rumbo a Paso del Macho,  avanzando a lo que parece apenas, unos cientos de metros; cuando ordena formar un cuadro, pues observa que la tropa atacante son soldados y no guerrilleros o bandoleros, pues aunque vestían con el atuendo del vaquero, pantalón de manta, sobre puesta chaparreras de cuero, camisa sin cuello de manta, con chaquetín de cuero y sombrero de palma, de ala ancha, la tropa llevaba bandera y guión, seguramente escucharon las ordenes dadas con corneta. Maine señala que la intención era llegar a la selva que se encontraba a unos 500 metros, para llegar a Paso del Macho, enfatiza ¡Todo el asunto era llegar hasta allí!, Le tout était d’y arriver! pero una partida de caballería mexicana ya bloqueaba el camino hacia el bosque.


En esos primeros dos enfrentamientos, quien ataco fue apenas una fracción de tropa, por Sebastian I. Campos, entonces mayor y participante de la batalla, sabemos que era dos secciones de Caballería (34), la mayoría soldados voluntarios de la Guardia Nacional de Veracruz, pobremente armados. Menciona que los jinetes mexicanos, disparan una andanada con sus armas, pero estas son carabinas de corto alcance y viejo diseño, momentos antes de arremeter, el documento francés señala, mientras se bate en retirada, rechaza victoriosamente varias cargas de caballería. No se esta victorioso cuando se bate en retirada, no lo sabían, ni lo pudieron suponer, pero era el inicio de la derrota.


Resisten bien esa primera confrontación los hombres de La Legión, aunque vale decir que por su armamento,  las dotaciones completas que cada soldado poseía y el entrenamiento a lo largo de años; refrendado en las guerras europeas y la campaña de Argelia, la ventaja táctica, era claramente de los legionarios. Podemos decir además, que en ese momento, la cantidad de hombres estaba a la par: una compañía de infantería  de los franceses y dos secciones de caballería de los mexicanos. Con todo, la fuerza mexicana en sus dos arremetidas los obliga a retroceder, para buscar refugio en los muros de la hacienda mientras los rodean, en tanto el restante contingente mexicano, se ordena que arribara desde la Joya, que es un predio a seis kilómetros al norte de Camarón y donde el coronel Milán tenía su campamento. Pero tardara aun varias horas en lograrlo.


El record mundial de velocidad para el galope de un caballo llega a 88 kms./hr. (35), aunque quizá en los casos más comunes de caballos árabes es de 70 kms./hr., pero supongo que no era el caso en Camarón, dice el cabo Maine que “el tamaño de sus caballos, poco elevados la mayor parte, pero de una fuerza notable y maravillosamente preparados”; entonces los animales usados eran caballos mesteños de poca alzada y digamos sin ser expertos, pero jugando como las cifras, que la máxima velocidad de esos caballos sea 30 kms/h. Si es cierto que 62 hombres mataron a 300 de un total de 2000 quiere decir, que por cada 12 disparos se tuvo una muerte. Entonces imagine usted a seiscientos jinetes lanzándose a 30 kms/h, recorrerán 500 metros en un minuto, rango que también es el máximo aproximado del fusil Minié, el ritmo de recarga de esta arma es de 2-3 por minuto, en personal poco entrenado, pero concedamos que pudieron recargar 6 veces en un minuto; en la primera andanada tuvieron que caer 5 jinetes en los primeros 100 metros y 25 mas en los restantes 400. Pero sabemos que no tuvieron que disparar a 500 metros de distancia, otra vez el cabo Maine “A paso lento descendieron la colina, se separaron en dos columnas con el fin de rodearnos y alcanzando unos 60 metros, cuando cargo sobre nosotros con grandes gritos.  Para llegar en esa distancia de los legionarios, un caballito de esos, habría necesitado apenas poco menos de 8 segundos, pero digamos que eran caballos flojos y tropicales y que por mucho que corrieran, apenas llegaban a 15 kms./hr., entonces habrían llegado a esa distancia en algo así como 15 segundos y a la mitad de la segunda recarga de los legionarios. Si se formaron  de 14 hombres por lado; pero si lo hicieron por 7, hubieran podido recargar 5 veces, disparando algo así como 140 balas en esas cinco recargas. Con todo eso, apenas habrían matado a 11.6 mexicanos, con el rango de un acierto cada 12 disparos, pero seamos generosos y regalemos ese .40 de mexicano que faltaba para redondear la cifra ¡Aun así permanecerían vivos y coleando 588 mexicanos! Sencillamente no hay como sostener, que una carga de 600 jinetes pudo ser detenida por 62 hombres, uno de los cuales ya sabemos estaba herido.


Digamos que un hombre puede caber en un metro cuadrado. Si se formaron de siete legionarios por lado, con un legionario recargando, mientras otro disparaba, apenas ocupaban 49 metros cuadrados. Una parte de los cuales no estaba totalmente ocupada. Si lo hicieron de 14 por lado, tomando en cuenta que el relato del cabo Maine señala que el capitán Danjou, se quedo en el centro tratando de controlar a las mulas, fueron 196 metros cuadrados; apenas la cantidad de metros cuadrados de un lote urbano. Ahora bien ¿Cuanto espacio ocupa un caballo? Aproximadamente 2 metros cuadrados, si como dicen se encontraban ese día presente 600 caballos, esto es 1200 metros cuadrados. Es decir, que por cada metro cuadrado ocupado por la formación, había 6 metros cuadrados ocupados por la caballería mexicana, pero donde las cifras se disparan, es cuando se observa la formación de 7 legionarios por lado, pues por cada metro ocupado por la Legión, hubiera habido 24 metros ocupados por la caballería mexicana. Todo lo anterior expuesto, colocando a monturas y jinetes apeados hipotéticamente, uno junto al otro. Como gráficamente se expresa en el recuadro.
 Comparativa del espacio entre espacio ocupado 
por las fuerzas beligerantes en Camarón

Cuando se escucha  o lee que había 2000 soldados mexicanos, de los cuales, 600 eran de caballería, inmediatamente  se imagina que el primer ataque de caballería, fue algo así, como la carga de la brigada ligera. 600 jinetes cargando contra 60 legionarios, estos por su buena puntería y organización, resisten en  una formación de cuadro. Imagínese una carga de 600 caballos, es decir 2400 patas al galope, que por muy esmirriados que estuvieran los pencos, su sola marcha habría sido un espectáculo impresionante, un caballo de mas o menos 1´57m tiene que tener un peso aproximando de 450kg, pero digamos, que como ya dijo el cabo Maine eran poco elevados, tal vez de unos 400 kilos solamente, esto es 240,000 kilogramos de carne, solo los caballos, contra unos 2400 kilos de ser humano, si los legionarios pesaban un promedio de 70 kilos cada uno ¿Pero ubicado en el sitio a donde ese esfuerzo se dirigía en ataque? La cosa sencillamente  habría sido terrorífica y que en el peor de los casos, como dijimos antes, nada mas hubieran logrado neutralizar a 12, según el rango de aciertos señalado. Pero concedamos, que mataron al doble, al triple, que mataron en esa carga, a los trescientos mexicanos que se ha dicho hicieron, quedarían 300 furiosos mexicanos aun; que hubieran llegado a la retícula,  como los guerreros lakota, cheyenne y arapaho (36)  atacando a Custer en la colina  Last Stand, durante la batalla de Little Big Horn, todos estarían arrasados  en las primeras horas de la mañana. En la  hipótesis planteada para la primera parte de la batalla, donde se dice, se causo al ejército republicano sus primeras bajas severas, en las dos cargas de caballería, hay cosas que mientras mas se piensan, mas dudas vuelven a surgir. Sencillamente las cifras no cuadran.


A lo que parece sucedió, es que un grupo de jinetes mexicanos, que era apenas una fracción menor de tropa y no los 600 jinetes que aseguran algunos autores tenía Milán, ni los 200 que informa este último a Comonfort, como la suma de todas las fuerzas de caballería a su mando, vienen a galope por el camino de La Joya; que se encuentra al noreste y que aun se distingue en las fotografías aéreas el camino y el predio. “Una hora no había transcurrido, el agua estaba hirviendo en los tazones y uno iba a poner café en ellas, cuando del lado del camino de Camarón que habíamos dejado, dos o tres centinelas señalan algo  anormal. (…) El polvo se elevó en el cielo en grandes remolinos”. (Maine)


Es lógico que en época de secas la tropa montada levantara una polvareda, no sólo eso, en un mundo no hollado por el ruido electro-mecánico actual, ese galope, habría sido claramente detectado. Los legionarios parten del predio de Palo Verde, en una de las versiones graficas conocidas, la de Geoffrey Skelton The French in Mexico, 1862-67 (37) al hablar de la batalla presenta un mapa en que se dividen en dos secciones, una pasa por el norte de la Hacienda de la Trinidad y la otra al sur.


En esta presentación de los hechos, se repite simplemente que Milán tenía 800 soldados de caballería. No se dice si estaban todos en la primera y segunda carga, pero ya señalamos, la imposibilidad de que los legionarios sobrevivieran a una arremetida de esa magnitud. Sin embargo, es importante mirarla atentamente  para tratar de deducir, lo que posiblemente ocurrió. Las dos secciones se juntan al oeste de la hacienda, donde se forman en cuadro, resisten la primera carga, avanzan al campo de nopales para ganar tiempo frente a los caballos, al salir del campo vuelve a cargar la caballería mexicana. En esta versión se omite la carga a bayoneta calada, que sabemos por Maine, tuvo lugar.


En la versión de esas dos cargas, de James W. Ryan, de su libro Camerone: The French Foreing Legion’s Greatest Battle, se ubican al noreste de la Hacienda, fuera del camino; mientras provenientes del noroeste, de la Joya, la caballería mexicana forma una línea que arremete por dos rumbos, como para formar una pinza; de la línea que ataca desde el noreste un grupo se desprende o desorganizado por la defensa de los legionarios, rápidamente se reorganiza , rodea la Hacienda y se ubica en la retaguardia de los legionarios; mientras las fuerzas mexicanas restantes vuelven a atacar desde el norte, ambas fuerzas son rechazadas, tal vez en dos tiempos distintos. De las fuerzas mexicanas ubicadas al sur, unas o todas, se reubican al este, interponiéndose entre los legionarios y la hacienda, los legionarios cargan a bayoneta en contra de esas fuerzas rechazándolas y finalmente ingresan a la hacienda.




Otra vez Maine: “Nos dirigimos después al camino hacia Chiquihuite. Nosotros fuimos divididos nuevamente en dos secciones, una a cada flanco, las mulas, el capitán y una escuadra en el centro, además de la escuadra de retaguardia, a 100 metros de distancia.”


“Apenas habíamos andado algunos pasos, cuando de repente vimos, en una colina a la derecha y detrás de nosotros, jinetes mexicanos congregados, espada en mano y listos para cargar. Tenían  sus chaquetas de cuero sobre sus hombros y nosotros les reconocimos muy bien. El tiro del centinela les había alertado. Con esta vista el capitán Danjou, reúne las dos secciones y la escuadra de retaguardia, nos hace formar en cuadro, para soportar mejor la carga. En el centro ponemos las mulas. Las dos malditas bestias, presionadas por todos los lados y lamentando su antigua libertad, saltaron,  cocearon, que parecían un tren del infierno. Nos vimos obligados a abrir las filas y ellas partieron a galope tendido por la campiña, donde pronto serían capturadas.”


 “El enemigo tenía la ventaja sobre nosotros, del lugar, con el suelo, llano y desnudo. Al borde del camino, favorecían las evoluciones de su caballería. A paso lento descendieron la colina, se separaron en dos columnas con el fin de rodearnos y alcanzando unos 60 metros, cuando cargo sobre nosotros con grandes gritos. El capitán dijo que no se dispara, también, los dejamos venir sin pestañear, el dedo en el gatillo. Un instante después y la masa como una avalancha, se dirigió sobre el cuerpo. Mas a la orden de fuego, una terrible descarga revierte a caballos y jinetes, mete el desorden en sus filas y los detiene en seco. Nosotros continuamos el tiroteo a discreción. Ellos se retiraron.”


“Sin perder tiempo, el capitán nos hace cruzar una zanja pequeña, cubierta de nopal, formando una valla que bordeaba el camino de la izquierda y remontándose  hacia Camarón. Además de este obstáculo, debíamos detener el impulso de la segunda carga, esperábamos llegar al bosque, que pudimos percibir al borde  de 400 o 500 metros de distancia y con su cubierta regresar a Paso del Macho sin problemas.”


“¡Todo el asunto era llegar hasta allí! Por desgracia una partida de mexicanos,  tenía ya anulado el noreste de la hacienda. Otros estaban tratando de cruzar la cerca de cactus. Mas la mayoría de sus caballos eran robados. Una vez más, hemos formado un cuadro y como los atacantes disminuyeron en número, mientras cargaban otra vez con la misma formación, sostuvimos este ataque con más resolución que la anterior. Se retiraron de nuevo.”
 Cabo Louis Philippe Maine

El mayor Sebastian I. Campos, que también se encontraba en ese lugar y eventos, en su recuento de la guerra, al recordar acerca de esa parte de la  batalla señala: “A las seis de la mañana una sección de exploradores compuesta de veinte hombres al mando del teniente D. Anastacio Jiménez hermano del Comandante , abrió la marcha, siguiéndola a las siete el resto de la fuerza, á cuyo frente iba el referido comandante y el capitán X……, y cuando llegaron a los linderos del camino, como en éste no apareciera alma viviente, unidos los exploradores al resto de la sección, comenzaron á bajar dirigiéndose á la “Joya”, como estaba ordenado, Allí debería encontrarse ya Milán con la fuerza de infantería.


Entre ocho y nueve, una polvareda que notó a menos de una legua de distancia, hizo suponer a Milán había anticipado su salida; pero esto no era razonablemente admisible, pues en todo caso darían un rodeo tan innecesario como peligroso, Jiménez  continuo avanzando, si bien con las precauciones necesarias. La caballería formó en ala, corriéndose á la derecha del camino para cortarlo en una extensión mayor, y con las carabinas en guardia, divisando á paso andar una fuerza de infantería enemiga, como de cien hombres pertenecientes al 2º batallón de la “Legión Extranjera” que se dirigía a Córdoba. Los dragones hicieron alto, rompiendo el fuego desde luego, auque á demasiada larga distancia, siendo infructuosos sus tiros, por lo que Jiménez ordenó el avance sin apresurarse demasiado, temeroso deque aquella no fuera sino alguna simple descubierta. El enemigo retrocedió entonces lentamente, haciendo fuego en retirada hasta ampararse de un caserón de mampostería, donde se refugió”  (38).


Entonces no hubo carga de la brigada ligera, ni grandes bajas en ese momento,  sino una sección de caballería, tal vez cincuenta o sesenta jinetes atacan y hacen retroceder a los legionarios hacia los muros de la hacienda, primero formada en ala, como dice el mayor Campos y luego en dos columnas. La Legión necesita resistir la carga de caballería que ataca, se forma en un cuadro. La arremetida cobro tanta fuerza y velocidad, que para evitar ser  partidos en dos, si se formaban en línea y proteger sus provisiones,  Danjou, aquello que ve venir de la mejor forma posible. El ataque es tan brutal que desorganiza el cuadro, de forma que las mulas con el agua, comida y municiones extra escapa del control del capitán, que las trata de mantener en su mando, lo que no logra por el espanto de los animales, que escuchan el galope de los equinos que vienen contra ellas. La carga es contenida por la organizada fusilería,  desorganizada momentáneamente. Los legionarios también retroceden hacia una gradiente donde se encuentra un campo de nopales, el buen ojo del capitán Danjou reconoce rápidamente la posibilidad de ralentizar a la caballería atacante, al ingresar a la zona plagada de cactáceas espinosas, sabe que no hay victoria en el campo abierto, necesitan parapetarse con urgencia. La caballería mexicana se reorganiza y vuelve a cargar nomás superan el campo de nopales y se reorganiza una tercera vez más, para interponerse un grupo de jinetes entre el campo de nopales y la hacienda, cuando la 3ª compañía carga a bayoneta, al pequeño grupo que trata de cerrarle el paso, lo superan y llegan a la hacienda. La caballería mexicana desmonta y rodea efectivamente la hacienda, ocupando incluso algunos hombres el ala noreste de la casona.


Para determinar la ubicación de los eventos a lo largo de la batalla y la amplitud espacial de la misma, es conveniente observar las elevaciones del terreno, para determinar la ruta de las dos fuerzas beligerantes; lo haremos en base a lo dicho por un testigo presencial el cabo Maine, quien señala la entrada que tuvieron a la selva a partir de la polvareda observada, desde la parte norte de Palo Verde, hasta volver a salir al camino, su cruce de la hacienda y posterior ubicación de la tropa mexicana sobre una pequeña loma, misma que revisando las elevaciones en la fotografía aérea disponible, se encuentra al noreste, con una atura máxima de 478 metros sobre el nivel del mar (msnm), pero muy al este y la más óptima a 426 msnm, al centro de esa elevación natural del terreno, en la zona de Camarón, como se observa en la siguiente gráfica:


Desagregando las partes en que se compone esta primera parte del combate, después de considerar las elevaciones, para encontrar las posiciones de las fuerzas beligerantes, en especial: (a) el camino al noroeste, que cruza el río Jamapa, proveniente de La Joya; (b) la selva al norte de Palo Verde, hasta el arroyo, intermedio entre el camino y el río Jamapa; (c)  la “Loma”, al noreste;  (d) el pequeño barranco al sur de la vía del tren (antiguo camino real y acceso al poblado y hacienda), donde se ubica actualmente un cuerpo pequeño de agua represada.


Siguiendo el horario aproximado, como se puede establecer del relato de Maine a las (1) 08:00 hrs. los vigías observan algo extraño al norte del campamento de Palo Verde; (2) miran la polvareda y con el catalejo del capitán Danjou este llama a las armas; (3) salen a la carretera pero entran a batir entre la selva, no llegan al río Jamapa, regresan rumbo  Camarón; (4) por un accidente del camino, dejan de observar la polvareda de la caballería mexicana; (5) salen de la selva a 300 metros de la hacienda, un francotirador mexicano dispara, hiere a un legionario en la cadera; (6) el capitán Danjou ordena dividirse en dos secciones caminando a norte y sur del poblado, para batir los jacales y los edificios de la hacienda; (7) las dos secciones después de batir la hacienda se reúnen a 500 metros de la casa principal y avanzan; (8) notan a la caballería mexicana sobre una pequeña loma, (la única elevación que existe, se encuentra al este, siguiendo el curso del río Jamapa), esta avanza y los legionarios resisten la PRIMERA CARGA; (9) retroceden al campo de nopales; (10) SEGUNDA CARGA; (11) la caballería mexicana maniobra y una parte de ella se interpone entre los legionarios y la hacienda CARGA A BAYONETA y (12) se refugian en la hacienda, que es rodeada por la caballería mexicana, algunos soldados mexicanos capturan el ala noreste de la casa principal de la hacienda. Pudo haber sido así:


Cuando el cabo Maine habla de esta parte del combate, entre la primera, segunda carga de caballería y la carga a bayoneta calada de los legionarios, deja caer un garbanzo de a libra, al  referirse a las balas que volaban “Si el mexicano ha demostrado a menudo, frente a las balas un valor innegable e incluso un poco fanfarrón, parece que cualquier encuentro con cuchillos, le es de mucho menor gusto.” ¿A que se refiere? Cualquiera, desde los héroes a los cobardes hacen o dejan de hacer, frente al temor humano de la muerte, pero no fanfarronean. Algo sin embargo hay de cierto en lo que vio Maine y es, que cualquier combatiente pudiéndolo hacer sin riesgo, trata de exasperar a su enemigo, lo fuerza a gastar su parque, desgastándolo psicológicamente también sus reservas anímicas, para posteriormente reducir su capacidad de fuego y resistencia, cuando esta sea critica en el desarrollo del combate. Se burlarían, correrían de un lado a otro para hacerlos disparar. Esa “fanfarronería” que menciona Maine, es quizá una prueba importante, que el rango de aciertos en contra de  las filas mexicanas, no es el que se repite desde el artículo de Lande sin mayor análisis o crítica.  Tan es así, que cuando los jinetes enfrentan a los sables-bayonetas y no hay que olvidar que aquellos rancheros montados, sabían la clase de heridas que los machetes podían causar, en una tierra en donde los desavenencias entre particulares, aun se zanjan con esas armas blancas, al ver los sables-bayoneta montados en los fusiles Minié, no habría cadena de mando que los obligara a interponer su caballo, contra el filo asesino, cuando el caballo, no solo era un medio de transporte, sino un medio de vida; no en balde Jean Meyer, al referir la requisa de caballos en Zacatecas por los federales, durante la Cristiada, menciona que disparo el alzamiento en varios lugares, pues si les quitaban los caballos, les quitaban la vida; así verían la disyuntiva entre terminar el avance del enemigo o terminar la vida de su animal; tal vez pensarían que franceses, como quiera aún había muchos, pero caballos, sólo tenían el que montaban. Mayor Campos: “La caballería formó en ala, corriéndose á la derecha del camino para cortarlo en una extensión mayor, y con las carabinas en guardia, divisando á paso andar una fuerza de infantería enemiga, como de cien hombres pertenecientes al 2º batallón de la “Legión Extranjera” que se dirigía a Córdoba. Los dragones hicieron alto, rompiendo el fuego desde luego, auque á demasiada larga distancia, siendo infructuosos sus tiros, por lo que Jiménez ordenó el avance sin apresurarse demasiado, temeroso deque aquella no fuera sino alguna simple descubierta. El enemigo retrocedió entonces lentamente, haciendo fuego en retirada hasta ampararse de un caserón de mampostería, donde se refugió”


Las cargas de caballería “En la era de las armas de fuego, los parámetros básicos son la velocidad de avance frente a la velocidad (o efectividad) de fuego. Si los atacantes  avanzan a un ritmo más rápido que los defensores pueden matar o incapacitar, entonces los atacantes llegaran a los defensores (aunque no necesariamente sin ser debilitados en número). Hay muchos modificadores para esta simple comparación: tempo, fuego de cobertura, organización, formación y terreno, entre otros. Una carga fallida puede dejar a los atacantes vulnerables a una contra-carga.


“Se ha producido un aumento constante en la tasa de fuego de los ejércitos aproximadamente por los últimos 700 años, pero mientras que las cargas masivas han sido exitosamente rotas, éstas también han salido victoriosas. Es sólo a partir de finales del siglo 19, que las cargas rectas se han vuelto menos exitosas, sobre todo desde la introducción de la ametralladora y la artillería de retrocarga” (39). En el caso de las dos cargas de caballería, de ninguna manera la taza de disparos pudo detener un masivo ataque con una amplitud de campo de 1200 metros cuadrados, cuando el mismo cabo Maine dice “El enemigo tenía la ventaja sobre nosotros, del lugar, como el suelo, llano y desnudo. Al borde del camino, favorecían las evoluciones de su caballería”. Recuérdese también que era la época anterior al uso de la ametralladora y la artillería de retrocarga en el campo de batalla, que vieron acción en el caso de la primera, limitadamente en la guerra civil norteamericana, con el uso de las ametralladoras Agar y  Gatling (40) y en la segunda, hasta que el coronel Charles Ragon de Bange desarrollo en  1872, lo que se conocería como el sistema De Bange (41), un nuevo tipo de obturador, que soluciono los problemas que venían presentando los cañones de retrocarga desde los sistemas Wahrendorff (42) y Amstrong (43), pero ninguna de esas tecnologías estaban presentes en el combate de Camarón. Mas aun, en la era de la ametralladora  “Una de las más exitosas cargas ofensivas de caballería del siglo 20, no se llevó a cabo por la caballería en absoluto, sino más bien por infantería montada, cuando el 31 de octubre de 1917, la cuarta brigada ligera a caballo australiana, cargo a través de dos kilómetros de campo abierto, frente a la artillería y fuego de ametralladora otomana para capturar con éxito Beerseba, en lo que vendría a ser conocido como la Batalla de Beerseba” (44), incluso soldados de infantería montados, cargando masivamente pudieron superar esos obstáculos, imagínese cuanto más efectiva sería una carga, si se trata de jinetes habituados, desde su más temprana infancia a manipular caballos, como seguramente eran los que cargaron el 30 de abril de 1863 en contra de los legionarios.


Las armas


Para defenderse de esas primeras arremetidas y el sitio de la hacienda, los hombres de la 3ª compañía estaban equipados con el fusil Minié, patente de 1851 del Ejercito Francés; armas que estuvieron en el inventario militar de Francia, hasta 1866.  Nuestras armas, al igual que las de otras tropas del cuerpo expedicionario, fueron la carabina Minié de bala forzada, entonces, con toda su prestigio y la bayoneta-sable (Maine). El diseño de estas armas fue un factor importante en la batalla de Camarón. Eran de avancarga pesaban unos 4.8 kilogramos cada  uno, la bala minié pesaba 32.4 gramos o 1,9 Kg., si llevaban 60, esto es 6.7 kilogramos, añádale medio kilo mas por la  fornitura, la bayoneta, el total del peso del armamento estaría sobre los 7.2 kilogramos.
 Soldado Francés con fusil Minié, Patente de 1851

Este rifle jugo un papel importante en el siglo XIX, pertenece a la basta categoría de mosquetes de cañón rayado, que fueron desarrollados después de la invención de la bala Minié, en 1847, por los capitanes del ejercito francés  Claude Etienne Minie y Henry-Gustave Delvigne. Esta arma se carga por la boca del cañón, extrayendo el proyectil y el elemento explosivo de un cartucho de papel; una innovación que representó la utilización del fusil, como arma práctica del campo de batalla. Se desarrollo después de las dificultades encontradas por el ejército francés en África del Norte, con los combatientes argelinos (45).


La bala minié tiene una forma cónica de base hueca, ojival al frente, y con tres ranuras en la base; la forma de la munición. Permite que al expandirse los gases  en el hueco dentro de la bala, el rayado realiza un cierre estanco, sobre el alma rayada del cañón, estabilizando el proyectil hasta por 550 metros. Los legionarios llevaban 60 cartuchos, que contenían la ojiva y la pólvora dentro de los mismos, estaban hechos de papel encerado para proteger la pólvora de los elementos, especialmente de la humedad y que permitía una recarga rápida del arma, en el caso de los legionarios, pudo llegar a seis proyectiles por minuto, una proeza de entrenamiento.
 El procedimiento para cargar el rifle es complejo y dividido en varías tareas que se debían realizar sistemáticamente, para lograr un disparo, aun así, era un avance en la rapidez para cargar el arma y en la exactitud del disparo, propiamente dicho. Desagregadas las fases de la carga estas consistían en (1) extraer el cartucho de papel de la bolsa de cartuchos, (2) abrirlo generalmente con los dientes, (3) dejar caer la pólvora en el cañón del arma, (4) insertar la munición de plomo, (5) sacar la varilla compresora y presionar con la misma hasta el fondo del cañón, acción que servia tanto para ubicar al fondo del arma pólvora y bala, como limpiar el estriado del cañón de los residuos de carbón en el mismo, (6) extraer la capsula fulminante y ubicarla sobre el yunque, (7) amartillar el arma, (8) apuntar y disparar. Con todo y esas fases, esta arma hizo del rifle un instrumento funcional en el campo de batalla. En la guerra civil norteamericana, el norte fabricó cerca de doscientos millones de cartuchos Minié, para medio millón de rifles fabricados por el arsenal de Springfield.


Balas de mosquete a la izquierda y minié a la derecha (46)


 “Imagine un humeante campo de batalla, con soldados disparando sus armas de pólvora negra el uno contra el otro. Una rápida recarga es fundamental para ganar el día. Imagine más, teniendo que cargar una bala envuelta en trapo al fondo del cañón ¡No muy rápido que digamos! Después de disparar sólo unas cuantas veces, el interior del cañón y su alma rayada, debido a la naturaleza de la combustión de la pólvora negra, estará cubierto de residuos. Muy pronto el arma será imposible de recargar ¿Qué hacer? Crear una bala de menor calibre, en este caso un cuerpo cónico de plomo, que pueda ser empujado a través de un conducto de cañón muy sucio, en tanto que se toma ventaja del alma rayada concéntrica del conducto del cañón, para hacer girar exactamente  hacia el blanco. Muchas balas de calibre menor al conducto del cañón, son mencionadas, pero la que mas a menudo es citada en libros de historia, es la Minié, no sólo es de calibre menor, para mejorar el ritmo de recarga después del disparo, sino que se aferra al rayado del alma del cañón, por el fenómeno de la obturación.  La bala en descanso (inercia), tiende a mantener el descanso, incluso cuando tiembla en la base por la terrorífica fuerza entregada por el gas expendiéndose por la detonación del polvo de carga” (47). ¡Estas balas fueron en parte la causa de la muerte de 600 mil soldados en la guerra civil norteamericana! Efectivas y letales si eran.



Fémur distal humano con herida de una bala Minié
de 510 granos disparada por un rifle Springfield modelo 1862 (48)


La colonia con sus estancos y monopolios, dejo a la naciente república sin la capacidad industrial para producir armas y pólvora, factor importante en la derrota mexicana de 1847. Aunque ya el Padre de la Patria, el 6 de Diciembre de 1810 en Guadalajara había dicho “Que todo aquel que tenga instrucción en el beneficio de la pólvora, pueda labrarla sin más pensión que la de preferir al gobierno en las ventas para el uso de sus ejércitos, quedando igualmente libres todos los simples de que se compone” (49). La dictadura de Santa Anna y su desconfianza en la formación de la Guardia Nacional, imposibilito el deseo de Hidalgo; con todo, el habitante que requería del producto siguió produciendo pólvora y fabricando armas, para sus necesidades de autodefensa y cacería.  Por eso los combatientes veracruzanos ahorraban sus preciosos tiros y cuidaban celosamente la pólvora. Disparar muchos tiros, no era costumbre de los soldados de la Guardia Nacional, para empezar no los tenían. La mayoría usaba mosquetes, los mejores tal vez, residuos de la tecnología de la era napoleónica de avancarga, con “llave de chispa”, de un solo tiro. Con seguridad de fabricación española,  armas sobrevivientes de la guerra de independencia; fusiles norteamericanos,  herencia de los usados durante la guerra de 1847 o francesa, comprados a diversos mercaderes de armas; pero mas seguramente, de manufactura artesanal y usaban pólvora negra, que ellos, como cazadores ávidos fabricaban, muy sensible a la humedad de la región, la  cuidaban y no la desperdiciarían, sino para lograr un blanco, como es natural de cualquier fuerza guerrillera o asimétrica.


Cuando Maine habla de las armas que vio, se refiere de la siguiente manera: “Además, todas esas tropas, estaban armadas superiormente, con armas perfeccionadas de origen americano, los jinetes de sable, revolver y mosquetón. Buen número de guerrilleros tenían la lanza y la infantería la carabina de de alma rayada  y la espada bayoneta”


La carabina de alma rayada en el siglo XIX era “esencialmente un fusil de ánima lisa que el cañón ha sido rayado”  (50). Es decir, se trataba de viejos mosquetes y tercerolas (51) a los cuales se les rayó el estriado del cañón para modernizarlos o simplemente se les monto un nuevo cañón de alma rayada. Seguramente eran viejas armas de llave de chispa, que como los fusiles Minie en 1867, se les modernizo,  en el caso de estos últimos, para disparar cartuchos de papel, en la modalidad de retrocarga, como los fusiles franceses Tabatiere. Nosotros no llegamos a esa sofisticación industrial, pero adaptamos las viejas armas con el conocido “ingenio del mexicano”, tal  como refiere Porfirio Díaz hizo en su juventud, artesanos talentosos habrían en los pueblos y villas, para mejorar los viejos mosquetes (52) que “Sin embargo, se utilizan exclusivamente para el lanzamiento de municiones a bala única especialmente diseñadas (véase, tipo bala tipo "sabot") y no pueden con perdigones. Ellos ofrecen una mejor exactitud y rango de armas de ánima lisa, pero mucho menos que una carabina, debido a las pobres propiedades balísticas del proyectil” (53).


Mosquetón 1829 T con sable bayoneta, armas similares a estas vio el cabo Maine,
 mientras fue prisionero de guerra (54)


La otra mención es la del mosquetón, viniendo de un francés de 1863, seguramente se refiere a los mosquetones de la caballería modelo del año IX,  gendarmería modelo 1825 o de artillería modelo 1829 de almas lisas, el mas antiguo de los cuales era de llave de pedernal. Las armas que vio bien pudieron ser viejas tercerolas modificadas, que le recordaron por su apariencia, esas arma reglamentarias francesas.  

Machete y Vaina artesanal veracruzana, con este tipo de instrumentos del campo se enfrentaron los soldados de la Guardia Nacional de Veracruz a los Legionarios,

Colección del autor


Es curioso que tratándose de las armas mexicanas, el cabo Maine use para describirlas las palabras  le mousqueton y la carabine rayée, que ya dijimos probablemente el tipo de armas que se trataba, pero cabe poner en perspectiva el origen de las armas. Dice Maine “toutes ces troupes étaient supérieurement armées, avec des armes perfectionnées de provenance américaine,“ (“todas esas tropas, estaban armadas superiormente, con armas perfeccionadas de origen americano”), luego, si fueron perfeccionadas, repitámoslo lentamente perfectionnées de provenance américaine. Entonces, eran de origen norteamericano, pero por la redacción, la frase se refiere a que fueron perfeccionadas por los usuarios, en este caso los mexicanos, no del país de origen. Dice Sebastian I. Campos “Además, el armamento era muy superior en calidad al nuestro: de mayor alcance y de mayor calibre, y dotados para una marcha larga, llevaba cada oficial y cada soldado, todos armados con carabinas, diez y ocho paradas, todas consumidas según confesión de los prisioneros” (55)


Mosquetón 1825 de la Gendarmería, transformado de llave de chispa
 a percusión en 1841 (56)


Se ha sostenido que el triunfo de las fuerzas republicanas, se debió a la entrega de enormes cantidades de material de guerra, proveniente de los Estados Unidos. Bueno, eso en 1863 sencillamente no ocurría, toda vez que la guerra civil norteamericana entraba en su segundo año, habiéndose separado el sur, después del bombardeo de Fort Summer el 12 de abril de 1861 (57).


Con la intervención francesa en México ocurriendo a marchas forzadas “En respuesta a esas acciones, el secretario de Estado Seward emitió declaraciones desaprobatorias, pero el gobierno de los Estados Unidos, fue incapaz de intervenir directamente, debido a la guerra civil norteamericanas”   (58) Podríamos decir,  siguiendo la jocosidad de nuestro pueblo, que desaprobar, no empobrece. “Mas aún, tanto Seward como el Presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln no querían antagonizar más a Napoleón III y arriesgarse con su al lado de la Confederación”  (59). Por eso se le atribuye a Porfirio Díaz la frase: “Ni aunque uno de los apóstoles de Cristo, fuera Presidente de los Estados Unidos, nada bueno puede esperar México de ello”.


Tan desesperada  era la situación de las fuerzas republicanas, que el joven Matías Romero en su carácter de representante del gobierno de la república, escribía en los Estados Unidos, a donde llego en septiembre de 1863, presentando sus cartas credenciales al presidente Lincoln “Esperamos prolongar nuestra resistencia indefinidamente hasta que queden convencidos de la imposibilidad de consolidar la posición de Maximiliano. El tiempo (que decidan quedarse) puede ser extenso o breve; nuestra tarea es acortarlo y, para ello, no deben controlar una pulgada más de territorio de lo que ya dominan y no deben vencer a otro soldado (mexicano). No obstante, la única manera de evitar esas pérdidas es que usted suministre armas a nuestras fuerzas” (60). Lincoln, un hombre de ideales, tenía otras prioridades en ese momento, cuando el triunfo de la causa de la Unión, se miraba complicado y tendría que efectuarse  384 batallas, para asegurarlo (61).


Números. Era 62 armas largas con balas minié en poder de los Legionarios, un número indeterminado de cortas, pero al menos 3, en poder de los oficiales. Si poseían 60 tiros por legionario (62), eran 3720 tiros. 10 horas de combate con 60 tiros, esto fue 6 tiros por hora por legionario. Entonces ¿Por qué dos mil mexicanos no pudieron con ellos? 
  
Coronel Francisco de Paula Milán, héroe de Camarón


 Piénsese ¿Y si todos estos supuestos  dos mil soldados hubieron estado armados con fusiles, tan sólo con la mitad de dotaciones de la Legión? ¡Habrían sido sesenta mil tiros!


¿Qué habría sucedido si esa cantidad de poder de fuego se descarga en contra de la hacienda? Imagino que Francisco de Paula Milán no era un imbécil, toda vez que en un testimonio francés, dice “notándose la buena táctica del jefe que mandaba esa tropa”. Piénsese 50 soldados descargando un tiro y procediendo a recargar, mientras otros 50 disparan, 500 de esos 2000 legendarios soldados mexicanos, divididos en 10 grupos de 50, descargarían cada dos segundos una andanada; siendo que un hombre de ese tiempo podía recargar un rifle de avancarga cada 20 segundos, o tres disparos por minuto, el ritmo de esos 500, habría inmovilizado a los legionarios, forzándolos a ponerse a cubierto, mientras, en los flancos el resto de los 1500 hombres inician el ataque. Pero ya dijimos citando testigos franceses que José Paula Milán no era imbécil, sencillamente no tenia 2000 soldados, ni 2000 armas de fuego, dudo que incluso sus armas de fuego llegaran a 500. Pongámoslo de la siguiente manera:


Construyo el anterior escenario de 500 soldados mexicanos, perfectamente armados y entrenados de una tropa de 2000, solo para presentar mi caso, acerca del número de hombres y cantidad y calidad de armas; sencillamente no fueron tantos y se combatió en las condiciones mas adversas sin descanso, hasta lograr la victoria, en un momento histórico muy duro para el país, donde el grueso del Ejercito de la República, resistía valerosamente el bombardeo francés en Puebla y por tanto, el grueso de las mejores y más modernas armas mexicanas ahí se concentraban y en las horas en que propiamente se dieron los hechos aquí comentado, donde fue el sobrado valor de los soldados voluntarios de la Guardia Nacional veracruzana y la pericia de sus comandantes, la que ganó el día y la victoria. Es imposible que las fuerzas veracruzanas tuvieran esa cantidad de hombres, armas y municiones.


El combate en la hacienda


Mayor Campos: “El enemigo comprendió su situación, y entretanto los dragones y el Capitán X……., corrían á toda rienda, los franceses desempedraron el patio y piso de la casa amontonando la piedra a modo de muro, tras la puerta del zaguán y la (de) una ventana, y aspilleraron las paredes; de modo que, situada la casa en medio del campo, podían hacer fuego por todas las partes en una extensión dilatada y libre de obstáculos, lo cual quintuplicaba sus fuerzas.”


Por las medidas dadas por Maine y lo que se observa de los restos de la hacienda, en el contexto urbano actual, la superficie de la finca, es aproximadamente de 2500 metros cuadrados. La casa que da al lado norte del camino, en 1864 sabemos que se extendía de lado a lado, entre los muros oeste y este; debía tener 50 metros sobre el eje de lado norte de la calzada y tal vez 10 metros de fondo; por tanto ocupaba 500 metros cuadrados de superficie. Los cobertizos, no era posible que ocuparan tanta superficie, pero al menos pudieron tener 200 metros cuadrados; pues serían el sitio en donde se guardarían granos para la casa y pastura, para los semovientes que ahí pernoctaban, debieron tener paredes de adobe, al menos hasta una cierta altura, para impedir que las mulas, caballos y burros los brincaran en busca de alimento extra; por eso pudieron ser usados, como parapetos improvisados tan efectivamente por los legionarios. Es seguro que la mayor parte de la superficie, estuviera destinada al patio, un atractivo lugar para encerrar las recuas de acémilas, que era uno de los negocios de la casa, hasta antes de la guerra.


Hacienda, ubicación del espacio de la misma en el combate

El capitán Danjou distribuyo al personal de la siguiente manera: ala noroeste de la casa, dos escuadras; puertas del lado oeste, dos escuadras; brecha, una escuadra; e el techo estaba el sargento Morzicki, con unos pocos hombres; el resto de la compañía, fue puesta en reserva “entre las dos puertas, con un ojo puesto, tanto en las cuatro esquinas del patio y listos para ir a donde el peligro se volviera demasiado apremiante”. Todo lo anterior dicho por Maine, quien continúa:


“Hasta entonces, habíamos disparado de ambos lados, visto el intercambio, de algunos disparos de fuego, sin que el enemigo pudiera aprovechar, la oportunidad  de participar plenamente. En cambio, parecía reacio a comenzar el ataque y no estábamos muy lejos de creer, que se retiraría. Nos desengañamos pronto.”


“Morzicki se apercibió, mientras caminaba en el techo, por encima de las habitaciones ocupadas por el enemigo. Un oficial mexicano, con pañuelo blanco en la mano, él mismo llegó a los pies de la muralla exterior y hablaba buen  francés, en nombre del coronel Milán, nos conmina a rendirnos: "Éramos demasiado pocos dijo: nos haríamos inútilmente masacrar, más nos valdría resignarnos a nuestra suerte y deponer las armas; a nosotros, nos prometía salvar la vida, que íbamos a dejarnos matar innecesariamente, en vez de resignarnos a nuestra suerte y la entregarnos, se nos prometió  la vida.'


Frente a esta negativa el combate se inicia con ferocidad, se dan los primeros intentos de tomar la posición completamente. Hay que recordar, que desde casi ocuparon los legionarios la hacienda, el ala noreste estaba en poder de soldados mexicanos.


La defensa de la hacienda se dio en dos frentes, el exterior, intentando contener el asalto y la interior, tratando de mantener a raya, a los soldados que ocupaban ya una parte de la casa principal de a hacienda.  Maine: “Ellos no fueron los únicos en sufrir, porque nosotros estábamos imperfectamente protegidos y muchos de nosotros, cayeron muertos o heridos. Sobre todo en el dormitorio, la lucha fue terrible. Los mexicanos trataban de invadir desde el exterior. Al mismo tiempo, los que ocupaban las habitaciones contiguas, habían comenzado a penetrar en las aperturas de las paredes y techos. Los defensores así presionados, comenzaron a debilitarse.”


Maine nos da una ubicación aproximada del tiempo de esta situación al dar las hacia las once del día, cuando el capitán Danjou, “llegó a visitar el puesto de la sala y él mismo reconoció, que no podría aguantarse mucho más. Cuando regresando de la reserva, fue alcanzado por una bala en pleno pecho” Es en esta secuencia de hechos, que se da el famoso episodio del juramento, que debió darse después del reconocimiento de la imposibilidad, de sostener el punto,


La muerte del capitán Danjou, debió ocurrir entre las 11:15 y 11:30, a partir de esta, la actividad incansable de los soldados de la Guardia Nacional de Veracruz,  logran abrir una puerta a culatazos, tan efectivamente como para lograr desalojar la totalidad de la casa al inicio de la ocupación, las dos escuadras apenas formaban una totalidad de 14 hombres, esto es a las 10 hrs, en una hora a hora y media, solo quedaban quince, nueve habían sudo heridos o muertos.


Como dijimos Danjou no era un delirante, pero había visto primero, como los lanceros mexicanos atacaron con brío y valor a toda prueba y después, esa determinación casi suicida de tomar la hacienda, convertida en fortaleza. Debió comprender, casi desde el primer instante lo que se venía; tal vez recordó esas otras tierras tórridas, sólo que aquellas secas, su mano izquierda perdida por la explosión del cañón del rifle, defendiéndose de los combatientes del desierto. No vio muchos uniformes, ni uniformidad en aquellas tropas desaliñadas y reúne a los sobrevivientes y los hace jurar que se sostendrían, los reconoció superiores, como lo expresa el vizconde De Borelli en su bello poema. Quizá el español que estaba entre sus hombres, en otra oportunidad, le refirió las estrofas de “El soldado español de los Tercios” de Pedro Calderón de la Barca,  su final le gustaría, pues él también sabía que “la milicia no es más que una/religión de hombres honrados”. Supo que la chusma rechazada, sin patria y sin blasón, haría del regimiento su patria. Quizá agradeció al tirador mexicano, dislocar el paso de su corazón con la bala de su rifle. Lo imagino caer desplomado, como Ceiba, arrebatada del suelo por la tormenta. Aquella furia congregada contra él y sus legionarios, fue el escenario mejor para esa muerte. Hay seres humanos tan nobles ante los cuales pareciera, que el mismo Dios derrama lágrimas. No lo supiste, no había como, les diste patria a tus desarrapados soldados voluntarios, los míos, se ganaban también voluntarios, el derecho a ser llamados ciudadanos de esta república, que no quería morir y por eso te explico, amado, querido capitán valiente, te teníamos que matar, para fundirte en tu leyenda  y para dejarte aquí, en la historia de mi patria. Respetamos tu cadáver, lo sabes, cuidamos a tus heridos como si fueran propios y despojamos a tus muertos de  sus vestidos y armas, porque la guerra es ingrata y maligna, por eso el primer deber del que la pelea, debe ser el evitarla;  otros soldados fueron vestidos con esos gloriosos uniformes, tan pobre era nuestro ejército republicano y siguieron con su guerra, hasta que expulsaron todo vestigio de monarquía, nos dimos república y republicanos, te dimos con nuestra sangre, la república que te honra ahora, la nacida de la conciencia hambrienta, esta sí, loca y delirante, porque hay que ser delirantes y locos para soñar la igualdad de los hombres, los míos y los tuyos, que aquí en Camarón se quedaron. Con plomo te recordamos el nombre de tu promoción en Saint Cyr, en el pecado del imperio, llevabas la penitencia de la república.


Hermosa imagen del momento de la caída del Capitán Danjou,
Propiedad de la Societé des Amis du Musée de la Légion Étrangère


“La defensa continuó. Los mexicanos eran los dueños de la casa entera. Pero ellos no disfrutaron de su ventaja por mucho tiempo. Emboscados en el patio, nosotros usamos todas las aperturas con un fuego tan intenso y preciso, que tuvieron que dejar la plaza,  primero el piso superior, luego la planta baja. Por consiguiente, no aparecían sino a intervalos y a cubierto. Pero con sólo una cabeza, un brazo de uniforme en la jamba de una puerta o ventana, una bala bien dirigida castigaba esa imprudencia.”


Al mediodía llego la infantería, Maine dice que eran 1200 hombres divididos en tres batallones, mas el escuadrón de “Dragones”, caballería federal. Maine, como combatiente resguardado en los muros de la hacienda y después como prisionero de guerra, no pudo contar a los hombres de Milán ahí presentes. Milán  en su informe señala que  contaba  con 650 soldados de infantería y 200 de caballería. Milán no señala que el total de las tropas hubieran sido empleadas en el asalto de la casa. El mayor Campos sin embargo, recuerda que fueron las dos secciones de caballería ya presentes, desde las primeras cargas de la mañana que obligaron a los legionarios a refugiarse en la hacienda, entre 50-60 soldados; dos compañías del batallón de infantería Guardia Nacional de Veracruz 60-120 hombres; los piquetes del “izote” y de “Córdoba”, un piquete es indeterminado la cantidad de hombres, pero puede ser superior a un pelotón y menor que una sección, entre 15-20 hombres, el Diccionario de la Real Academia lo define como: “Grupo poco numeroso de soldados que se emplea en diferentes servicios extraordinarios” (63);  el batallón Guardia Nacional de Jalapa, debieron ser al menos tres compañías, entre 150-300 hombres ¿Pero de que tamaño pudieron haber sido esos tres “Batallones” que vio Maine? Tal vez Porfirio Díaz en sus Memorias nos da una idea del tamaño aproximado de esas fuerzas, cuando en su parte de la Batalla de Miahuatlán, menciona que el  Batallón Morelos de Tlapa, con 100 hombres de fuerza y el Batallón La Patria con 96 plazas (64), batallones que eran de la Guardia Nacional de Oaxaca y ya era el año de 1866, cuando las fuerzas de Porfirio Díaz estaban a la alza, pienso por tanto, que la composición de los Batallones de la Guardia Nacional de Veracruz en 1863, al menos no tendría que haber sido muy distinta e los números de hombres por batallón, hay que considerar una cantidad de soldados presentes en Camarón entre 300-400 hombres como la totalidad de las  fuerzas mexicanas en el sitio, el resto de los 850, estarían en la Joya. Más adelante, comentaremos el origen del número de 2000 soldados, al mando del coronel Milán. Veamos las dos versiones:


Cabo Maine: “Cerca del mediodía, oímos un sonido lejano de corneta. Nosotros todavía no habíamos perdido toda esperanza y creímos por un momento, que los franceses venían en nuestro rescate. Entonces, temblando de alegría, estábamos a punto de salir del corral, para correr delante de nuestros camaradas. De repente, el batir los tambores, esos pequeños tambores mexicanos, roncos y planos, como la panderetas, jugando una especie de marcha saltarina, muy diferentes de nuestras melodías francesas y a partir de aquello no podíamos más, mal interpretar.


Fue la infantería del coronel Milán, que se anuncia, a la izquierda, en la mañana, desde el campamento de la Joya. Prevenidos más tarde del combate de Camarón, habían agregado el peso de sus armas, en una lucha muy desigual.


Estaban allí al menos tres batallones fuertes de 400 hombres en promedio y portando cada uno el nombre del distrito o el cantón de donde eran: Veracruz, Córdoba, Jalapa.”


Mayor Campos: “A la una ó poco antes se avistó la vanguardia del Coronel Milán con este y su estado mayor á la cabeza, y los jefes Camacho y Talavera: componíase de dos compañías del batallón de infantería Guardia Nacional de Veracruz, al mando de los capitanes Samohano y Migonio y Frías; y momentos después hacían alto a retaguardia los piquetes del “izote” y de “Córdoba”. El batallón Guardia Nacional de Jalapa, al mando del Teniente Coronel D. Ismael Terán, tomaba posición también á retaguardia de una presa de agua que servia de punto de apoyo, situada á espaldas del caserón.”


Un testigo francés los describe así: “una hora después se repitió otro asalto, pero esta vez combinado por 2 lados opuestos, pero con efecto superior a los anteriores, con columnas de asaltos de infantería y con brechas cubiertas por la caballería, notándose la buena táctica del jefe que mandaba esa tropa. Resistimos ese ataque lo más que pudimos, durante el cual tuvimos que hacer milagros para rechazarlo. Han pasado muchos años y todavía no entiendo cómo pudimos lograrlo, pues los mexicanos son muy buenos soldados y duros en el ataque; tan luego caía uno, era reemplazado por otro; son valientes y no le tienen miedo a la muerte. Honor a quien honor merece"  (65).


Mayor Campos: “Los ayudantes del Estado Mayor comunicaron las últimas órdenes, y las compañías de Veracruz comenzaron desde luego al ataque. Dispersos en tiradores y arrastrándose por tierra durante un largo trayecto, sufrieron algunas bajas, logrando al fin bajo los fuegos del enemigo, al amparo de los muros de la misma casa en los intermedios de una á otra aspillera: espiaban el momento en que de ellas salía un tiro, casi siempre fatal para los nuestros, é inmediatamente introducían su fusil y hacían fuego, hasta que la boca de una carabina enemiga les indicara el peligro.”



Ultima carga de los legionarios a bayoneta calada


Después de la muerte de Danjou y la de Vilan, la lenta mortandad y desgaste de los hombres de la 3ª  y la Guardia Nacional de Veracruz llegaría la última carga a bayoneta calada, entre el humo de las descargas de fusilería,  el salvamento de los últimos atacantes, lo tantas veces referido. La defensa no pudo ser más heroica, aunque las razones de los legionarios para llevarla a cabo,  no eran las del Estado francés de entonces, sin algo humano e intangible, que no se mide y no se atrapa, sino con la  propia sangre: el honor. Virtud militar. Para los oficiales mexicanos, que visionaron un país que se hacía patria entre sus propios muertos y los campesinos, que sumaban la fuerza mexicana, su ataque sin cesar, era una resistencia, conservar lo que somos, que ha sido el motor de nuestras revoluciones, como dice John Womack al inicio de su biografía sobre Zapata: Eran campesinos que no querían cambiar y por eso hicieron una revolución. Ambas acciones se juntaron para construir un momento único.


Este viaje lo inicie con la duda de las cifras, llama la atención, 2000 contra 60, las mismas provienen de Maine por supuesto, no como mentiroso, que su conducta de vida habla de lo contrario. Creo que surge en la retirada hacía Huatusco, como prisionero de guerra. Él como soldado habría recabado la mayor cantidad de información acerca  de las fuerzas del enemigo, tal vez con el mismo oficial que salvo la vida de los últimos legionarios o con el propio Milán. Naturalmente, los oficiales mexicanos exageraron la cantidad de sus fuerzas, algo que serviría para engañar a sus enemigos. En el intercambio de prisioneros de guerra la información fue entregada por Maine a sus superiores y con ese origen ingreso en los documentos franceses. Años después, en base a lo dicho por Maine y referido por escritores como Lande, que  buscaban resarcir lo ocurrido tanto en fallida aventura de México y sobre todo, los resultados de la guerra franco-prusiana. Unos héroes puros, como los legionarios de Camarón, eran la suma del ideal romántico de la época. A Lande sin embargo se le pasa la mano, cuando habla de los 300 soldados mexicanos muertos y más de 1000 heridos. Sólo imagínese la retirada de de un ejercito de lisiados, que además tenían que enterrar a los muertos, que dice no se hizo, con alrededor de 200 bajas mexicanas, aunque si se enterró a los legionarios, algo extraño viniendo de un oficial mexicano, dejar pudrir a sus propios hombres, mientras enterraba a los del enemigo. Pero basta ver con los ojos bien abiertos al monumento, construido en la calle principal de Camarón, pequeño obelisco, levantado con centavos y mucho ingenio de la gente, sobre lo que seguramente fue la fosa de nuestros héroes, aunque el pelmazo de Lande los llame despojos, pero ¿De qué tamaño tendría que ser la fosa común de 200 o 300 muertos? No lo sé, pero afirmo que no del tamaño del pequeño monumento. Los huesos de todas formas en algún lugar tuvieron que quedar, no los dejaría la gente del pueblo blanquearse al sol, así no acostumbramos los mexicanos ver a los muertos, aunque nos reímos de la muerte, los restos de los muertos son para nuestro pueblo sagrados ¿Dónde están? 300 cuerpos, sus esqueletos, los rastros no son difíciles de seguir y encontrar, pero aseguro que no se encontraran, porque no existieron, la suma debe estar entre 40 a 50 bajas mexicanas, que es el rango posible, que se establece de la lectura de los documentos de Milán y Campos.


En las historias y documentos hasta donde conozco, no se presenta el parte que tuvo que levantar el coronel Jeanningros con lo visto por él, el día 2 de mayo, documento que debe tener, si existió (y pienso que así fue), los datos de las bajas, tanto mexicanas, como francesas, tal vez hasta un croquis. Es extraño que un coronel francés o de cualquier otra nacionalidad para ese efecto, pero especialmente uno francés, no informara inmediatamente a sus superiores de lo ocurrido en Camarón. ¡Tuvo que hacerlo, una Compañía entera bajo su mando había desaparecido! Sin embargo dice Lande: “A su llegada al cuerpo, el comandante del batallón Regnault, quien comandó interinamente el regimiento extranjero, que actuaba en lugar y en sustitución del coronel Jeanningros llamado a Veracruz, se apresuró a preparar un informe detallado de la batalla de Camarón,  del que se desconocían  los detalles. Este informe, muy emotivo y muy bien hecho, llegó a través de la jerarquía  al general en jefe Forey.” Que extraño, aun hoy, si un mando del ejército francés enviara al Oxxo (o su equivalente francés) a un soldado,  a comprar unas gaseosas para el regimiento, regresará e informara del cumplimiento de la misión y estamos hablando de un coronel del siglo XIX.
 Últimos momentos de la Batalla de Camarón


Por supuesto que no estoy planteando alguna teoría conspirativa, nada mas alejado. Jeanningros estuvo solo pocas horas en el lugar, por lo que se sabe salió en busca de la tropa de Milán y completar el aseguramiento del convoy. Pero como dije, el coronel Jenningros debió  realizar un parte sobre lo que vio: el informar lo ocurrido se dijo, formaba y forma parte de cualquier misión. No podía omitirse y el general Jeanningros no era omiso (66); de otra forma no habría ascendido a comandante superior de Veracruz, tan sólo mes y medio después de los hechos de Camarón; comando que conservo hasta el 26 de febrero de 1864 y a partir del 20 de junio de 1865 es comandante de la subdivisión con sede en Monterrey; el 1º de agosto de 1865 es ascendido a general de brigada (67). Sencillamente ese documento se extravió. Luego ya no hubo interés en recuperarlo para restablecer el suceso histórico, aun el mismo Jeanningros (68) cayó en la trampa que le tendieron a Maine los oficiales mexicanos; además  el mito sobre la superioridad de un grupo de hombres ¿vale decir blancos? enfrentándose solitaria y aisladamente, en contra de hordas de atacantes nativos estaba en plena marcha. No por nada dice Lande, que no, nuestro cabo memorioso: “El regreso de los presos fue un triunfo perpetuo, en todas las ciudades y pueblos donde fueron. La multitud estaba en contra de ellos y los aclamó. Los indios especialmente, en cuyo espíritu se acuña más fácilmente, se apoderó de ellos una especie de asombro supersticioso y exclamaban, juntando las manos, ¡Jesús María, están aquí!”. No se habrán persignado mucho, cuando otros indios  en Miahuatlán, les infringieron a los invasores la derrota más estratégica, de toda la campaña que comando otro mestizo, como Milán, Porfirio Díaz (69) y al final llevarían con sus hermanos mestizos, afrodescendientes y criollos, a Maximiliano al patíbulo.
  
Restos de la Hacienda de la Trinidad, escenario del enfrentamiento


En todos los combates donde la muerte se asienta, desde el origen de la humanidad, hay algo de mito; terminados los hechos, quienes quedan, cuentan lo mejor que pueden la historia; lo hacen sin embargo, con la bruma de la adrenalina y luego los pintarían en cavernas, catedrales o en su defecto, los trasmitirán al lenguaje escrito. Con el paso del tiempo los mismos hechos se revalúan y visten con las necesidades de cada época. Por eso con el combate de Camarón “La Legión Extranjera va no solo, sino también ilustra el fundamento de sus valores guerreros. Como subraya el General Jean Olié en una notable cita sobre el combate: ‘Camarón sobrepasa la historia del evento, prolonga y magnifica su enseñanza. Esta es la partida de la tradición legionaria, no sólo venerar la hazaña gloriosa de un hecho de armas, mas la tradición viva’. La del capitán Danjou, la 3ª compañía  del regimiento extranjero, se encuentra en el camino, para salir al encuentro  del convoy de víveres y numerario que hacía la ruta hacia Puebla, porque se temía un ataque enemigo. Y este se producirá. Con una resistencia desesperada, como lo recuerda el epitafio inscrito en el monumento del combate, los hombres de Danjou, juraran el resistir hasta la muerte. La compañía será aniquilada mas el convoy pasará”  (70) ¿Pero si esto fue así, por que el cabo Maine dice que todo el asunto era regresar a paso del Macho, si el convoy estaba del lado opuesto, rumbo a La Soledad? Efectivamente, el convoy se salvo; pero el motivo de las decisiones tomadas por Danjou y continuadas, por los sucesores del mando durante el combate, se las llevo con él, nunca las sabremos con exactitud. Aquí sólo buscamos desbrozar la maleza y quitar la bruma del tiempo lo mas posible, usando nuestro razonamiento, posado sobre las palabras mas originales de los testigos y contrastadas, con las versiones mas populares sobre el evento. Sabemos lo significa  el cumplimiento de la misión para la Legión, sus muertos en Diem Bien Phu y tantos otros campos de batalla, dan cuenta del cemento, con que esa frase esta inscrita en el alma de ese cuerpo de armas. La búsqueda de verdad sin embargo, no demerita los hechos de valor, antes bien los sitúa, como dije al principio, en su condición humana, no mitológica.
 Desfiladero de las Termópilas, como se mira en la actualidad


Uno de los mitos fundacionales de la cultura occidental, es la batalla de las Termópilas, representa en la psique colectiva, la defensa de los valores que dieron vida a la cultura griega y con ella,  lo que somos, quienes pertenecemos a la cultura judeo-cristiana de occidente. Fue hecha en un pedazo de tierra, apenas suficiente, para sostener pocos soldados de la coalición dirigida por Leonidas, en contra de la abrumadora presencia de los persas. Hoy sabemos que no la hicieron 300 espartanos, como en Camarón, los números hablan otra historia, pero no cambia el significado: el cumplimiento del deber. Casi todas las naciones tienen un episodio de esta naturaleza y nosotros tenemos  el nuestro, es la defensa del castillo  de Chapultepec. Un espacio-momento que se alza sobre el dolor de la guerra, para representar la resistencia última de un ideal o una civilización, tal como lo hizo Leónidas. Sin embargo cabe decir, que si había espartanos en el México de 1863, estos eran los soldados de la república frugal, que buscaba afanosamente vivir.


La épica


El enfrentamiento toma dimensiones épicas, donde un reducido grupo de defensores, contra toda esperanza, resiste sucesivas oleadas de atacantes, que no dan muestras de amainar su determinación y coraje, pese a lo pobre o nulo armamento.


Lo ocurrido en la Hacienda de Camarón en Veracruz el 30 de Abril de 1863, es un hecho glorioso, no sólo para Francia, sino para México, pues el grueso de la tropa mexicana, eran humildes labriegos, que acudieron a la defensa de la patria, armados de unos cuantos, viejos y obsoletos fusiles, residuos de las guerras del país, así como armas de cacería y sobre todo, de sus herramientas de campo. Mientras que el destacamento francés como hemos repetido, espero hasta el cansancio, integrado por miembros de la Legión Extranjera, eran experimentados soldados profesionales, veteranos de las campañas de Europa y África, equipados con los más modernos fusiles de su tiempo, con dotaciones completas.


El honor y la humanidad


Ambos bandos pelearon con bravura y los cobijó el ardiente sol sobre la tierra veracruzana y el honor, el lema de su monumento lo dice todo: "Virtuti Militari" Virtudes Militares. Nos cabe la gloria, después de la batalla, al tratar al enemigo derrotado con humana piedad.


"El coronel Milán ordenó que se tratara con atención médica a los heridos, tratando con la nobleza e hidalguía que siempre ha sido característica del pueblo mexicano, a un vencido valiente. Por su parte, el médico Francisco Talavera, que poco antes había combatido al enemigo al frente del batallón de la guardia nacional de Córdoba, regresó a sus deberes de médico y se dedicó a atender a los heridos invasores. En este combate singular, todo fue excepcional, pues en el parte oficial francés figuran los nombres de 2 jefes y un oficial mexicano que se distinguieron por sus atenciones para con los heridos y prisioneros franceses; ellos fueron el teniente coronel Luciano Cambas, el mayor Francisco Talavera y el capitán Ramón Lainé" (71).



 Tumba del ilustre patriota Doctor y Coronel 
Francisco Talavera en Camarón

Los que amamos la libertad, somos en espíritu hijos de Francia, la nuestra y que reclamamos como herencia propia, es la era de la ilustración y  la que tomo en un acto soberano La Bastilla y nos lego los derechos del hombre y el ciudadano. Por eso el coronel Milán permitió a los legionarios de origen francés, prisioneros de guerra, cantar   La Marsellesa, cuando mexicanos y franceses, hacían el camino a Huatusco, según lo refiere el mayor Campos. Pocas veces sonaría más hermoso e intenso el himno de Francia, que aquella, mientras sus notas reverberaban sobre y entre a serranía mexicana. Llamaban a la fraternidad, a la lucha contra la opresión y la vileza. Rememoro la emoción de mis viejos maestros de la escuela primaria pública, donde me eduque, formados por pedagogos republicanos españoles, que como auténticos dómines, les enseñaron a enseñar, libertad, fraternidad e igualdad, mientras con amor, el día de la toma de La Bastilla, entonábamos en francés, la canción nacional de Francia. Así entenderían aquellos republicanos combatientes, simbolizar lo mejor de México, con lo mejor de Francia, pues nuestra lucha era también, por la republica de hombres libres, que es universal, liberal y fraterna.
 Soldados de la Guardia Nacional de Veracruz inician a atender a los heridos del enemigo


El Ejército del Pueblo


Es importante mencionar, que quien se enfrentó ese día en Camarón, no fue el Ejercito Federal de entonces, sino la Guardia Nacional de Veracruz. La Guardia Nacional (72) es una institución oscurecida por el tiempo y el miedo al ciudadano armado, quien fue el gestor del grueso de los destacamentos, que acudieron a defender a la patria en todas las guerras nacionales de México, solo hay que mirar la lista de batallones en el monumento a la batalla del 5 de Mayo en Puebla para darse cuenta de la importancia de esta institución disuelta por el régimen porfirista y nunca más convocada y organizada durante todo el siglo XX, sino en atisbos como lo ocurrido en Uriangato Guanajuato (73) en 24 de junio de 1918, donde 100 vecinos armados pobremente, casi ninguno con experiencia militar derrotaron al bandolero José Inés Chávez García (74). Una fuerza intermedia, que en el contexto de la actual situación del país, con enfrentamientos asimétricos con grupos de la delincuencia organizada, puede cambiar el balance de poder en muchas regiones del país. Los soldados de la Guardia Nacional de Veracruz, como los alistados a lo largo y ancho del país eran voluntarios, no producto de la leva (75), peleaban por la convicción de defender sus comunidades y sus familias


El momento


En mi caso vengo a este monumento tras una larga cauda de dilaciones a lo largo de muchos años. Sabía del mismo desde mi adolescencia y en mi mente juvenil, reverberaban las historias de valor de aquellos viejos soldados; me sorprende la austera tumba del Doctor Talavera, que tuvo una larga vida, ejerciendo la profesión por la cual, los mismos enemigos lo mencionan por su piedad y humanidad. La estatua del Coronel Milán, impresionante como es, en su ímpetu guerrero, quizá no refleja la totalidad del hombre, que en su edad más provecta, ejerció el modesto oficio del comercio, en medio de los avatares e ingratitudes de los políticos, legándonos este jarocho, además de sus andanzas de guerrero, la autoría de una zarzuela, un autentico hijo de este tórrido trópico.
 Monumento al Coronel Francisco de Paula Milán Interior de la escuela del mismo nombre en Camarón de Tejeda, frente al Mausoleo


La austeridad del monumento, su ímpetu fúnebre presente y la sobriedad de las alas abiertas de las águilas, en perenne vuelo sobre el catafalco de los muertos impresiona, frente a la naturaleza tropical que rodea el mausoleo, todo lo que imagine es, todo lo que se necesita para acercarse a un hecho construido por un momento de valientes en estado puro, imagino las sucesivas oleadas de jarochos, machete en mano, la compacta resistencia de los legionarios y sus oficiales muriendo.
 Honor y Gloria


El modesto obelisco donde se encuentran restos de soldados mexicanos sin nombre, con la placa que es un reclamo en si, por el abandono y el olvido "En memoria de los patriotas mexicanos, héroes ignorados que murieron en este pueblo combatiendo contra la intervención francesa", espacio que debería tener el rango de monumento al soldado desconocido.


Me propongo en la ceremonia del monumento franco-mexicano no fotografiar a los políticos, su vieja besamanos asquea, me concentro en las autenticas instituciones nacionales presentes, el Ejército Mexicano, la Armada de México y el Magisterio Nacional, constructores del país, junto con los rancheros presentes, descendientes de los soldados de la Guardia Nacional de Veracruz, convocada por el Coronel Milán y me retiro del lugar emocionado.


Herederos


Colofón: Diem Bien Phu, Georges Boudarel, Campo 113 y Camarón


Por 1992 leí una historia que me pareció importantísima, para marcar lo especial que fue la Batalla de Camarón, en relación al trato de los prisioneros de guerra: la terrible suerte de los prisioneros de guerra franceses, caídos en manos del Viet Minh, después de la Batalla de Diem Bien Phu, donde según algunas cifras, el 8 de mayo el Viet Minh contó 11,721 prisioneros, de los cuales 4,436 eran heridos, que represento un tercio del total de todos los prisioneros franceses durante el conflicto; de los 10,863 sobrevivientes sólo 3,290 fueron oficialmente repatriados, un genocidio en toda forma, donde se incluyen prisioneros de origen vietnamita, combatientes senegaleses, de la Legión Extranjera y franceses propiamente dichos. La forma en que se efectuó fue el desarrollo de un sistema brutal de encarcelamiento, para los prisioneros de guerra en manos del Viet Minh (76). Este terrible asunto salió a la luz, cuando varios sobrevivientes descubrieron en 1991 con horror, que uno de los más crueles esbirros del Campo 113 de prisioneros, Georges Boudarel, estalinista de origen francés se encontraba viviendo en Francia. 
 George Boudarel como Comisario Político en el Campo 113

En Camarón como en Dien Bien Phu, también se encontraba al menos dos oficiales mexicanos descendientes de franceses, el mayor Ramón Lainé y el coronel Cambas, mencionados por su humanidad en el tratamiento a los prisioneros de guerra; al igual que el Viet Minh, el Ejercito Republicano luchó por la independencia, eso hizo del triunfo de este último, no sólo una jornada de valor sin igual y también, al cesar el ruido de las armas, un canto de humanidad.


Legionario, prisionero de Guerra Francés liberado por los campos de prisioneros vietnamitas


Primer antecedente del Derecho Internacional Humanitario


Un año después de la brutalidad de la batalla de Solferino en 1862, que causo el horror de Henry Dunat con “38.000 heridos, agonizantes o muertos permanecían en el campo de batalla, y había pocos intentos para ayudarlos. Impresionado, el propio Dunant tomó la iniciativa de organizar a la población civil, especialmente las mujeres y las chicas jóvenes, para proporcionar asistencia a los soldados heridos y enfermos. Carecían de suficientes materiales y el propio Dunant organizó la compra de lo que se necesitaba y ayudó a levantar hospitales de campaña. Convenció a la población para que atendiese a los heridos sin fijarse en qué bando del conflicto estaban por el lema "Tutti fratelli" (Todos somos hermanos) acuñado por las mujeres de la cercana ciudad de Castiglione del Stiviere (Provincia de Mantua). Tuvo éxito igualmente para conseguir la liberación de médicos austríacos capturados por los franceses” (77). Situación que llevaría a la creación de la Cruz Roja el 17 de Febrero de 1863 y la Primera Convención de Ginebra el 22 de Agosto de 1864 donde se establecieron originalmente cuatro puntos:


Imagen de prisioneros de guerra de Camarón (78)


1.- La inmunidad de los establecimientos para el tratamiento de soldados enfermos y heridos

2.- La recepción y tratamiento de todos los combatientes

3.- La protección a civiles que proveen ayuda a los heridos, y

4.- El reconocimiento del símbolo de la Cruz Roja como medio de identificar personas y equipo cubierto por el acuerdo


Cabe mencionar que los esfuerzos humanitarios iniciados por  Henry Dunat, fueron llevados a cabo por una persona particular, que movilizo a la población civil para atender a los heridos, algo sin lugar a dudas verdaderamente noble. Sin embargo en Camarón, la atención a los heridos enemigos, fue llevada a cabo por una fuerza beligerante, con instrucciones, insignias y banderas de un gobierno nacional, que tenía reconocimiento internacional, luchando en su propio territorio, por preservar la independencia del país, sin ser parte, de ningún convenio internacional, por lo demás inexistente aun. Para mayor gloria de México y de sus Fuerzas Armadas, es en nuestra patria en donde se aplica por primera vez, lo que ahora se denomina Derecho Internacional Humanitario. Un año antes de la Primera Convención de Ginebra de 1864, sobre el trato de los heridos en el campo de batalla y sesenta y cinco antes de la Tercera Convención de Ginebra, de 1929, que comprende: Convenio de Ginebra para mejorar la suerte de los heridos y enfermos de los ejércitos en campaña y el Convenio de Ginebra relativo al trato de los prisioneros de guerra del 27 de julio de 1929. Virtuti militari en  el más amplio y noble sentido de la frase, que cierra este camino, abierto por la pasión que genera este singular combate.


1864, firma de la Primera Convención de Ginebra
APENDICE DOCUMENTAL

          (1)

PARTE DE GUERRA DEL CORONEL FRANCISCO DE PAULA MILAN




La Patria llama a los mexicanos para luchar contra los franceses.
 Imagen de tiempos de la intervención francesa en México, año 1863 (79)


Versión Mexicana

Presentamos el parte de guerra enviado por el héroe de la Batalla de Camarón Coronel Francisco de Paula Milán:


DE FRANCISCO DE PAULA MILÁN A IGNACIO COMONFORT (80)


Tengo la honra de participar a usted que, en cumplimiento de las ordenes que recibí de su gobierno y de este Cuartel General el 12 del mes que finaliza, salí a Jalapa a interponerme en el camino que conduce de Veracruz a Córdoba, llevando al efecto la Brigada del Centro, compuesta de los batallones “Independencia” Guardias Nacionales de Jalapa “Zamora” y “Córdoba” los cuales -con las fuerzas federales que logre reunir por estos rumbos- forman un número de seiscientos cincuenta infantes y doscientos caballos. En la mañana de hoy salí, como frecuentemente lo hago a reconocer algunos puntos del camino, llevando fuerza de caballería. Al llegar a dicho camino encontramos una fuerza francesa de que bajaba del Chiquihuite y al momento dispuse cargar sobre ella pero, habiéndose formado en cuadro, resistió el choque, replegándose a paso veloz a una casa de material que hay en el punto del Camarón, donde se parapetaron y abrieron aspilleras, en las paredes para hacer fuego. Nuestra caballería cercó la casa y entre tanto, hice venir violentamente las fuerzas de infantería que había dejado en el campamento y emprendí en ataque. Sin embargo los enemigos estaban bien guarnecidos, y carecíamos de artillería para hacer brecha y útiles de zapa para hacer horadaciones. Medio día ha durado el combate, que terminó cerca del oscurecer y que fue sostenido por nuestros contrarios por un valor infundado en la creencia que éramos guerrillas y no les perdonaríamos la vida. Al fin sucumbieron, después de estar muertos dos oficiales y estar herido el otro y fuera de combate la mayor parte de la fuerza. Esta pertenecía a la 3ª compañía del 1er Batallón de la Legión Extranjera; la mandaba un capitán que fungía de mayor del cuerpo y que murió, así como otro subteniente, quedando gravemente herido y prisionero el otro, que era abanderado del regimiento. De los sesenta soldados que mandaban murieron veinte; de los restantes diez y seis gravemente heridos y 24 prisioneros cayeron en nuestro poder, sin que escapase uno solo. Hemos levantado el campo recogiendo todo el armamento y los heridos enemigos han sido asistidos con todo esmero por la acción médica de la brigada. Por nuestra parte hemos tenido que lamentar algunas desgracias que participaré a usted detalladamente, luego que reciba los Partes de los Jefes de los Cuerpos. El C. Teniente Coronel José Ayala, Jefe de mi Estado Mayor, fue muerto al principio del combate; han sido heridos tres tenientes y tres capitanes y nuestras pérdidas en la clase de tropa han sido diez y seis muertos y ocho heridos. Todos los ciudadanos que componen la Brigada del Centro han cumplido con su deber. Oportunamente comunicaré a usted los nombres de los que han perdido la vida o han derramado su sangre en defensa de nuestra Independencia. Entre tanto suplico a usted se sirva poner en conocimiento del C. Presidente de la República, este pequeño hecho de armas, manifestándole que los invasores no dejaran de ser hostilizados en el territorio veracruzano.


DE IGNACIO COMONFORT A MIGUEL BLANCO


Tropas mexicanas


Y tengo la honra de transcribirlo a usted para conocimiento del C. Presidente Constitucional, a quien se servirá presentar mi más cordial felicitación por la victoria que nuestras armas alcanzaron la jornada de que se trata. Libertad y Reforma. San Lorenzo 7 de Mayo de 1863


DE MIGUEL BLANCO A IGNACIO COMONFORT


Se ha recibido en este Ministerio, el oficio de usted de fecha 7 del actual, en que comunica el encuentro el encuentro que el Comandante del estado de Veracruz tuvo con una fracción enemiga de 60 hombres que bajaban del Chiquihuite a la cual batió hasta obligarla a rendirse, lo cual ha sido muy satisfactorio al Presidente de la República. Independencia y Reforma, mayo 12 de 1863, Blanco, C. General en Jefe del Ejercito del Centro.


** Secretario de Estado y del Despacho de Guerra y Marina (23 de mayo, 1862 a 25 de Mayo de 1863).


Águila del Obelisco en Camarón de Tejeda


El anterior documento es muy importante para comprender los eventos, pues fue escrito casi después de la batalla, de primera mano, donde se narran los hechos simplemente, sin embellecer nada, como es la literatura escrita por soldados. En el mismo documento, el autor se refiere a la batalla, como un pequeño hecho de armas, donde contrariamente a otras fuentes, se establece que la cantidad de tropa mexicana era de ochocientas cincuenta soldados, no dos mil; que la mayoría de los soldados eran miembros de la Guardia Nacional con las pocas fuerzas federales que el coronel Milán logro reunir. Se establece que se recogieron todas las armas del campo, contrariamente a la creencia que se les permitió conservar sus armas a los prisioneros de guerra, que aparte de los heridos, 24 cayeron en nuestro poder,-señala el autor -sin que escapase uno solo; que no fueron 300 los muertos del lado mexicano, el documento señala 17, dato a considerarse, pues al calor de los hechos apenas vividos, el coronel Milán no tenía por que cambiar las cifras, toda vez que sus fuerzas estaban compuestas de tropas regionales, de las que era responsable ante las comunidades que las habían aportado, el grueso de soldados voluntarios, como lo eran los miembros de la Guardia Nacional. Una suma de bajas tan elevada, hubiera tenido efectos devastadores en la lucha contra la intervención francesa en Veracruz y se sabe que el Coronel Milán, participó en 1867 en el sitio y ocupación del Puerto de Veracruz. Sin menoscabar otras versiones del evento, no veo la razón en dudar de las palabras de un patriota mexicano en el lugar de los hechos.





Infantería federal y de la Guardia Nacional 1863

(2)

Versión Francesa

Por su importancia histórica en el desarrollo de la Batalla de Camarón, presentamos a continuación la versión francesa del evento, denominada por el Ejército Francés y especialmente por la Legión Extranjera Francesa "Relato del combate de Camarón"



Es un relato como dijimos histórico, solo que este posee el grado de reliquia y es un autentico ritual de la Legión, leído en todos los regimientos de la Legión Extranjera, cada 30 de abril, en una ceremonia militar solemne. Se debe resaltar que esta ceremonia, es la celebración principal de la Legión Extranjera y representa el sancta sanctorum del ideal legionario: cumplir con la misión hasta el final y cumplir con su juramento. Esta versión se debe a la generosa colaboración de Bernardo Sánchez, quién lo presenta del original leído en las ceremonias y como consta, en los documentos oficiales de la Legión Extranjera y es dado a cada legionario para su conocimiento y veneración.



“El ejército francés sitiaba Puebla.



La Legión tenía por misión de atender, sobre 120 kilómetros, la circulación y la seguridad de los convoyes. El Coronel Jeanningros, quien mandaba, sabe, el 29 de abril de 1863, que un gran convoy llevando tres millones en efectivo, material de sitio y municiones estaba en marcha hacia Puebla. El Capitán Danjou, su adjunto principal, lo persuade de enviar por delante del convoy una compañía. La 3° compañía del Regimiento Extranjero fue designada pero ella no tenía oficiales disponibles. El Capitán Danjou toma él mismo el mando y los Subtenientes Maudet, abanderado, y Vilain, pagador, se unen a él voluntariamente.



La otra gran reliquia la prótesis de madera del Capitán Danjou

es paseada en la ceremonia de Cammerone en Aubagne en 2009



El 30 de abril, a la 1 de la mañana, la 3° compañía, compuesta de tres oficiales y sesenta  y dos hombres, se pone en marcha. Ella había recorrido alrededor de veinte kilómetros cuando, a las 7 de la mañana, se detiene en Palo Verde para hacer el café. En ese momento, el enemigo aparece y el combate se traba inmediatamente. El Capitán Danjou hace formar el cuadro y, mientras se bate en retirada, rechaza victoriosamente varias cargas de caballería, infligiendo al enemigo las primeras pérdidas severas.





Vitrina con objetos personales del Capitán Danjou



Llegado a la altura del hostal de Camarón, una amplia construcción compuesta por un patio rodeado de un muro de tres metros de alto, él decide de atrincherarse ahí para distraer al enemigo y retardar así lo más posible el momento donde este podría atacar al convoy.





Legionarios en la época de la Intervención francesa



Mientras que los hombres organizan a toda prisa la defensa de ese hostal, un oficial mexicano, haciendo valer la gran superioridad numérica, advierte al Capitán Danjou de rendirse. Este le responde: "Tenemos cartuchos y no nos rendiremos". Luego, levantando la mano, jura de defenderse hasta la muerte y hace prestar el mismo juramento a sus hombres. Eran las 10 de la mañana. Hasta las 6 de la tarde, estos sesenta hombres, que no habían comido ni bebido desde la víspera, a pesar del calor extremo, el hambre y la sed, resisten a dos mil mexicanos: ochocientos jinetes, mil doscientos infantes.



Certificado de buena conducta y servicios militares reflejo de lo ocurrido el 30 de abril de 1863, lo encabeza la palabra Camerone, Camarón, nótese la uniformidad de la época



A medio día, el Capitán Danjou muere de un balazo en pleno pecho. A las 2 de la tarde, el Subteniente Vilain cae, alcanzado por una bala en la frente. En ese instante, el Coronel mexicano logra meter el fuego a la hostería.



A pesar del calor y el humo que vienen a aumentar sus sufrimientos, los legionarios aguantan bien, pero muchos de ellos están heridos.



Pasillo de la Hacienda de la Trinidad, escenario del enfrentamiento



A las 5 de la tarde, alrededor del Subteniente Maudet, sólo quedan doce hombres en estado de combatir. Al llegar ese momento, el Coronel mexicano reúne a sus hombres y les dice de que vergüenza se cubrirán si no logran abatir a ese puñado de bravos (un legionario que comprende el español traduce a medida que el Coronel habla). Los mexicanos van a dar el asalto general por las brechas que lograron hacer, pero antes, el Coronel Milán lanza una última oferta de rendición al Subteniente Maudet; este la rechaza con desprecio.



Guión de la Legión Extranjera



Se da el asalto final. Pronto, sólo quedan al lado de Maudet cinco hombres: el Cabo Maine, los legionarios Catteau, Wensel, Constantin, Leonhard. Cada uno conserva todavía un cartucho: tienen la bayoneta calada y, refugiados en una esquina del patio, con la espalda pegada al muro, hacen frente: a una señal, descargan sus fusiles a bocajarro sobre el enemigo y se precipitan sobre él a la bayoneta.



Virtuti Militari



El Subteniente Maudet y dos legionarios caen, heridos de muerte. Maine y sus dos camaradas van a ser masacrados cuando un oficial mexicano se precipita sobre ellos y los salva; él les grita: "¡Ríndanse!". "Nosotros nos rendiremos si ustedes nos prometen levantar y cuidar a nuestros heridos y si ustedes nos dejan nuestras armas". Sus bayonetas permanecen amenazadoras. "¡No se rehúsa nada a hombres como ustedes!" responde el oficial.



Camarón a las 17:00 hrs. 30 de Abril 1863, oficiales mexicanos contienen a los soldados atacantes para preservar la vida de los últimos Legionarios sitiados



Los sesenta hombres del Capitán Danjou han cumplido hasta el final su juramento; durante once horas, han resistido a dos mil enemigos, matando a trescientos y hiriendo a tantos otros. Ellos han, con su sacrificio, salvando el convoy, cumplido la misión que se les había encomendado.





Timbre postal francés conmemorativo de Camarón



El Emperador Napoleón III decidió que el nombre de Camarón sería escrito en la bandera del regimiento extranjero y que, además, los nombres de Danjou, Vilain y Maudet serían grabados en letras de oro sobre los muros de los "Inválidos" en París.



Además, un monumento fue construido en el lugar del combate en 1892. Lleva la siguiente inscripción:



Fueron aquí menos de sesenta

opuestos a todo un ejército

Su masa los aplasta

la vida antes que la bravura

abandona a estos soldados franceses

el 30 de abril de 1863

en su memoria la patria eleva este monumento



Desde entonces, cuando las tropas mexicanas pasan delante del monumento, ellas presentan armas.”

(3)

La Hacienda de Camaron (81)

Lucien-Louis Lande,  in Souvenirs d'un soldat, éditeurs H. Lecène et H. Oudin, Paris, 1886 Revue des deux mondes du 15 juillet 1878 Souvenirs d'un soldat /L.-Louis Lande



Nosotros habíamos partido, como refuerzo de todas las armas, enviados a las órdenes del general Forey, tras el fracaso de Puebla. El regimiento extranjero, del que tantas veces se había hablado en Argelia, habría de encontrar en  México, oportunidades para distinguirse.



Después de desembarcar, nos llevaron al interior. Nuestro 3er Batallón se había detenido en Soledad, a ocho leguas cerca de Veracruz. Los otros dos, con el coronel Jeanningros, habían continuado hasta la serranía de Chiquihuite, donde en la base de la misma se establecieron, para tomar el camino, que de Veracruz conduce a Córdoba.



El Chiquihuite, es por decirlo así, el primer paso que separa las tierras templadas de las tierras cálidas. Usted ya conoce por  el mapa, el aspecto particular del territorio mexicano. Nosotros, con mucha precisión, lo   comparábamos con un plato invertido que  lo superpone un tazón, también  invertido. Los dos bordes del plato y el tazón figurativamente, uno en la zona de tierra caliente, que incluye todo el litoral y que se hunde,  por una veintena de leguas en el interior del país y el otro la zona intermedia, llamada la tierra templada. El espacio plano, situado en la cumbre, constituye la tercera zona, son las tierras frías o altiplano; que es la mayoría de nombres de los lugares en México. Chiquihuite (82) tiene un sentido preciso y significa en lengua indígena, cesta o cargador, al igual que nuestros chiffoniers (83). Por su forma, en efecto la montaña, recuerda bastante bien uno de esos polisones (84) traseros.



De todos modos, al llegar nosotros, el coronel se dio a la empresa de establecer, a  cierta altura, en las primeras pendientes de la cadena, un puesto de observación. A partir de ahí, dominó parte de la llanura y principalmente, Paso del Macho, que extendió nuestro avance. Un catalejo, a disposición de los soldados del puesto, les permitía detallar a lo largo de la campiña, entonces infestado por partidas mexicanas y reportar inmediatamente cualquier movimiento sospechoso.



Un mes ya había pasado sin incidentes graves y yo estaba precisamente en guardia hacia la montaña, con dos escuadras de mi compañía, al mando de un sargento. Cuando, el 29 de abril, cerca de las once horas de la noche, la orden vino a nosotros, de juntar  pronto a nuestros camaradas, que acampaban en la parte inferior.



Tan pronto como llegamos al punto de reunión tomamos café. Y a eso de la una de la mañana, la compañía se puso en marcha.



Al mismo tiempo, un inmenso convoy militar concentrado en Soledad, a punto de dejar ese puesto, con destino a Puebla, donde el segundo sitio había comenzado, hace más de dos meses. Nos pidieron ir a su encuentro, para despejar el terreno delante de ellos, entre Chiquihuite y Soledad.



Una bella compañía la nuestra, la 3ª  del  primer regimiento, como  dice el dicho en el ejército ¡Y que pasaría como una de las mas sólidas de la Legión! Había de todas las nacionalidades, como  es bastante habitual. En el regimiento había polacos, alemanes, belgas, italianos, españoles, gentes del norte y la gente del sur. Pero los franceses seguían siendo mayoría. ¡Cómo! Estos hombres, si bien de origen diferente, en costumbres y lenguaje, se encontraron ellos, en los mismos peligros, tanto como las  ligas de de su país natal. ¿Qué tipo de necesidad los empujo, por que sed de aventuras, por aquella serie de pruebas y decepciones? ¡No preguntamos siquiera! Porque la vida en común  y la vecindad del peligro había suavizado los caracteres, borrado las distancias. Y hemos buscado en vano, entre los elementos tan dispares un acuerdo y una cohesión más perfecta. Con esto, todos eran valientes, y soldados experimentados, disciplinados y pacientes, sinceramente devotos de sus jefes y su bandera.



Teníamos en nuestras filas, al partir, 62 hombres de tropa, suboficiales incluyendo la mayoría de tres oficiales: el capitán Danjou, ayudante-mayor, el subteniente Vilain y subteniente, Maudet porta estandarte, que si bien eran ajenos a la compañía, habían obtenido de hecho, reconocimiento. Nuestro teniente, enfermo, se quedó tumbado en el campamento de Chiquihuite. Nosotros portábamos  el uniforme de verano, una pequeña chaqueta azul, pantalones de lino y para protegernos del sol, el enorme sombrero del país en palma de latania (85) (Palma americana) duro y fuerte, que nos habían sido surtidos, por los almacenes militares. Nuestras armas, al igual que las de otras tropas del cuerpo expedicionario, fueron la carabina Minie (86) de bala forzada, entonces, con toda su prestigio y la bayoneta-sable. Dos mulas nos acompañaban, llevando provisiones.



Después de alrededor de una hora de marcha, llegamos a Paso del Macho, en el borde de un profundo barranco sinuoso,  al fondo  del cual, fluye una torrente de agua. Este puesto  estaba ocupado por una compañía de granaderos, al mando del capitán Saussier. Una vieja torre en ruinas dominaba el barranco, que podría servir a la vez como lugar de observación y de  refugio. Nosotros no nos demoramos, más que un instante. Los oficiales intercambiaron unas pocas palabras y luego se dieron la mano. Y, después de cruzar el río por un puente estrecho, sin una declaración, continuamos nuestro camino.



Hemos seguido en dos filas apretadas en medio de la carretera. ¡Todavía era  plena noche! El  terreno fuertemente  accidentado, en esta parte, estaba cubierto de bosques y arbustos altos y podría ocultar algunas emboscadas. En ciertos lugares, a ambos lados de la carretera, se extendían amplios claros, hechos en la espesura de la maleza, debido a un incendio al paso de un convoy militar. En relación al camino mismo, este nunca fue reparado y estaba maltratado por las lluvias torrenciales del invierno. Debido a la corriente sin fin de coches y arcones, era casi impracticable. Y, tuvimos ese instinto de vigilancia, por el hábito de caminar en  países  vírgenes, al poder rodar de repente en agujeros o grietas profundas como los precipicios.



Al despuntar el día, nos acercamos al pueblo de Camarón, cangrejo en español. Tiene ese nombre extraño, por un pequeño arroyo que fluye a unos pocos cientos de metros y que al parecer, está lleno de mariscos de un tamaño y sabor inigualable.



Como casi todos los pueblos de los alrededores, fue completamente destrozado por la guerra. ¡Por otra parte, no debemos malinterpretar la importancia de los daños! Un triste techo de paja descendía casi hasta el suelo, con el apoyo de alguna manera, por dos o tres postes mal desbastados o algunas ramas de los árboles, a veces con un puñado de tierra para rellenar huecos, es lo que constituye la casa india. Y  se puede colapsar, en cuanto estás de espaldas, al menos no cuesta mucho en verdad, pues no hay mucho que reconstruir. Casas verdaderamente dignas de este nombre, sólidamente construidas, siguen siendo la gran excepción.



Camarón entonces era. Se encontraba en el lado derecho del camino, era un edificio cuadrado, grande, de unos 50 metros, hacia todas las direcciones y construido en el estilo de todas las fincas o haciendas en el país. La fachada orientada hacia el norte, a lo largo de la vía, era de un piso de altura, lucida y encalada, coronada con techo de tejas rojas. El resto consistía en una sola pared muy gruesa, hecha de piedra y barro, con una altura media de tres metros. Dos puertas que se abren hacia el oeste, daban acceso al patio interior, llamado corral. Aquí es donde, cada noche, en tiempos normales, descansaban  carretas y mulas,  por miedo a los ladrones, aun muy numerosos y muy emprendedores en estos lugares, como en todo México.



Nosotros entramos. La casa estaba vacía y no tenía muebles. Sólo algunos trastos viejos y restos de esteras de cuero en el suelo, dejados allí por los arrieros de cruce. En la fachada, al otro lado de la carretera, había dos o tres pobres edificios, a medio derrumbar y desiertos también ellos.



Al final del pueblo, la mayoría de la compañía se dividió en dos secciones, a derecha e izquierda, para batir entre el bosque. El capitán, con una escuadra de fusileros y dos mulas, continuó sobre el camino. El punto de encuentro, fue dado a cada una en Palo Verde, un lugar en donde generalmente paran los trenes, debido a un manantial que está cerca y proporciona un agua excelente.



De hecho, después de una larga caminata por el bosque, ya que no habíamos encontrado ni rastro del enemigo,  nosotros regresamos a Palo-Verde. En este punto, el terreno, se eleva ligeramente está completamente plano, dentro de varios cientos de metros. Más de pronto la selva se volvió  más verde y más espesa que nunca.



Nosotros habíamos marchado más de seis horas. Era pleno día. El sol, lanzaba todo su esplendor, nos prometía un día caluroso. Se hace un alto. Los observadores se colocan alrededor del claro, en previsión de una sorpresa. Las mulas son descargadas y el cabo Magnin, se dirige a la fuente, con una escuadra. Un gran cobertizo de tablones, con techo de paja se construyó, bajo un grupo de árboles al abrigo del sol. Mientras que algunos hombres cortan madera, otros preparan café y algunos se extienden para dormir.  Una hora no había transcurrido, el agua estaba hirviendo en los tazones y uno iba a poner café en ellas, cuando del lado del camino de Camarón que habíamos dejado, dos o tres centinelas señalan algo que anormal.



El polvo se elevó en el cielo en grandes remolinos. A esta distancia y bajo los rayos cegadores del sol, no era fácil distinguir más. Sin embargo, no habíamos encontrado persona por el camino. Y si cualquier movimiento de tropas hubiera ocurrido a nuestras espaldas, lo habríamos  advertido. Todo eso era un buen augurio.



El capitán tomó su catalejo ¡A las armas el enemigo! - Gritó de repente. Y, en efecto, avistados con el telescopio, con que se podía ver muy bien, eran jinetes, vestidos con el sombrero nacional de ala ancha. Tenían, según la costumbre, ubicado su saco en la parte delantera de la silla de montar y estaban por lo tanto, en mangas de camisa.



Como nos enteramos después, desde hacía varios días, había una columna de liberales, con cerca de 2.000 hombres, con muchos  jinetes, así como infantería, al mando del coronel Milán. Esta tropa acampaba a orillas de La Joya, a unas dos millas de nuestra línea de comunicación, observando al convoy. Por una cosa sobre todo se sentían atraídos,  el anuncio de tres millones en moneda de oro, guardados en una furgoneta y que el tesoro se dirigía a Puebla, para pagar el sueldo de las tropas sitiadoras. Gracias a su perfecto conocimiento local y habilidad verdaderamente maravillosa, con que  cubren sus marchas, desde el campamento de Chiquihuite, ni siquiera sospechábamos la presencia de una fuerza en este sector. Por el contrario, el campo entero se llenó de sus exploradores. Además, cuando aún la  compañía no había salido de Paso del Macho, que nuestro avance se informó y 600 jinetes montaron en silla para seguirnos. Ellos se mantuvieron a cierta distancia de nosotros toda la noche, sin nuestro conocimiento. Habían contado nuestros hombres y sabía cuántos éramos. Temiendo  que su posición fuera descubierta, los mexicanos habían planeado capturarnos para no perder el convoy.



Con el  primer grito de alarma, le damos una patada a los tazones. Recordamos a la  escuadra de la fuente con gran prisa. Se recarga a los animales. En menos de cinco minutos, todos estábamos bajo el mando de las armas. Mientras tanto, los mexicanos habían desaparecido. Obviamente, se  preparó una emboscada a nuestras espaldas. Lo mejor era, en este caso, volver sobre nuestros pasos y mirar,  ver más de cerca al enemigo que nos ocupa.



Salimos de Palo Verde en columna, precedidos por una escuadra de fusileros. Pero entonces, en lugar de seguir el camino, el capitán ordena a la compañía tomar a la derecha y entrar en los matorrales. Teníamos la doble ventaja de ocultar nuestros movimientos y aprovechar la ocasión, para rechazar más fácilmente los ataques de la caballería liberal.



El bosque se extiende infinito en dirección a La Joya. Por encima de los arbustos, altas matas de hierba se levantan. Ellos estaban conectados por lianas que caían en guirnaldas, con magnolias, árboles de caucho, marañones y los demás arbustos extraños. Todas las esencias preciosas de una naturaleza privilegiada. En momentos, el matorral se hizo tan denso que tuvimos que abrir el camino con el filo de la bayoneta. Aquí y allá, corrían unos estrechos senderos, conocidos solamente por los nativos.



Caminamos durante más de una hora sin ver al enemigo. Graduado como uno de los primeros de Escuela de Saint-Cyr, aún jóven, estimado por los jefes y adorado por los soldados, el capitán Danjou, era lo que se puede decir, un oficial con porvenir. Gravemente herido en Crimea, terminaría manco del brazo izquierdo, se hizo a una mano articuladada que se utilizaba con gran habilidad, como montar a caballo. Además de su valor, lo que lo distinguía era la seguridad particular, la prontitud a golpe de vista, nunca encontramos defecto. Ese día, portaba consigo un mapa del país, extenso, elaborado a mano por los oficiales del Estado Mayor francés y consultdo a menudo por él. A cierta distancia delante de nosotros corría el río, profundamente hundido entre  dos colinas con bordes escarpados y probablemente, custodiadas por  muchos enemigos. Avanzar  más podría parecer peligroso. Nos hizo hacer un cambio de rumbo, y nos dirigimos hacia Camarón.



En el momento en que llegamos a la carretera, a unos 300 metros de la hacienda, hubo un disparó desde una ventana, que vino a perjudicar a uno de nuestros compañeros en la cadera.



La compañía se precipita a toda velocidad hacia la entrada de la aldea. Se divide simultáneamente hacia ambos lados, reuniéndose en el otro extremo y nada nuevo ha confirmado la presencia del enemigo. Nos detuvimos, al pie del arma, mientras una escuadra buscaba cuidadosamente en las casas. Al mismo tiempo, ya que de hecho es muy caliente y la sed empezó a molestarnos, los hombres con sus cantimploras, descendieron a un pequeño barranco, situado a pocos pasos a la derecha y en donde a veces, hay agua en el hueco la roca. Por desgracia, la temporada de calor ya había llegado y nos tuvimos que quedar en nuestra sed. En el pueblo, buscamos en vano, el tirador diestro no estaba más allí. Sin duda alguna, el centinela enemigo  había huido con nuestra búsqueda.



Nos dirigimos después al camino hacia Chiquihuite. Nosotros fuimos divididos nuevamente en dos secciones, una a cada flanco, las mulas, el capitán y una escuadra en el centro, además de la escuadra de retaguardia, a 100 metros de distancia.



Apenas habíamos andado algunos pasos, cuando de repente vimos, en una colina a la derecha y detrás de nosotros, jinetes mexicanos congregados, espada en mano y listos para cargar. Tenían  sus chaquetas de cuero sobre sus hombros y nosotros les reconocimos muy bien. El tiro del centinela les había alertado. Con esta vista el capitán Danjou, reúne las dos secciones y la escuadra de retaguardia, nos hace formar en cuadro, para soportar mejor la carga. En el centro ponemos las mulas. Las dos malditas bestias, presionadas por todos los lados y lamentando su antigua libertad, saltaron,  cocearon, que parecían un tren del infierno. Nos vimos obligados a abrir las filas y ellas partieron a galope tendido por la campiña, donde pronto serían capturadas.



El enemigo tenía la ventaja sobre nosotros, del lugar, como el suelo, llano y desnudo. Al borde del camino, favorecían las evoluciones de su caballería. A paso lento descendieron la colina, se separaron en dos columnas con el fin de rodearnos y alcanzando unos 60 metros, cuando cargo sobre nosotros con grandes gritos. El capitán dijo que no se dispara, también, los dejamos venir sin pestañear, el dedo en el gatillo. Un instante después y la masa como una avalancha, se dirigió sobre el cuerpo. Mas a la orden de fuego, una terrible descarga revierte a caballos y jinetes, mete el desorden en sus filas y los detiene en seco. Nosotros continuamos el tiroteo a discreción. Ellos se retiraron.



Sin perder tiempo, el capitán nos hace cruzar una zanja pequeña, cubierta de nopal, formando una valla que bordeaba el camino de la izquierda y remontándose  hacia Camarón. Además de este obstáculo, debíamos detener el impulso de la segunda carga, esperábamos llegar al bosque, que pudimos percibir al borde  de 400 o 500 metros de distancia y con su cubierta regresar a Paso del Macho sin problemas.



¡Todo el asunto era llegar hasta allí! Por desgracia una partida de mexicanos,  tenía ya anulado el noreste de la hacienda. Otros estaban tratando de cruzar la cerca de cactus. Mas la mayoría de sus caballos eran robados. Una vez más, hemos formado un cuadro y como los atacantes disminuyeron en número, mientras cargaban otra vez con la misma formación, sostuvimos este ataque con más resolución que la anterior. Se retiraron de nuevo.



Sin embargo, nuestra situación era crítica. ¿Retirarse a los bosques?  No podría pensarse más. La hacienda, sin embargo, no estaba lejos. Con serenidad y suerte también, podríamos refugiarnos detrás de las paredes y mantenernos, hasta la probable llegada de un rescate.



La idea del capitán fue tomada en breve. A sus órdenes se calan las bayonetas. Entonces, a su vez, con la cabeza baja, nos apresuramos con los corredores delante de nosotros. Más ellos no esperaban correr como liebres.  Si el mexicano ha demostrado a menudo, frente a las balas un valor innegable e incluso un poco de arrogancia, parece que cualquier encuentro con cuchillos, le es de mucho menor gusto.



Con el mismo esfuerzo, se toma la distancia que nos separa de la granja y así  penetramos en el corral. Entonces, todo el mundo se encarga de organizar la defensa. El enemigo era invisible, aterrado de nuestra impetuosidad toda francesa. Se refugió en el otro lado del edificio.  En ausencia de puertas largo tiempo ausentes,  de alguna manera, las dos entradas son barricadas con maderos, tablas y todo lo que tumbamos a  mano..



Al principio pensamos en ocupar toda la casa, pero no tuvimos tiempo. Por otra parte, no éramos lo suficientemente numerosos. Ya, el enemigo se había presentado y había invadido las dos primeras habitaciones de la planta baja, donde nos comunicamos con el piso superior. Una sola quedaba libre, situada en la esquina noroeste y abría tanto en el exterior como en el interior. Nos apresuramos a tomar posesión.



En el interior del corral y a la izquierda de la segunda entrada, se elevaban dos cobertizos adosados a la muralla. El primero estaba completamente cerrado y casi intacto y el otro en la esquina, todo abierto, apenas protegido por un techo tan solo sostenido por dos o tres troncos de árbol, en una pequeña  pared de adobe que le daba apoyo. Frente al ángulo, un cobertizo similar había existido alguna vez  Sin embargo, la estructura había desaparecido y no quedaba más que  ladrillos de retención, a media  ruina. En el mismo lugar,  abierto en el muro encalado, había una abertura antigua, lo suficientemente grande como para pasar un hombre a caballo. Por precaución del capitán Danjou, una escuadra fue colocada en cada una de las dos entradas. Otras dos ocuparon la habitación, con la misión de vigilar las aberturas de la edificación, que daban sobre el camino. Otra fue encargada de cuidar la abertura. Al  momento, querían batallar frente a la pared de las puertas de entrada. Más era tan gruesa, si bien era construida de paja, arena y guijarros, que podría perforarse dos agujeros. Con gran dificultad, nadie vivía allí. Finalmente el sargento Morzicki, un polaco, fue enviado a la azotea, con unos pocos hombres para observar los movimientos del enemigo. El resto de la compañía fue puesta  en  reserva, entre las dos puertas, con un ojo puesto, tanto en las cuatro esquinas del patio y listos para ir a donde el peligro se volviera demasiado apremiante.



Con estas disposiciones tomadas esperamos el ataque fieramente. Este podría ser en ese momento, a las nueve horas y media.



Hasta entonces, habíamos disparado de ambos lados, visto el intercambio, de algunos disparos de fuego, sin que el enemigo pudiera aprovechar, la oportunidad  de participar plenamente. En cambio, parecía reacio a comenzar el ataque y no estábamos muy lejos de creer, que se retiraría. Nos desengañamos pronto.



Morzicki se apercibió, mientras caminaba en el techo, por encima de las habitaciones ocupadas por el enemigo. Un oficial mexicano, con pañuelo blanco en la mano, él mismo llegó a los pies de la muralla exterior y hablaba buen  francés, en nombre del coronel Milán, nos conmina a rendirnos: "Éramos demasiado pocos dijo: nos haríamos inútilmente masacrar, más nos valdría resignarnos a nuestra suerte y deponer las armas; a nosotros, nos prometía salvar la vida, que íbamos a dejarnos matar innecesariamente, en vez de resignarnos a nuestra suerte y la entregarnos, se nos prometió  la vida.'



Este parlamentario era un joven de veintidós o veintitrés años. Era hijo de un francés y  fue llamado Laisné. Él estaba establecido por largo tiempo, como capitán en el Puerto de Veracruz. Había pasado por la academia militar de Chapultepec, en Ciudad de México. Tuve la oportunidad de conocerlo más tarde y como todos mis camaradas, no he tenido más que elogios por su benevolencia y  humanidad. Por el momento, tenía el rango de capitán y cumplía los deberes de ayudante del coronel Milán.



Morzicki vino a traernos las propuestas del enemigo. El capitán le instruyo para contestar simplemente que teníamos cartuchos, que no nos rendiríamos.



Entonces el fuego se desató en todas partes a la vez, nosotros éramos apenas uno contra diez. Como el ataque fue tan vigorosamente conducido que no se como pudimos resistir.



Afortunadamente, habíamos tenido que hacer frente, sólo con los jinetes, quienes se vieron obligados a desmontar, dificultados por su grandes chaparreras de montar, poco habituados también por otra parte, con este tipo de combate. Venían solos o en pequeños grupos, para no exponerse a nuestras balas cilíndricas ¡Que no escatimábamos! Debo decir que sabíamos tirar.



Ellos no fueron los únicos en sufrir, porque nosotros estábamos imperfectamente protegidos y muchos de nosotros, cayeron muertos o heridos. Sobre todo en el dormitorio, la lucha fue terrible. Los mexicanos trataban de invadir desde el exterior. Al mismo tiempo, los que ocupaban las habitaciones contiguas, habían comenzado a penetrar en las aperturas de las paredes y techos. Los defensores así presionados, comenzaron a debilitarse.



Tranquilo, sin miedo en medio del tumulto, el capitán Danjou parecía multiplicarse. Yo siempre lo veo otra vez, con su hermosa cabeza inteligente, donde la energía es tan atemperada por la dulzura. Pasó de una estación a otra, independientemente de las balas que atravesaban el patio, animando a los hombres con su ejemplo, nos llama por nuestro nombre y diciendo a cada uno,  nobles palabras que calientan el corazón y el sacrificio de la vida es menos doloroso y  más agradable, al momento de peligro. Con estos jefes, nada es imposible.



Hacia las once del día, llegó a visitar el puesto de la sala y él mismo reconoció, que no podría aguantarse mucho más. Cuando regresando de la reserva, fue alcanzado por una bala en pleno pecho, se quedó con la mano en la herida. Algunos de nosotros corrimos para asistirle, pero el tiro fue mortal. La sangre brotaba de su pecho y caía al suelo. El Sub-Teniente Vilain, puso una piedra bajo su cabeza. Durante otros cinco minutos, rodó sus ojos extraviados en sus orbitas. Él tenía, dos o tres sacudidas convulsivas. Entonces su cuerpo se puso rígido y murió sin recobrar el conocimiento. ¡Algún tiempo antes de caer, nos había hecho prometer que íbamos todos a sostenernos, hasta el extremo último! Todos habíamos jurado.



Mientras tanto, la habitación fue evacuada, los mexicanos, a golpes de culatas fueron capaces de forzar una puerta interior, que comunicaba esta pieza con la otra en la planta baja y en la que nuestros hombres, dispararon a quemarropa. Se vieron obligados a retirarse. Más, de catorce al principio, no permaneció más de cinco, que fueron a fortalecer, diversos puestos en el patio.



El teniente Vilain tomó el mando como propietario, era suyo por derecho. Pequeño, delgado, rubio de pelo rizado, casi un infante, fue suboficial y tenía sólo seis meses en el grado, un hombre con un gran corazón para los demás y que no rehuía el peligro.

La defensa continuó. Los mexicanos eran los dueños de la casa entera. Pero ellos no disfrutaron de su ventaja por mucho tiempo. Emboscados en el patio, nosotros usamos todas las aperturas con un fuego tan intenso y preciso, que tuvieron que dejar la plaza,  primero el piso superior, luego la planta baja. Por consiguiente, no aparecían sino a intervalos y a cubierto. Pero con sólo una cabeza, un brazo de uniforme en la jamba de una puerta o ventana, una bala bien dirigida castigaba esa imprudencia.



Cerca del mediodía, oímos un sonido lejano de corneta. Nosotros todavía no habíamos perdido toda esperanza y creímos por un momento, que los franceses venían en nuestro rescate. Entonces, temblando de alegría, estábamos a punto de salir del corral, para correr delante de nuestros camaradas. De repente, el batir los tambores, esos pequeños tambores mexicanos, roncos y planos, como la panderetas, jugando una especie de marcha saltarina, muy diferentes de nuestras melodías francesas y a partir de aquello no podíamos más, mal interpretar.



Fue la infantería del coronel Milán, que se anuncia, a la izquierda, en la mañana, desde el campamento de la Joya. Prevenidos más tarde del combate de Camarón, habían agregado el peso de sus armas, en una lucha muy desigual.



Morzicki se había unido a nosotros y luchaba en el patio. Flexible como un jaguar, se ayudaba para subir, con la  menor rugosidad de la pared a escalar. Volvió a su puesto de observación en la peligrosa azotea. Él se apercibió, masa en avance hacia la hacienda, era toda la infantería.



Estaban allí al menos tres batallones fuertes de 400 hombres en promedio y portando cada uno el nombre del distrito o el cantón de donde eran: Veracruz, Córdoba, Jalapa.



Como siempre sucede en un ejército improvisado y este fue el caso de los mexicanos, el traje entero y el equipo dejó mucho que desear. Sin embargo, en ese desorden, sentimos preocupación meritoria, buena conducta y  regularidad. Los hombres del batallón de Veracruz, vestían todos o casi todos, pantalones anchos de tela y chaqueta gris, bordada en azul, como tocado, el gran sombrero de paja. El batallón de Córdova, difería sólo por el color de la tela que era azul y el de Jalapa, el mejor vestido de los tres, también tenía los pantalones de lino gris, chaqueta azul abierta por delante y en lugar del sombrero mexicano, el kepí, con la indispensable cubre nucas, que cae sobre los hombros. El mayor número calzaba botas de cuero color canela, atada en el empeine. Los demás, mantenían sus sandalias o huaraches, atadas con cordones a las suelas, muy similares a las alpargatas españolas.



Los jefes estaban vestidos en mucho de la misma manera, excepto la calidad más fina de la tela. Vestían pantalones con ribetes de color azul o rojo y una túnica de campaña corta, a la usanza vasca, adornada con botones dorados en la parte delantera, con el grado en cada hombro. Todos los oficiales de alto rango llevaban botas blandas y revolver en el cinto.



En cuanto a la caballería,  consistía fundamentalmente de irregulares y de guerrilleros.



Acerca de la apariencia, era la más común del jinete mexicano y que  todo el mundo conoce, a las piernas, tenían chaparreras de piel, abiertas de la base hasta arriba, se ensanchan sobre los pies y recortada a lo largo de la costura, una triple hilera de botones metálicos. Alrededor de la cintura, pudimos ver el cinturón de lana rojo, chaleco y chaqueta de cuero, decorado con profusión de trenzas y bordados de plata y en la cabeza, un sombrero de fieltro gris, con grandes alas horizontales que rodeaba la toquilla, con amplia franja de plata o de oro y las espuelas desmesuradas, con enormes estribos de madera, en forma de suecos cuadrados, cubiertos de metal, mas también la pesada silla de fuste. Todo esto era un curioso contraste, con el tamaño de sus caballos, poco elevados la mayor parte, pero de una fuerza notable y maravillosamente preparados.



Solo un escuadrón portaba el uniforme militar, un abrigo de paño azul con bolsas pequeñas, pantalón azul completado con la fornitura de cuero, cartucheras blancas, kepí y cubre nucas, eran los dragones. Además, todas esas tropas, estaban armadas superiormente, con armas perfeccionadas de origen americano, los jinetes de sable, revolver y mosquetón. Buen número de guerrilleros tenían también la lanza y los soldados de infantería, carabina de alma rayada y el sable-bayoneta. Buen número de guerrilleros tenían la lanza y la infantería la carabina de de alma rayada (87) y la espada bayoneta. ¡En verdad, faltaba más que cañones!



Nos miramos en silencio. A partir de ese momento, nosotros habíamos comprendido  que todo estaba perdido y que tan solo nos quedaba, más que bien morir. Para salir de malas, el viento no estaba en  dirección de Paso del Macho, donde el capitán Saussier y sus  granaderos, de oír el tiroteo, no habría dejado de acudir en nuestra ayuda.



Sin embargo, Morzicki fue visto otra vez y por segunda vez el comandante de los mexicanos, nos exhorto a nuestra rendición. El sargento seguía aun  bullendo todo de la lucha, borracho de polvo y de cólera. Él respondió como verdadero soldado, con una palabra poco parlamentaria, pero al menos no dejó ninguna duda, acerca de nuestras intenciones. Luego se apresuró a bajar y tradujo su respuesta al teniente Vilain, que dijo solamente: “Lo has hecho bien, no, no lo haremos.”



Al mismo tiempo, comenzó el asalto. El primer impulso de los mexicanos fue terrible. Corrieron por todas partes para entrar en el patio, gritando, vomitando contra nosotros imprecaciones e injurias, con esa abundancia que les es propia, en estos casos y que facilita también, la inagotable riqueza del vocabulario español: "¡Fuera perros franceses! ¡Abajo  la chusma! ¡Abajo Francia! ¡Muerte a Napoleón!" No puedo repetir todo.



Pero nosotros, en calma, silenciosos, cada uno en su puesto, ajustábamos fríamente, sin disparar, a nada mas que, donde y cuando, teníamos bien a nuestro hombre a tiro de fusil, que le caía al más cercano. El flujo de los atacantes oscilaba primero después, reculaba en tremor, para volver a la carga inmediatamente después. Apenas habíamos tenido el tiempo de deslizar un nuevo cartucho al cañón, cuando ya estaban sobre nosotros. Sus oficiales eran sobre todo, magníficos en la audacia y la bravura.



En la parte trasera a la fuerza, en el cuerpo de la vivienda, unos se ocuparon de abrir con picos y pinzas en la pared,  de la planta baja, un gran hoyo hacia el patio. Al mismo tiempo, otros se establecieron detrás de la parte de la pared, que daba a las grandes puertas. A partir de ahí, se aprovecharon las aspilleras  perforadas por nosotros mismos y  lo  hicimos, para poder  defendernos, perforando de nuevo. Y, como el nivel del suelo exterior, era superior al del patio, ellos se dirigían hacia nuestro fuego prolongado. De este lado de nuevo, tuvieron éxito, aunque no sin dificultad, para abrir una brecha de casi 3 metros.



Así que cambiamos nuestras disposiciones. El puesto de reserva, donde yo era parte y que estaba a medio camino, entre las dos entradas, se encontró a descubierto. Nos unimos a los defensores de la puerta de la derecha, que no fue atacado y juntos, hicimos el retiro en la esquina suroeste del patio, bajo el cobertizo, donde continuamos disparando.



Cerca de las dos y media, el teniente Vilain volvía de visitar la posición de la brecha y cruzó el patio en diagonal, en dirección a las grandes puertas, cuando una bala disparada del edificio, lo alcanzo en plena frente. Él cayó como abatido.



En este momento, debemos decir, un sentimiento de horrible tristeza, que penetró hasta lo más profundo del alma. El calor era agobiante. El sol estaba en su cenit, caía a plomo sobre nuestras cabezas. Un sol ardiente, despiadado como se encuentra trópicos, bajo sus rayos que caen a pico, las paredes del patio parecían todas blancas y la reverberación, nos quemaba los ojos. Cuando abríamos la boca para respirar, nos parecía tragar fuego. El aire era pesado como el plomo. Poseído de esas emociones, veo esas ondas que pasan a través de las llanuras desérticas de la tarde, llamadas espejismos. El polvo levantado por las balas perdidas, que atacaban el suelo del patio, tuvieron dificultades para salir de la tierra y lentamente, subir en espirales sobrecalentados a la vez, por los rayos del sol y la rapidez de nuestros disparos. El cañón de nuestros fusiles, daba en nuestras manos la impresión de hierro rojo. Tan intenso fue el calor de la atmósfera, en este pequeño reducto transformado en horno, que los cuerpos de los hombres muertos, se  descomponían ante nuestros los ojos. En menos de una hora, la carne de las heridas se cubría de tintes lívidos.



Por el desorden con los muertos, porque no había manera de rescatar a los heridos, que yacían en el mismo lugar en el que se vieron afectados, mientras que uno oía de afuera gemir a los mexicanos y gritar de dolor,   invocando alternadamente a la Virgen o maldiciendo a Dios y las Santos. Los nuestros, en un esfuerzo supremo, a pesar de su sufrimiento, se mantuvieron en silencio. Temían los pobres muchachos, reconocer así nuestras pérdidas y proporcionar confianza al enemigo.



No habíamos comido, ni bebido desde la víspera. Las provisiones se habían ido con las mulas. Nuestras cantimploras estaban secas, ya que al llegar a Palo Verde, se había vaciado en los tazones, que se habían derramado y debido a nuestra retirada precipitada, no tuvimos el tiempo de recargarlas de nuevo. Finalmente, en el barranco, no habíamos encontrado agua. Sólo al partir, por órdenes del capitán estaba en reserva en su mochila, una botella de vino que él mismo capitán Danjou,  al momento de organizar la resistencia, distribuyó entre los hombres. Apenas  se tenía unas cuantas gotas  para cada uno, nos sirvió y la bebimos en la palma de la mano.



Además, la sed se apoderó de la garganta otra vez y se añade a los horrores de nuestra situación. Una espuma blanca nos invade las comisuras de la boca y la misma se coagula. Nuestros labios estaban secos como el cuero. Nuestra lengua tumefacta apenas casi se movía. Nuestras sienes  a punto de romperse y nuestra pobre cabeza desvariando. Tales sufrimientos eran intolerables. Solo pueden comprenderlos aquellos que viven en este clima malsano y quienes conocen por la experiencia, el precio de un vaso o una gota.



Yo vi a los heridos arrastrarse por el plano vientre y para calmar la fiebre que los devoraba, la cabeza hacia adelante, lamiendo los charcos de sangre ya coagulada, que cubrían el suelo. He visto a otros, locos  de dolor,  presionar sobre sus heridas y succionar, ávidamente la sangre que mana de sus cuerpos desgarrados. Más loca  que todas las repugnancias o que todos los ascos, la sed allí, era la que nos presionaba. ¡Y luego nosotros habíamos jurado cumplir con nuestro deber!



Nos bebimos nuestra propia orina.



En verdad, este no era el momento, para sentir lástima por nosotros mismos o por el sufrimiento de nuestros camaradas. Había que tener la mirada vuelta hacia todos los puntos a la vez, derecha, izquierda, adelante, a las ventanas del edificio, a las aberturas del patio, porque en todas partes, vimos brillar cañones de fusil y la muerte venia de todas partes. Balas, más duras que el granizo, se abatían  sobre el cobertizo, rebotando contra los muros  y volaban a nuestro alrededor las explosiones de piedra y los pedazos de madera. A veces uno de nosotros caía. Entonces el vecino se agachaba, para buscar en sus cartucheras para sacar los tiros que le quedaban.



De la esperanza, no quedaba más. Sin embargo persona alguna, habló de  rendición. El abanderado Maudet, un valiente él también, había reemplazado a Vilain, fusil en mano. Combatió con nosotros en el cobertizo, ya que por los avances del enemigo,  no era posible cruzar el patio y comunicar órdenes a las diferentes posiciones. De hecho, no era necesario. La consigna era bien conocida por todos, mantenerse hasta el final, hasta la muerte.



Los mexicanos empezaron a cansarse. Más entonces, para superar mejor nuestra resistencia, ellos pensaron  usar una maniobra de guerra,  en honor no muy fuerte. Ellos apilaron  paja y madera en la parte norte-este del edificio y le prendieron fuego. El fuego consumió en primer lugar un cobertizo externo, que daba a Veracruz y de ahí, se extendió rápidamente a los techos.



El viento soplaba de norte a sur y bajó sobre nosotros,  un espeso humo negro, que no tarda mucho en invadir el patio. Nosotros estábamos literalmente cegados y el olor acre de la paja quemada, nos penetraba por la garganta; hizo aun más ardiente, la horrible sed que hemos torcido las entrañas.



Finalmente, después de una hora y media, el fuego se extinguió por sí mismo, falto de alimento. Sin embargo, este incidente nos había sido funesto. A la favor del humo que nos escondía sus movimientos, los mexicanos habían podido avanzar con ventaja y disparar sobre nosotros con mas precisión. Las posiciones de la apertura y la puerta de la izquierda, había perdido la mayor parte de sus defensores.



Sobre las cinco, hubo un momento de respiro. Los atacantes se retiraron, uno tras otro, como obedeciendo a una orden recibida y fuimos nosotros capaces de tomar un descanso, de respirar.



En total, no éramos más de una docena.



En el exterior, el coronel Milán  había reunido sus tropas en torno a él y las arengó. Su voz sonora llegaba hasta nosotros, ya que cualquier ruido cesó y mientras hablaba, en el cobertizo, un antiguo soldado de la compañía, Bartholotto, de origen español, muerto en el acto a mi lado, unos momentos más tarde, traducía palabra por palabra  su discurso.



En ese lenguaje cálido y colorido, que hace el fondo de la elocuencia española, Milán exhortó a sus hombres  para  acabar con nosotros. Él les dijo que no éramos más que un puñado, muriendo de sed y fatiga, que   debemos prender vivos y que si nos dejaban escapar, la vergüenza sería para ellos imborrable. Les  hizo jurar en el nombre de la gloria y de la independencia de México y prometió reconocimiento muy alto del gobierno liberal. Cuando terminó, se levantó un gran clamor y nos enteramos de que el enemigo, estaba listo para un nuevo esfuerzo. Sin embargo, antes de atacar, Milán nos hizo pasar un tercer requerimiento, nosotros ni siquiera contestamos.



El asalto estuvo más terrible que nunca. El enemigo se precipitó en todas las aberturas a la vez. En la puerta principal, el cabo Berg estaba solo. Fue rodeado, tomado por los brazos, el cuello y eliminado. La entrada estaba libre, y los mexicanos se lanzaron en tropel.



Sin embargo, en nuestro rincón, como una extensión de la longitud del muro, todos los que aparecieron en esta dirección, por delante de nosotros, hicieron inmediatamente media vuelta, en menos de diez minutos. Había más de veinte cadáveres, un montón, que obstruía el paso y contuvo el impulso de los recién venidos.



Por desgracia, casi al mismo tiempo, la entrada de la antigua brecha era forzada. Cuatro hombres la seguían, defendiendo aun, Kuwasseg, Gorski, Pinzinger y Magnin. Más, mientras que rechazan a los atacantes de afuera, rompiendo puertas y ventanas, los mexicanos por detrás  invaden el patio. Nuestros camaradas se ven obligados a hacer frente a este ataque inesperado, que les prende en reversa. En vano quieren resistir a cuchillo, mas ellos son desarmados y apresados.



Bajo el cobertizo,  que siempre deseamos, el pecho jadeante, los dedos crispantes, después de cargar nuestra carabina, luego de armarla con un gesto inconciente y febril. Nosotros reservamos nuestra atención para apuntar. Cada uno de nuestros favoritos, fue un agujero en sus filas. Mas por un muerto, diez se presentaban.



La puerta, una vez defendida por Berg, la entrada estaba abierta hacia el muro rodeado, las ventanas y la puerta de la hacienda, vomitando un flujo de asaltantes. Y arrastrándose sobre sus rodillas disimulados atrás del pequeño muro del cobertizo destruido, en este momento, se estaban moviendo en el patio, otros adversarios arribaban continuamente por la brecha antigua.



Aun  era de día grande. En el cielo azul crudo, sin nubes, el sol brillaba tan ardiente, tan implacable como a mediodía y sus rayos apenas inclinados, como si se ensañaran en contra nuestra, buscando todos los rincones del patio. Varios heridos golpeados por la insolación, presos de delirio, ya no podían contener sus quejas y demandaban beber con voz angustiosa, las manos contraídas, los ojos rojos y saltones. El desgraciado se retorcía en ansiedad, antes de la agonía  y luchaba fuertemente su cabeza a descubierto sobre el suelo reseco.



Desde la mañana, no había perdido ni un solo momento de mi sangre fría, o mi presencia de ánimo. De repente, pensé que me estaba muriendo.



A menudo, me enteré de que, en un peligro extremo, el hombre ve pasar en un momento, los ojos del espíritu, todos los actos de su vida entera. Por mi parte, y aunque el hecho de la guerra, me encontré en unas circunstancias bastante difíciles, nunca había visto nada igual. Esta vez,  fue a ser lo contrario. Era como uno de esos destellos rápidos, que por las noches cálidas de los trópicos, los precursores de la tormenta, rompen súbitamente la noche y va desde un polo al otro, iluminando una enorme extensión, las montañas y llanuras, los bosques, las villas  y caseríos. Durante el período de unos pocos segundos apenas, todos los detalles del paisaje parecen distintos en su lugar. Así mi pasado apareció de repente. Yo vi a mi hermoso y el verde país de Périgord y Musselburgh donde nací, así amablemente sentado entre los dos ríos, mientras que el olor de los jardines perfumados y los pequeños camaradas de clase y yo, jugábamos con los niños. Yo mismo me vi, joven soldado enlistado en los zuavos, antes de partir hacia Crimea, herido en las trincheras y siendo uno de los primeros, en participar en el asalto de  Petit-Redan ¡Por fin condecorado! Me vi más tarde en África, entrar  a los Cazadores a Pie y hablando con el polvo, sobre los árabes. Entonces, finalmente, hacer mis galones de suboficial para formar parte de la nueva expedición y  visitar esta tierra de México, donde dejaría mis huesos.



En efecto, el problema para nosotros,  no era ya más dudoso, acorralados en nuestro rincón, como jabalíes salvajes en su guarida, estábamos listos para el tiro de gracia. De vez en cuando, uno de nosotros caía, Bartholotto primero y luego Leonard. Yo estaba entre el sargento Morzicki ubicado a mi izquierda y el subteniente Maudet a mi derecha. De repente, Morzicki recibió en la sien un balazo, que partió de la grieta. Su cuerpo se inclinó y su  cabeza se volvió inerte, recaída en mi hombro. Me volví y observe  cara a cara, la boca y los ojos bien abiertos.



-Morzicki murió, le dije al teniente.

-Bah!-lo hizo con frialdad-, uno más. Pronto será nuestro turno y continuaron disparando.

Tome con los brazos la cabeza del cadáver  de Morzicki. Le recosté en la muralla, revolví con fuerza los bolsillos, para ver si todavía tenía los cartuchos. Había dos que me lleve.



Nos quedamos más que cinco: el subteniente Maudet, un prusiano llamado Wensel, Cattau, Constantino, todos los tres fusileros y yo. Sin embargo, todavía teníamos  al enemigo a raya. Pero nuestra resistencia llegó a su fin. Los cartuchos se agotaron. Algunos tiros aun, no quedaban más que uno a cada uno de nosotros. Pasaron seis horas y estábamos combatiendo desde la mañana.



- Armen sus fusiles, dijo el teniente, que se disparará a la orden y después, se cargará con la bayoneta. Ustedes me siguen.

Todo sucedió como él había dicho.

Los mexicanos avanzaron. No vimos más disparos, el patio estaba lleno. Hubo un profundo silencio que nos rodeo. El momento era solemne, los heridos se quedaron en silencio. En nuestro reducto, no nos movíamos más, esperábamos.

- ¡Preparen!

- ¡Fuego! dijo el teniente. Nosotros descargamos nuestros cinco tiros y con él en la mente, hemos dado un salto adelante, con la bayoneta calada.



Una formidable descarga nos acoge. El aire tiembla sobre la tormenta de hierro y pensé que la tierra se entreabría.



En este momento, el fusilero Cattau se arrojó delante de su oficial y le toma en sus brazos para hacer una muralla con su cuerpo. Cae, golpeado por diecinueve balas.



A pesar de esta devoción, el teniente también se vio afectado por dos balas, una en el flanco derecho, el otro le destrozó el muslo derecho.



Wensel también había caído. En la parte superior del hombro transversal, pero sin que los huesos hubieran sido golpeados, se levantó inmediatamente.



Quedábamos tres, aun en pie: Wensel, Constantin y yo.



Un momento imposible a la vista del Teniente que estaba de espaldas, nosotros preparábamos saltar por encima de su cuerpo y cargar de nuevo. Pero ya, los mexicanos nos rodeaban por todos lados y las puntas de sus bayonetas tocado nuestros pechos.



En eso estábamos nosotros, cuando un hombre alto, de rasgos distinguidos, que fue el primero entre los atacantes, identificados por su kepí y su túnica pequeña con galones de un oficial superior, ordenó que se detuvieran y de un súbito movimiento de su espada en alto, releva las bayonetas que nos amenazaban:

-Ríndanse, dice.

-Nosotros nos rendimos, le respondí, si usted nos deja nuestras armas y nuestra fornitura (aditamentos donde cuelga el equipo de un soldado) y si usted se compromete a asistir y curar nuestro teniente que esta herido aquí.



El oficial accedió a todo. Entonces, como las primeras palabras que se habían intercambiado eran en español. Hablo en francés conmigo,  dijo, será mejor, de lo contrario estos hombres le tomarán por un español. Ellos matarían y tal vez no voy a poderme hacer a obedecer.



Es bien sabido el odio implacable que guardan los mexicanos y con ellos todos los colonos hispanoamericanos, contra la madre patria,  justo al recordar tantas injusticias y crueldades, cometidas durante tres siglos en estos hermosos lugares por los sucesores de Pizarro y Hernán Cortés.



Sin embargo, el oficial estaba hablando con uno de sus hombres, se volvió y dijo:

Ven conmigo

-Entonces él me ofreció su brazo, le dio el otro Wensel herido  y se dirigió hacia la casa. Constantino nos siguió de cerca.

Eché un vistazo a nuestro oficial (Maudet), que dejamos atrás.

-Cese toda inquietud, me dijo, di órdenes de que se ocupen de él. Vamos a recogerlo en una camilla. Ustedes mismos pueden contar conmigo, no se les hará ningún mal.

Digo después: Para ser honesto, esperaba  ser fusilado, pero me era indiferente.

No, no, -dijo él vivamente, yo estoy aquí para defenderles.



Al mismo tiempo, dejando el edificio principal, nos encontramos en el camino, aún en su brazo, un jinete irregular carga sobre nosotros con gran clamor y cobardemente, con ambas manos sobre Wensel y  tira dos golpes de lanza, sin decir una palabra. El oficial, que nos acompañaba, toma su revólver en el cinto, se ajusta con frialdad y le mete una bala en la cabeza del miserable, que del caballo rueda de la  silla sobre la calzada. Luego seguimos nuestro camino sin que nosotros nos ocupáramos de él.



El Coronel Cambas se crió en Francia y hablaba nuestro idioma admirablemente. Militar por  ocasión, como muchos de los que nos combatieron y que por el amor a la  libertad, habían levantado las armas contra nosotros,  pertenecía así como Milán, a esa clase de licenciados, que comprende a casi todos los hombres  más educados y más influyentes del país. Excelentes personas, el uno y el otro, que habrían hecho honor, incluso a uno u otro ejército, porque sus soldados, yo no les calumniaría mucho, al decir que las tres cuartas partes, eran bandidos solamente.



Llegamos así a una  pequeña elevación en el terreno, a cierta distancia de la hacienda, donde se encontraba el coronel Milán y su Estado Mayor.

- ¿Esto es todo lo que queda? preguntó él cuando nos vio.

- Él respondió que sí. Y no pudo contener su sorpresa.

- Pero no son hombres, s'écria-t-il, son demonios (¡Estos no son hombres, son demonios!) Entonces, nos habla en francés:

-Tienen sed sin duda señores, Ya he enviado a buscar agua. Por otra parte, no se preocupe, ya tenemos varios de sus camaradas, que pronto verán otra vez. Somos personas civilizadas, digan lo que digan y sabemos de las consideraciones para los prisioneros  como usted.

Nos dieron agua y tortillas, que son una especie de crepas de maíz, que  para la gente común en México son como el pan y sobre las cuales  nos lanzamos con avidez.



Al mismo tiempo llegó el teniente Maudet, acostado en una camilla y rodeado de una numerosa escolta de jinetes. Otros heridos arribaron después de él.



La noche había caído de golpe sobre los trópicos. El Crepúsculo no existe, ni la aurora y el día se apaga como la noche, casi sin transición. En compañía de nuestros vencedores, hicimos la ruta hacia su campamento de La Joya, donde llegamos bastante tarde. Hubo una gran emoción, y los heridos del combate llena todo. Allí, a pesar de la palabra del coronel Cambas, nuestras armas, que nos quedamos en primer lugar, se han eliminado. Era de esperar. Nosotros nos reunimos con nuestros camaradas hechos prisioneros antes que nosotros. Agotado por la fatiga y el sufrimiento, negro de polvo, de polvo y  sudor, los rasgos del derrotado, con los ojos inyectados en sangre, no parecíamos figura humana. De nuestra ropa, los sombreros fueron seleccionados, perforado hasta la fecha. El mío, por su parte, había recibido más de cuarenta balas. Sin embargo, por la suerte increíble durante esta larga lucha, no había sido tocado.



¿Cómo hemos salido ilesos? Nosotros no lo comprendemos y los mexicanos tampoco. Solamente a la mañana siguiente, pensativos, los miembros, dudando aun si era yo, o si estaba realmente con vida.



IV



Tal es la gloriosa hazaña de  armas, donde 65 hombres del ejército francés, sin agua, sin comida, sin abrigo, en un patio al aire libre, bajo el calor de un sol asesino, mantenido a raya durante más de diez horas cerca 2000 enemigos.



Gracias a su dedicación, el convoy se salvó. Lentamente, se remonto en dirección a Córdoba y estaba a sólo dos leguas de Camarón, cuando un indio, que, por el momento, había asistido a las operaciones militares de la jornada, llegó a anunciar que un destacamento francés fue se vio rodeado en la hacienda, que los mexicanos eran muchos y bloquearon la carretera. Fue eso entonces alrededor de cinco horas y la tercera compañía fue casi aniquilada.



Además de las grandes piezas de artillería de asedio, furgonetas del Tesoro, las extensiones y los coches de de intendencia militar, cargas de material y de munición el convoy tenía una multitud de carretillas de comercio y aproximadamente 2000 mulas, portando las proviciones de los cantineros civiles. Fue un desfile interminable que desaceleró también por el mal estado del camino. En estas condiciones, cualquier sorpresa debe ser inevitablemente desastrosa. Capitán Cabossel, de los voltigeurs (88), responsable de la conducción del convoy, no tenía con él, más que dos compañías del regimiento extranjero, y el punto de caballería. Se detuvo inmediatamente y envió un mensajero a Soledad para solicitar nuevas instrucciones. Se le ordenó volver sobre sus pasos.



A la misma hora, el coronel Jeanningros, igualmente prevenido por un indio, fue llamó a los refuerzos en Córdoba. Hizo enviar dos batallones de infantería de marina. Se deja a uno en Chiquihuite para mantener la posición. Así mismo con la Legión Extranjera y el otro batallón avanzara a mitad de la noche y reunió al paso los granaderos del capitán Saussier, para que tomara la vanguardia.



Al amanecer, la columna estaba a la vista de Camarón. Pero ya el anuncio de su llegada había puesto en fuga los mexicanos que se ocupaban en enterrar a los muertos. Y Milán levantó apresuradamente su campamento de la Joya.



Se encontraron, a cien metros cerca del pueblo, desmayado al pie de un arbusto y gravemente herido, el tambor de la valerosa compañía. Fue dado por muerto por los mexicanos, que, la noche anterior, había visitado el campo de batalla y lo arrojaron entre los cadáveres de sus camaradas. El frío de la noche lo había despertado. Se había desenterrado poco a poco y se había arrastrado por delante de él, hasta que el dolor y el cansancio lo obligo a detenerse.



En el patio de tierra, el desorden era terrible y no hay evidencia que gran parte de la furia de la batalla, en todas partes enormes placas de la sangre desechada, todo el suelo pisoteado, paredes rotas o rayadas por las balas, entonces aquí y allá, fusiles quebrados, bayonetas y espadas dobladas, los sombreros, los quepis, efectos de equipo militar, desgarradas, rotas y toda esta sangre. Entre los escombros, se recogió la mano articulada del capitán.



Sin embargo, los cadáveres habían sido enterrados, descubiertos más tarde, se separaron en dos montones distintos, el de los mexicanos al norte y por el otro lado de la carretera el los de los franceses en una fosa al suroeste de la hacienda. Una Cincuentena de mexicanos que ya  estaban enterrados. Pero aún había más de dos cientos. Los franceses habían perdido veintidós hombres muertos en acción. Otras ocho personas, es cierto, murieron casi inmediatamente de sus heridas. Y entre ellos, el teniente Maudet, que era transportado a Huatesco (89), murió el 8 de mayo Los mexicanos se honraron a sí mismos, haciendo a sus despojos honores militares. Hubo más de mil soldados y suboficiales heridos.



Entre los mexicanos como una cosa propia, por una particularidad curiosa, el número de muertes fue mayor que la de los heridos. Por otra parte, se observó que, en ambos lados, casi todos los hombres fueron golpeados en la cabeza o parte superior del cuerpo. En cuanto a los prisioneros sobrevivientes, ellos siguieron a la primera columna mexicana, a veces tratados con respeto, a menudo maltratados y abusados. Pero nosotros no habremos de describir su odisea a través de las aldeas y bosques vírgenes tierras cálidas, constantemente obligados a huir con sus guardianes, antes de la llegada de las tropas francesas.



Sin embargo, el ruido de su heroica defensa estaba muy extendido en el país y estaba emocionado a todos, amigos o enemigos, una admiración unánime. Las autoridades francesas se encargaron de la libertad de ellos. Pero en el desorden increíble en que se debatía la administración liberal, las negociaciones de este tipo no eran fáciles de conducir. Después de tres largos meses de espera y sufrimiento, un primer convoy de ocho presos, que incluían cabo Maine, se intercambió contra 200 soldados y un coronel mexicano que teníamos en nuestras manos. En el intervalo, muchos de los heridos habían sucumbido, algunos, que habían sido dados de alta del hospital de Jalapa, regresó más tarde.



El regreso de los presos fue un triunfo perpetuo, en todas las ciudades y pueblos donde fueron. La multitud estaba en contra de ellos y les aplaudió. Los indios especialmente, cuyas espíritu se acuña más fácilmente se apoderó de ellos una especie de asombro supersticioso y exclamaban, juntando las manos, "¡Jesús María, están aquí!'



A su llegada al cuerpo, el comandante del batallón Regnault, quien comandó interinamente el regimiento extranjero, que actuaba en lugar y en sustitución del coronel Jeanningros llamado a Veracruz, se apresuró a preparar un informe detallado de la batalla de Camarón,  del que se desconocían  los detalles. Este informe, muy emotivo y muy bien hecho, llegó a través de la jerarquía  al general en jefe Forey. A su vez, era quien quería se hiciera una lectura a todas a las tropas del cuerpo expedicionario. Y, en una orden  de fecha del día de su cuartel general en la Ciudad de México, 31 de agosto de 1863, después de  haber glorificado a los bravos que habían sostenido  esta lucha de gigantes, como él dijo, declara que tal bella conducta  había merecido premios extraordinarios . En virtud de los poderes conferidos, Maine, sargento desde su regreso y ya decorado, fue ascendido al grado de subteniente a la primera vacante del cuerpo. Schaffner, Wensel, Fritz, Pinzinger, Brunswick recibieron la Cruz de la Legión de Honor y otros cuatro, la medalla militar. Poco después, el regimiento extranjero se recordó a Europa. Las nominaciones, fueron confirmadas por decreto imperial publicadas en el Monitor universal del, 9 de agosto de 1864.



Hoy en día, el ferrocarril de Veracruz a México atraviesa Camaron y pasa sobre los cimientos de dos casas antiguas, frente a la hacienda, destruida parcialmente por la expansión de la localidad. No muy lejos de allí, en el lugar donde los héroes duermen, se destaca una estela (hoy en día un monumento), coronado por una columna rota, serpenteando rodea una corona de laureles. Se trata un punto de  inclusión  y recompensa a su gloria. Es el gobierno mexicano que el costea el mantenimiento. Pero desde la jornada memorable, para la duración de la ocupación, cuando un destacamento francés pasaba delante de  Camarón, los tambores batían en los campos. Los soldados presentaban armas y los oficiales saludaron respetuosamente con la espada.



(4)



CRONOLOGIA DE LOS HECHOS SEGÚN EL CABO MAINE



Dia      Hora   Lugar y hechos         Testimonio del cabo Maine

29 de abril     11:00 p.m.     Chiquihuite Reunión Cuando, el 29 de abril, cerca de las once horas de la noche, la orden vino a nosotros, de juntar  pronto a nuestros camaradas, que acampaban en la parte inferior.

            12:00 p.m.                 

30 de abril     01:00 a.m.     Salen de Chiquihuite           Tan pronto como llegamos al punto de reunión tomamos café. Y a eso de la una de la mañana, la compañía se puso en marcha.

            02:00 a.m.     Paso del Macho       Después de alrededor de una hora de marcha, llegamos a Paso del Macho

            03:00 a.m.                 

            04:00 a.m.                 

            05:00 a.m.                 

            06:00 a.m.     Llegan a Camarón   Al despuntar el día, nos acercamos al pueblo de Camarón.

            07:00 a.m.     Llegan a Palo Verde           Nosotros habíamos marchado más de seis horas, cuando del lado del camino de Camarón que habíamos dejado, dos o tres centinelas señalan algo que anormal. Una hora no había transcurrido, el agua estaba hirviendo en los tazones

            08:00 a.m.     Palo Verde avistamiento                                                                                                                                                                                                                                                                 Llegan a 300 mts de la Hacienda  Algo anormal señalan los centinelas, tiran los tazones que hervían, el capitán Danjou grita ¡"El enemigo a las armas!" El capitán ordena a la compañía tomar a la derecha y entrar en los matorrales. Caminamos durante más de una hora sin ver al enemigo. En el momento en que llegamos a la carretera, a unos 300 metros de la Hacienda, hubo un disparó desde una ventana, que vino a perjudicar a uno de nuestros compañeros en la cadera. Revisan las casas y la hacienda para ubicar al tirador. Buscan agua en un barranco cercano

            09:00 a.m.     Camarón a la salida rumbo a Chiquihuite: Primera, segunda carga de caballería de las tropas mexicanas y carga de bayoneta de los legionarios       Apenas habíamos andado algunos pasos, cuando de repente vimos, en una colina a la derecha y detrás de nosotros, jinetes mexicanos congregados, espada en mano y listos para cargar. (PRIMERA CARGA) Un instante después y la masa como una avalancha, se dirigió sobre el cuerpo. Sin perder tiempo, el capitán nos hace cruzar una zanja pequeña, cubierta de nopal, formando una valla que bordeaba el camino de la izquierda y remontándose  hacia Camarón. Además de este obstáculo, debíamos detener el impulso de la SEGUNDA CARGA. A sus órdenes se calan las bayonetas (CARGA A BAYONETA) Con el mismo esfuerzo, se toma la distancia que nos separa de la granja y así  penetramos en el corral.

            09:30 a.m.     Camarón Ingreso a la Hacienda de la Trinidad, la misma es rodeada por las fuerzas de caballería que anteriormente habían cargado contra los legionarios  Con el mismo esfuerzo, se toma la distancia que nos separa de la granja y así  penetramos en el corral. Con estas disposiciones tomadas esperamos el ataque fieramente. Este podría ser en ese momento, a las nueve horas y media. Morzicki se apercibió, mientras caminaba en el techo, por encima de las habitaciones ocupadas por el enemigo. Un oficial mexicano, con pañuelo blanco en la mano, él mismo llegó a los pies de la muralla exterior y hablaba buen  francés, en nombre del coronel Milán, nos conmina a rendirnos

            10:00 a.m.     Ataque de la caballería mexicana en funciones de infantería de sitio Entonces el fuego se desató en todas partes a la vez, nosotros éramos apenas uno contra diez. Como el ataque fue tan vigorosamente conducido que no se como pudimos resistir. Algún tiempo antes de caer, (es decir antes de las 11 a.m.) nos había hecho prometer que íbamos todos a sostenernos, hasta el extremo último! Todos habíamos jurado.

            11:00 a.m.     Muerte del capitán Danjou  Hacia las once del día, (el capitan Danjou) llegó a visitar el puesto de la sala y él mismo reconoció, que no podría aguantarse mucho más. Cuando regresando de la reserva, fue alcanzado por una bala en pleno pecho, se quedó con la mano en la herida. Algunos de nosotros corrimos para asistirle, pero el tiro fue mortal.

            11:00-11:30 a.m.      Los legionarios desalojan el ala norponiente  de la casa principal de la hacienda            Mientras tanto, la habitación fue evacuada, los mexicanos, a golpes de culatas fueron capaces de forzar una puerta interior, que comunicaba esta pieza con la otra en la planta baja y en la que nuestros hombres, dispararon a quemarropa. Se vieron obligados a retirarse. Más, de catorce al principio, no permaneció más de cinco, que fueron a fortalecer, diversos puestos en el patio

            12:00 a.m.     llega la infantería mexicana            Cerca del mediodía, oímos un sonido lejano de corneta. Fue la infantería del coronel Milán, que se anuncia, a la izquierda, en la mañana, desde el campamento de la Joya

            13:00:00 p.m.                       

            14:30:00 p.m.           Muerte del teniente Vilan    Cerca de las dos y media, el teniente Vilain volvía de visitar la posición de la brecha y cruzó el patio en diagonal, en dirección a las grandes puertas, cuando una bala disparada del edificio, lo alcanzo en plena frente.

            15:00:00 p.m.           Incendio del cobertizo exterior y del techo de la hacienda        Los mexicanos empezaron a cansarse. Más entonces, para superar mejor nuestra resistencia, ellos pensaron  usar una maniobra de guerra,  en honor no muy fuerte. Ellos apilaron  paja y madera en la parte norte-este del edificio y le prendieron fuego. El fuego consumió en primer lugar un cobertizo externo, que daba a Veracruz y de ahí, se extendió rápidamente a los techos.

            16:00:00 p.m.                       

            16:30:00 p.m.           Termina el fuego, los mexicanos usaron el humo como cubierta para ubicar mejor a sus tiradores           Finalmente, después de una hora y media, el fuego se extinguió por sí mismo, falto de alimento. Sin embargo, este incidente nos había sido funesto. A la favor del humo que nos escondía sus movimientos, los mexicanos habían podido avanzar con ventaja y disparar sobre nosotros con más precisión. Las posiciones de la apertura y la puerta de la izquierda, había perdido la mayor parte de sus defensores.

            17:00:00 p.m.           Los atcantes se retiran de la casa            Sobre las cinco, hubo un momento de respiro. Los atacantes se retiraron, uno tras otro, como obedeciendo a una orden recibida y fuimos nosotros capaces de tomar un descanso, de respirar. En total, no éramos más de una docena.

            17:30:00 p.m.           Discurso del coronel Milán, tercera exhotación a la rendición  En ese lenguaje cálido y colorido, que hace el fondo de la elocuencia española, Milán exhortó a sus hombres  para  acabar con nosotros. Él les dijo que no éramos más que un puñado, muriendo de sed y fatiga, que   debemos prender vivos y que si nos dejaban escapar, la vergüenza sería para ellos imborrable. Les  hizo jurar en el nombre de la gloria y de la independencia de México y prometió reconocimiento muy alto del gobierno liberal. Cuando terminó, se levantó un gran clamor y nos enteramos de que el enemigo, estaba listo para un nuevo esfuerzo. Sin embargo, antes de atacar, Milán nos hizo pasar un tercer requerimiento, nosotros ni siquiera contestamos.

            17:40:00 p.m.           Último tiro y carga a bayonete calada de los cuatro sobrevivientes. El teniente Maudet es herido gravemente       Sin embargo, en nuestro rincón, como una extensión de la longitud del muro, todos los que aparecieron en esta dirección, por delante de nosotros, hicieron inmediatamente media vuelta, en menos de diez minutos. Había más de veinte cadáveres, un montón, que obstruía el paso y contuvo el impulso de los recién venidos. Armen sus fusiles, dijo el teniente, que se disparará a la orden y después, se cargará con la bayoneta. Ustedes me siguen. ¡Fuego! dijo el teniente. Nosotros descargamos nuestros cinco tiros y con él en la mente, hemos dado un salto adelante, con la bayoneta calada. Una formidable descarga nos acoge. El aire tiembla sobre la tormenta de hierro y pensé que la tierra se entreabría. Un momento imposible a la vista del Teniente que estaba de espaldas, nosotros preparábamos saltar por encima de su cuerpo y cargar de nuevo. Pero ya, los mexicanos nos rodeaban por todos lados y las puntas de sus bayonetas tocado nuestros pechos.

            18:00:00 p.m.           Rendición      En eso estábamos nosotros, cuando un hombre alto, de rasgos distinguidos, que fue el primero entre los atacantes, identificados por su quepí y su túnica pequeña con galones de un oficial superior, ordenó que se detuvieran y de un súbito movimiento de su espada en alto, releva las bayonetas que nos amenazaban

            18:30:00 p.m.           Encuentro con el coronel Milán      Llegamos así a una  pequeña elevación en el terreno, a cierta distancia de la hacienda, donde se encontraba el coronel Milán y su Estado Mayor.

            19:00:00 p.m.           Marcha al campamento de La Joya          La noche había caído de golpe sobre los trópicos. El Crepúsculo no existe, ni la aurora y el día se apaga como la noche, casi sin transición. En compañía de nuestros vencedores, hicimos la ruta hacia su campamento de La Joya, donde llegamos bastante tarde.



(5)



Recuerdos Históricos de la Ciudad de Veracruz y Costa de Sotavento del Estado, Durante las Campañas de “Tres Años”, “La Intervención” y el “Imperio” 1895 de Sebastian I. Campos (90)



A las seis de la mañana una sección de exploradores compuesta de veinte hombres al mando del teniente D. Anastacio Jiménez hermano del Comandante , abrió la marcha, siguiéndola a las siete el resto de la fuerza, á cuyo frente iba el referido comandante y el capitán X……, y cuando llegaron a los lindero del camino, como en éste no apareciera alma viviente, unidos los exploradores al resto de la sección, comenzaron á bajar dirigiéndose á la “Joya”, como estaba ordenado, Allí debería encontrarse ya Milán con la fuerza de infantería.



Entre ocho y nueve, una polvareda que notó a menos de una legua de distancia, hizo suponer a Milán había anticipado su salida; pero esto no era razonablemente admisible, pues en todo caso darían un rodeo tan innecesario como peligroso, Jiménez continuo avanzando, si bien con las precauciones necesarias. La caballería formó en ala, corriéndose á la derecha del camino para cortarlo en una extensión mayor, y con las carabinas en guardia, divisando á paso andar una fuerza de infantería enemiga, como de cien hombres pertenecientes al 2º batallón de la “Legión Extranjera” que se dirigía a Córdoba. Los dragones hicieron alto, rompiendo el fuego desde luego, auque á demasiada larga distancia, siendo infructuosos sus tiros, por lo que Jiménez ordenó el avance sin apresurarse demasiado, temeroso deque aquella no fuera sino alguna simple descubierta. El enemigo retrocedió entonces lentamente, haciendo fuego en retirada hasta ampararse de un caserón de mampostería, donde se refugió.



El Capitán X……, seguido de cuatro hombres de toda confianza, partió en el acto, á todo escape, poniéndose fuera del alcance enemigo, para participar a Milán el inesperado encuentro. La Caballería de Jiménez quedó en observación.



El enemigo comprendió su situación, y entretanto los dragones y el Capitán X……., corrían á toda rienda, los franceses desempedraron el patio y piso de la casa amontonando la piedra a modo de muro, tras la puerta del zaguán y la (de) una ventana, y aspilleraron las paredes; de modo que, situada la casa en medio del campo, podían hacer fuego por todas las partes en una extensión dilatada y libre de obstáculos, lo cual quintuplicaba sus fuerzas. A la una ó poco antes se avistó la vanguardia del Coronel Milán con este y su estado mayor á la cabeza, y los jefes Camacho y Talavera: componíase de dos compañías del batallón de infantería Guardia Nacional de Veracruz, al mando de los capitanes Samohano y Migonio y Frías; y momentos después hacían alto a retaguardia los piquetes del “izote” y de “Córdoba”. El batallón Guardia Nacional de Jalapa, al mando del Teniente Coronel D. Ismael Terán, tomaba posición también á retaguardia de una presa de agua que servia de punto de apoyo, situada á espaldas del caserón.



Jiménez, a distancia conveniente, ejecutó una maniobra para obligar al enemigo á retroceder, en el caso de que intentaran una salida, situándose Escobar, que llegó en aquellos momentos, tras del edificio, á la izquierda del batallón de Jalapa. Con éste y los piquetes antes dichos se formaron dos pequeñas columnas de asalto, quedando como reservas las caballerías, en las posiciones que respectivamente ocupaban.



Los ayudantes del Estado Mayor comunicaron las últimas órdenes, y las compañías de Veracruz comenzaron desde luego al ataque. Dispersos en tiradores y arrastrándose por tierra durante un largo trayecto, sufrieron algunas bajas, logrando al fin bajo los fuegos del enemigo, al amparo de los muros de la misma casa en los intermedios de una á otra aspillera: espiaban el momento en que de ellas salía un tiro, casi siempre fatal para los nuestros, é inmediatamente introducían su fusil y hacían fuego, hasta que la boca de una carabina enemiga les indicara el peligro.



A las dos de la tarde avanzaron las columnas a paso de carga, por derecha e izquierda á retaguardia de la casa, para rebasarla fuera de tiro del enemigo, y concentrar el ataque sobre un solo punto, el frente del edificio, que era por donde únicamente podía penetrarse, inutilizando a la vez las aspilleras del lado opuesto y a la vez de los costados: los tiradores de Veracruz se concentraba al mismo frente, á proporción de las columnas cambiaban de posición.



Ya habían caído bastantes de nuestros soldados, siendo el primero el tambor Pablo Ochoa al pretender arrastrar una carreta cargada de paja para poner fuego á la puerta del edificio, cuando al lanzar su caballo para imprimir un movimiento de flanco a la primera columna que había oblicuado demasiado, cayo muerto, atravesado el corazón por una bala. El Jefe del Estado mayor, Otro tanto sucedió al Alférez D. Rafael Redondo, Ayudante de Jiménez, que iba a comunicar una orden al capitán Escobar, y momentos depuse, el teniente D. Vicente Güido Subayudante de las compañías de Veracruz, caía mortalmente herido en la región abdominal, al intentar incorporarse á sus compañeros.



Los franceses se batían con desesperación; casi todos sus tiros eran bien aprovechados, por la ventaja que daba la posición que ocupaban sin que pudiera apreciarse las bajas que les hicieran los tiradores de Veracruz, quienes los entretenían mientras llegaban las columnas, cuya marcha era muy peligrosa por encontrarse á pecho á descubierto: El Capitán Güido y el Ayudante Rojas, ambos del batallón de Jalapa, caen  a su vez para no levantarse jamás, al mismo tiempo que la segunda columna era herido de muerte el Comandante del “Izote” y emprendiendo la carrera ambas columnas, y cerrando filas cada vez que caía alguno de sus compañeros, llegaban al frente avanzando, que vomitaba un torrente de fuego por sus troneras.



Eran las cuatro de la tarde cuando el soldado Barrientos de Jalapa, lograba forzar, auxiliado de dos o tres más, la puerta del zaguán, y embestir la trinchera de piedras, cayendo muerto en el acto: pero éste fue el último esfuerzo de los franceses para contener el asalto. Quisieron lanzarse a través, y los republicanos la taparon con sus pechos al penetrar, cayendo muertos o heridos muchos de ellos. A la vez los de Veracruz penetraban también por la ventana; y ya dentro, franceses y mexicanos se buscaban para darse la muerte á culatazos y bayonetazos; no había tiempo ni espacio para cargar las armas; y era tan denso el humo producido por los tiros que se dispararon al penetrar que no se distinguían unos de otros.



Aquello era espantoso: se reproducían en pequeña escala las escenas que tuvieron lugar en la batalla de “Barranca Seca”, y en vano el clarín de órdenes tocaba “alto el fuego” para hacer cesar los horrores de una matanza inútil hasta que por fin, fuegos, gritos, golpes, todo fue cesando poco a poco, porque el enemigo ya no hacía resistencia y pedía rendirse a discreción. Luego se tocó “llamada a tropa” y aquellos soldados fueron a ocupar sus filas echando entonces de menos a los compañeros cuyo lugar quedaba vacío. Aquí y allá en el campo se oían los lastimeros amidos de los heridos, é inmóviles, yertos los cadáveres de los que habían sucumbido en la lucha que acusaban venganza contra los traidores que trajeron la guerra al país.



En el interior del destrozado caserón el espectáculo era horrible a la vez que conmovedor; franceses y mexicanos yacían mezclados, confundidos, durmiendo juntos el sueño de la muerte que se habían prodigado con furor: unos y otros habían pagado con la vida, víctimas inocentes, la insensata ambición del hombre más injusto que ha tenido la Francia moderna; y unos y otros ya daban cuentas á Dios de haber cumplido con su deber.



Se pasó lista: cuarenta y tantos hombres de la clase de tropa permanecieron mudos a la voz de sus oficiales. Yacían tendidos esperando que sus hermanos de armas les dieran sepultura, como esperaba también Ayala, Redondo, Rojas y dos horas más tarde la darían en una aldea ignorada a los dos Güido y al Comandante del “Izote”. Entretanto una ambulancia improvisada disponía lo necesario para conducir a los heridos y el resto de la fuerza abría dos anchas fosas donde quedaron sepultados aquellos valientes cuyos nombres quedaron ignorados para la historia.



A eso de las cinco y media de la tarde comenzó la retirada: retirada triste y lúgubre en la que los heridos abrían marcha, transportándolos con el mayor cuidado posible, y los jefes la cerraban cabizbajos y con todas las señales de un profundo pesar. Las caballerías volvieron a ocupar sus posiciones primitivas, excepto el piquete de la de Jiménez que cubría la retaguardia de la columna en marcha.



Tal fue el hecho de armas que desde entonces se conoció con el nombre de “acción del Camarón” y respecto de la cual se han hecho tan distintas apreciaciones, la mayor parte apasionadas y desfavorables á nuestras tropas, fundándose en la superioridad numérica de nuestros combatientes respecto á los contrarios.



No hay razón



Este hecho de armas, enteramente casual, puede equipararse al que tuvo lugar en el “Mediadero”, a fines de 1862. En este los republicanos, en la proporción de uno contra tres, tenían la ventaja de la posición: en aquel, si bien es cierto que la proporción era mayor, en cuanto la posición de los franceses era infinitamente superior. Tiraban tras de muros de piedra contra los cuales eran ineficaces los fuegos de la infantería la que por otra parte sólo comenzó a disparar cuando se puso bajo las troneras que había abierto el enemigo: de modo que por más de una hora estuvo recibiendo tiros certeros y precisos, como lo demuestra el hecho de que todas las heridas que recibieron los republicanos eran del pecho á la cabeza: no había una sola que bajara de la cintura. Además, el armamento era muy superior en calidad al nuestro: de mayor alcance y de mayor calibre, y dotados para una marcha larga, llevaba cada oficial y cada soldado, todos armados con carabinas, diez y ocho paradas, todas consumidas según confesión de los prisioneros; y si la mortandad entre los republicanos no corresponde á la relativamente (a la, suprimido) cifra de proyectiles disparados, débese, primero á que los tiradores de Veracruz, procuraban inutilizar los tiros del enemigo, desviando la puntería al asomar la boca del arma por las troneras; y segundo, á que las columnas de ataque, una vez á distancia de tiro, emprendieron el asalto á la carrera, á fin de ponerse cuanto antes bajo el fuego que las  aniquilaba.



Esto no significa la más ligera idea de aminorar el valor de aquellos soldados que pelearon como valientes.*



Un hecho curioso y casi ignorado.



Al proseguir su marcha las tropas después de haber dejado en Huatusco los pocos heridos de una y otra parte que sobrevivieron, cuando comenzaron a bajar el camino, dejando á espaldas el pueblecillo de San Bartolo, los prisioneros Marcial Julien, Alexandro Adit y Carlos Berger, que habían fraternizado con nuestros soldados, de quienes recibían á cada paso las vivas muestras de simpatía, solicitaron del Coronel Milán que les permitiera cantar; y concedida tan extraña petición, aquellos hombres, llenos de brío y de entusiasmo y enlazados los brazos entonaron en coro la Marsellesa, llorando a lagrima viva el entonar las estrofas del canto de guerra de la Francia republicana.



¡Cruel y terrible protesta contra el hombre del 2 de Diciembre, que los lanzó á la guerra, contra una nación cuyos hijos han sido siempre admiradores de los grandes hombres del 93!



*Cuando el ejercito francés ocupo parte del territorio Nacional, sus compatriotas le levantaron un pequeño monumento conmemorativo,  cerrado por un barandal de hierro, para honrar la memoria de aquellos valerosos soldados. Este monumento histórico fue destrozado después del restablecimiento de la República por una mano sacrílega y oculta, que seguramente comprendía el patriotismo ensañándose contra las cenizas de héroes que fueron vencidos en buena lid.



Se señala el nombre del individuo que ordenó la comisión de tl crimen, pero no está perfectamente comprobado. A estarlo: Lo asentaríamos aquí para entregarlo a la execración de los hombres de corazón



(6)



Cartas del General Thun y del Mariscal Bazaine sobre el tema de la mano articulada del capitán Danjou (91)

Zacapoaxtla a 22 de julio de 1865.

Sr. Mariscal:

Me es grato participarle a su excelencia lo siguiente:

Durante la expedición del teniente Gruber, éste supo que el propietario de un rancho cercano a Teziutlán, el señor L’Anglaise, de origen francés, tenía en su poder la mano artificial del capitán Danjou, fallecido gloriosamente en Camarón.

Enterado de que la familia del capitán Danjou había hecho los trámites para recuperar ese preciado recuerdo, el teniente Gruber se lo pidió al señor L’Anglaise, que sólo quiso cederlo mediante el pago de cincuenta pesos. Habiendo recibido el preciado objeto que tendré el honor de remitirle junto con un recibo del teniente Gruber, le ruego señor Mariscal indicarme si conviene pagarle los cincuenta pesos al señor L’Anglaise.

Reciba señor Mariscal ...

Cuerpo Expedicionario de México.

Cámara del Mariscal Comandante en Jefe.

Nº 344. México 28 de julio de 1865.

Mi querido General:

Tengo el honor de acusar recibo de su carta de Zacapoaxtla en la cual me informa que el señor teniente Gruber tuvo la feliz idea de comprar la mano artificial del valiente capitán Danjou, fallecido gloriosamente en Camarón.

Le ruego darle las más expresivas gracias al señor teniente Gruber por lo que se propone hacer en esta ocasión y enviarme el preciado recuerdo al cuartel general. Le enviaré el importe de la compra por un giro de cincuenta pesos pagaderos a la orden del  comandante superior de Puebla.

Reciba mi querido General, la seguridad de mi más distinguida consideración.

Firma: El Mariscal de Francia Bazaine.



(7)



Discurso del General Jeanningros ante la tumba de los legionarios, al retirarse las fuerzas francesas de México, febrero de 1867 (92)

¡Oficiales y soldados de la legión! Voy a hacer una pausa aquí para decir el último adiós a nuestros bravos compañeros de armas muertos en el campo de honor. Ellos combatieron  60 contra 2000. Su  acción heroica pasara a la posteridad, en los anales de nuestra página militar en México. Ellos murieron sobre esta tierra extranjera, por el honor y la gloria de nuestra bella Francia. Ellos murieron por el orden y la civilización en esta área remota.

¡Honor a vosotros, bravos oficiales y soldados! Nosotros os decimos adiós. Adiós capitán Danjou, adiós, adiós a nuestros bravos camaradas.

Su memoria no se desvanecerá de nuestro corazón. Y, un día, si Francia y el nuestro emperador necesitan de nosotros, nos gustaría como vosotros vencer o morir.



(8)



UNA OPINION FRANCESA SOBRE EL IMPERIO Y LA MONARQUIA (93)

1867 Acerca de Maximiliano

Georges Clemenceau

 “¿Como diablos se le ha ocurrido a usted compadecer a Maximiliano y a Carlota? ¡Dios mío! Si, lo se perfectamente; esas gentes son siempre encantadoras. Hace cinco o seis mil años que son así. Tienen la receta de todas las virtudes y el secreto de todas las gracias, ¿sonríen ellos? Es delicioso. ¿Lloran? Es conmovedor, ¿Le dejan a usted vivir? ¡Que exquisita bondad! ¿Le aplastan a usted? Una simple desgracia de lo que ellos están exculpados. Todos esos emperadores, reyes, archiduques y príncipes son grandes, sublimes, generosos, soberbios; sus princesas son las que queráis, pero yo les odio con un aborrecimiento sin misericordia, como se odiaba en el 93, cuando al imbécil de Luis XVI le llamaban execrable tirano. Entre nosotros y esas gentes hay una guerra a muerte. Ellos han hecho morir, entre torturas de todo género, a millones de los nuestros, y apostaría a que nosotros no hemos matado a más de dos de ellos. Verdad que es mucha la imbecilidad humana, pero ellos se encuentran a la cabeza y, como tales, es a ellos a los que hay que mirar. Yo no tengo ninguna piedad para esas gentes; compadecer al Lobo es cometer un verdadero crimen, y aquéllos a quienes quería matar le han dado muerte a él. Me siento encantado. Su esposa esta loca. Nada más justo. Esto casi me hace creer en la providencia. ¿Fue la ambición de esa mujer la que empujo a ese imbécil? Si siento que haya perdido la razón, es únicamente porque no puede darse cuenta de que su marido a muerto por ella y que ignora que México es un pueblo altivo que sabe vengar las ofensas. Si Maximiliano no ha sido un instrumento, su papel ha sido más vil, sin que por ello sea menos culpable. Diréis que soy feroz e intratable; pero mi opinión es esta. Creedme: todas esas gentes son iguales y se apoyan unas a otras. Benito Juárez está en lo justo…”



Georges Clemenceau, 1867

Fuente: Museo de las Intervenciones, México D. F.



(9)



La siguiente pieza epistolar, fue colocada en la base de la estatua del coronel Milán en la escuela que lleva su nombre, ubicada frente al mausoleo franco-mexicano, por ordenes del entonces gobernador de Veracruz, cuando se conmemoro el centenario de la batalla y se construyo lo que era uno de los planteles “modelo” más modernos del Estado, dedicado a la educación primaria, algo que habría alegrado a esos liberales del siglo XIX.



Carta de Víctor Hugo a Benito Juárez, 20 de junio de 1867 (94)



Juárez: Usted ha igualado a John Brown. La América actual tiene dos héroes, John Brown y usted. John Brown por quien la esclavitud ha muerto; usted, por quien la libertad vive. México se ha salvado por un principio y por un hombre. El principio es la República, el hombre, es usted.



Por lo demás, la suerte de todos los atentados monárquicos es terminar abortando. Toda usurpación empieza por Puebla y termina por Querétaro. En 1863, Europa se abalanzó contra América. Dos monarquías atacaron su democracia; una con un príncipe, otra con un ejército; el ejército llevó al príncipe. Entonces el mundo vio este espectáculo: por un lado, un ejército, el más aguerrido de Europa, teniendo como apoyo una flota tan poderosa en el mar como lo es él en tierra, teniendo como recursos todas el dinero de Francia, con un reclutamiento siempre renovado, un ejército bien dirigido, victorioso en África, en Crimea, en Italia, en China, valientemente fanático de su bandera, dueño de una gran cantidad de caballos, artillería y municiones formidables. Del otro lado, Juárez.



Por un lado, dos imperios; por otro, un hombre. Un hombre con otro puñado de hombres. Un hombre perseguido de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, de bosque en bosque, en la mira de los infames fusiles de los consejos de guerra, acosado, errante, refundido en las cavernas como una bestia salvaje, aislado en el desierto, por cuya cabeza se paga una recompensa. Teniendo por generales algunos desesperados, por soldados algunos harapientos. Sin dinero, sin pan, sin pólvora, sin cañones. Los arbustos por ciudadelas. Aquí la usurpación, llamada legitimidad, allá el derecho, llamado bandido. La usurpación, casco bien puesto y espada en mano, aplaudida por los obispos, empujando ante sí y arrastrando detrás de sí todas las legiones de la fuerza. El derecho, solo y desnudo. Usted, el derecho, aceptó el combate. La batalla de uno contra todos duró cinco años. A falta de hombres, usted usó como proyectiles las cosas. El clima, terrible, vino en su ayuda; tuvo usted por ayudante al sol. Tuvo por defensores los lagos infranqueables, los torrentes llenos de caimanes, los pantanos, llenos de fiebre, las malezas mórbidas, el vómito prieto de las tierras calientes, las soledades de sal, las vastas arenas sin agua y sin hierba donde los caballos mueren de sed y de hambre, la gran planicie severa de Anahuac que se cuida con su desnudez, como Castilla, las planicies con abismos, siempre trémulas por el temblor de los volcanes, desde el de Colima hasta el Nevado de Toluca; usted pidió ayuda a sus barreras naturales, la aspereza de las cordilleras, los altos diques basálticos, las colosales rocas de pórfido. Usted llevó a cabo una guerra de gigantes, combatiendo a golpes de montaña.



Y un día, después de cinco años de humo, de polvo, y de ceguera, la nube se disipó y vimos a los dos imperios caer, no más monarquía, no más ejército, nada sino la enormidad de la usurpación en ruinas, y sobre estos escombros, un hombre de pie, Juárez, y, al lado de este hombre, la libertad.



Usted hizo tal cosa, Juárez, y es grande. Lo que le queda por hacer es más grande aún. Escuche, ciudadano presidente de la República Mexicana. Acaba usted de vencer a las monarquías con la democracia. Usted les mostró el poder de ésta; muéstreles ahora su belleza. Después del rayo, muestre la aurora. Al cesarismo que masacra, muéstrele la República que deja vivir. A las monarquías que usurpan y exterminan, muéstreles el pueblo que reina y se modera. A los bárbaros, muéstreles la civilización. A los déspotas, los principios.



Dé a los reyes, frente al pueblo, la humillación del deslumbramiento. Acábelos mediante la piedad. Los principios se afirman, sobre todo, brindando protección a nuestro enemigo. La grandeza de los principios está en ignorar. Los hombres no tienen nombre ante los principios, los hombres son el Hombre. Los principios no conocen sino a sí mismos. En su estupidez augusta no saben sino esto: la vida humana es inviolable.



¡Oh, venerable imparcialidad de la verdad! El derecho sin discernimiento, ocupado solamente en ser derecho. ¡Qué belleza! Es importante que sea frente a aquellos que legalmente habrían merecido la muerte, cuando abjuremos de esta vía de hecho. La más bella caída del cadalso se hace delante del culpable.



¡Que el violador de principios sea salvaguardado por un principio! ¡Que tenga esa felicidad y esa vergüenza! Que el violador del derecho sea cobijado por el derecho. Despojándolo de su falsa inviolabilidad, la inviolabilidad real, pondrá usted al desnudo la verdadera, la inviolabilidad humana. Que quede estupefacto al ver que del lado por el cual él es sagrado, es el mismo por el cual no es emperador. Que este príncipe, que no se sabía hombre, aprenda que hay en él una miseria, el príncipe, y una majestad, el hombre. Nunca se presentó una oportunidad tan magnífica como ésta. ¿Se atreverán a matar a Berezowski en presencia de Maximiliano sano y salvo? Uno quiso matar a un rey, el otro, a una nación. Juárez, haga dar a la civilización ese paso inmenso. Juárez, abolid sobre toda la tierra la pena de muerte. Que el mundo vea esta cosa prodigiosa: la república tiene en su poder a su asesino, un emperador; en el momento de arrollarlo, se da cuenta de que es un hombre, lo suelta y le dice: Eres del pueblo como los demás. Vete.



Ésa será, Juárez, su segunda victoria. La primera, vencer a la usurpación, es soberbia; la segunda, perdonar al usurpador, será sublime. Sí, a esos reyes cuyas prisiones están repletas, cuyos cadalsos están oxidados de asesinatos, a esos reyes de caza, de exilios, de presidios y de Siberia, a los que tienen a Polonia, a Irlanda, a La Habana, a Creta, a esos príncipes obedecidos por los jueces, a esos jueces obedecidos por los verdugos, a esos verdugos obedecidos por la muerte, a esos emperadores que tan fácilmente mandan cortar una cabeza, ¡muéstreles cómo se salva la cabeza de un emperador!



Por encima de todos los códigos monárquicos de los que caen gotas de sangre, abra la ley de la luz, y, en medio de la página más santa del libro supremo, que se vea el dedo de la República posado sobre esta orden de Dios: No matarás. Estas dos palabras contienen el deber. Usted cumplirá ese deber.



El usurpador será perdonado y el liberador no ha podido serlo, lástima. Hace dos años, el 2 de diciembre de 1859, tomé la palabra en nombre de la democracia, y pedí a Estados Unidos la vida de John Brown. No la obtuve. Hoy pido a México la vida de Maximiliano. ¿La obtendré? Sí. Y tal vez en estos momentos ya ha sido cumplida mi petición Maximiliano le deberá la vida a Juárez. ¿Y el castigo?, preguntarán. El castigo, helo aquí, Maximiliano vivirá "por la gracia de la República".



Víctor Hugo Hauteville House, a 20 junio de 1867.



(10)



Poema del Viscodde De Borrelli (95)

Dedico esto muy especialmente a la memoria de Thiebald Streibler quien me dio su vida el 3 de marzo de 1885.

A mis hombres que han muerto…

Compañeros míos, soy yo; mis buenos hombres de guerra,

Es vuestro jefe de ayer quien viene a hablar aquí

De lo que no se sabe, o de lo que apenas se sabe;

Mis muertos, yo los saludo, y yo les digo: gracias.

Luego, escuchéis esto: “¡Desertores! ¡Mercenarios!

¡Montón de extranjeros sin honor y sin fe!

Es de vosotros de quien se trata;  ¡de vosotros legionarios!

Tengáis el corazón tranquilo, ¡y preguntéis por qué!

¿Sin honor? ¡Ah! ¡Dejémoslo! ¿Y sin fe?

¿Qué quiere decir?  ¿Qué más faltaba y qué habríamos querido?

¿No habéis aguantado, aguantado hasta el martirio

La palabra empeñada y el trato cumplido?

¿Mercenarios? Sin duda: hay que comer para vivir;

¿Desertores? ¿Nos toca a nosotros hacer este juicio?

Extranjeros cierto ¿y luego? ¿Según qué nuevo libro

El Mariscal de Saxe era francés?

Así mismo, basta de cólera inútil

Vosotros no tenéis necesidad de ser tan defendidos:

-He aquí el gran rio rojo y el afluente claro,

¡Y yo les hablo sólo a vosotros, a vosotros que he perdido!

Nunca antes guardia de Rey, de emperador, de Autócrata,

De Papa o de Sultán; nunca ningún regimiento

Engalanado de oro, envuelto de azul o escarlata

No va con un aire más viril y tan soberbiamente.

Vosotros tenéis brazos Fuertes y talles esbeltos

Que hacían sobresalir vuestros harapos y girones;

Y yo rejuvenecía al ver vuestras barbas grises,

Y yo me estremecía de gusto al encontrarlos tan bellos.

Vuestro paso era sencillo más nunca teatral;

Pero, llegado el momento, lo que habría faltado ver,

Era vuestra manera altiva y magistral

De abordar lo” celeste” o de recibirlo.

Se tienen sueños locos, a veces, cuando se camina

Y yo me sorprendía a mí mismo al pensar,

Delante de este estilo original y esta gran apariencia,

¿Por dónde nosotros no podríamos llegar a pasar?

¡Yo estaba tan seguro de vosotros! Y luego, si debo decirlo todo,

Nosotros nos habíamos comprendido: también, de vez en cuando,

Cuando yo os miraba vosotros teníais una sonrisa,

Y yo sonreía de veros contentos.

Vosotros amáis, tropa ruda y sin pedantería,

Los hombres de aire libre y no los profesores

Y se le ponía, Dios mío, la coquetería

A dar lo mejor de sí, sabiéndoos conocedores.

Pero vosotros decíais entonces, la cosa nos concierne,

Nos abstendremos de ejemplos superfluos;

Ordenéis solamente, y tengáis un poco de cuidado, se os espera

Y a nosotros, ¡ya no se nos espera más!

Y yo veía deslizarse sobre vuestra frente austera

Como un guiño amistoso suavemente afinado,

Pues vosotros seguido habéis espiado el misterio

De una carta releída o de un retrato besado.

No teniendo para vosotros ni apellido, ni hogar, ni patria,

Nada donde poner el orgullo de vuestra sangre derramada,

Humilde renunciamiento, pura caballería,

Era en vuestro jefe que vosotros lo habéis colocado

Héroes anónimos, indolentes de esperanza,

¿Vosotros lo queríais, no es cierto? Que a la hora del regreso,

Cuando él pondría el pie en tierra francesa,

Teniendo una brizna de gloria hubiera un poco de amor.

En cuanto a saber si todo ha ocurrido de esta manera,

Y si vosotros no os habéis quedado por nada allá,

Si vosotros no habéis muerto por una cosa muerta,

¡Oh mis pobres amigos míos, no lo preguntéis!

Duerman en la grandeza de vuestro sacrificio,

Duerman que ningún pesar venga a perseguiros;

Duerman en esta paz vasta y redentora,

¡Donde mi pensamiento en duelo irá a visitaros!

Yo sé dónde encontraros en la etapa suprema,

Todos aquellos de quienes la hierba ha bebido la sangre bermeja,

Y aquellos que tragaron las trampas de la zapa,

Y aquellos que devoraron la fiebre y el sol;

Y mi piedad fiel, unida a la memoria,

Va, desde el viejo Wunderli que cae en primero,

Siguiendo una larga y roja letanía,

¡Hasta ti, mi Streibler, que matan el postrero!

Desde aquí os veo acomodados a flor de tierra,

En una fosa apresurada donde yo os he dejado,

Rígidos, vestidos con sus hábitos de guerra,

Y extrañas mortajas hechas de carrizos trenzados.

Los sobrevivientes han dicho,-¡y yo serví de capellán!-

 El adiós del camarada, a su cuerpo herido;

Tal vez fue hecho muy torpemente algún ademán

Por tanto no creo que nadie haya reído.

Pero alguien os tomaba en su gloria estrellada,

Y os mostraba desde lo alto aquellos que abajo oraban,

Cuando yo decía para todos, con voz estrangulada,

El Padrenuestro y el Avemaría ¡-que no todos sabían!

Compañeros he querido hablaros de estas cosas,

Y decir en cuatro palabras porque yo os amaba:

Cuando el olvido se ahonda a lo largo de las tumbas tapadas,

Yo vigilaré al menos y no olvidaré jamás.

Si en algún momento, en la jungla donde el tigre os roza,

Y que no se estremece más el retroceso del cañón,

Os parece que un dedo toca vuestro hombro,

Si vosotros creéis escuchar vuestro nombre;

Soldado que reposa bajo la tierra lejana,

Y cuya sangre donada me deja remordimientos

Decid a vosotros simplemente: “Es nuestro Capitán

Que nos recuerda, - y que cuenta sus muertos”























Águila Mexicana



Águila Francesa



El paisaje



El Hombre



El porvenir



El Ejército de los Mexicanos





Heroica Escuela Naval Militar rindiendo Honores al Coronel Milán



Magisterio Nacional











A la derecha Bernardo Sánchez y el Autor después de la ceremonia en el Mausoleo de Camarón de Tejeda 30 de Abril de 2011



NOTA: Este artículo fue publicado en mi blog Reforma Policial en México (96) el 30 de abril de 2011, sin embargo, el presente, varía en cuanto al análisis de los hechos, en los que profundizamos, con los datos que después de esa publicación  hemos obtenido. En ese sentido es un artículo completamente diferente, la conclusión sin embargo no varía: fue un acto de valor en ambos lados.



Quisiera declarar, que si alguna de mis palabras, pudieran ser interpretadas como una falta de respeto a los hombres de la 3ª compañía de 1863, desde ahora las tome como no dichas. Mi intención es rendir homenaje en este sesquicentenario a los hombres, no a los mitos, creo que los legionarios al mando del Capitán Danjou, así lo habrían querido. Como mexicano del siglo XXI quisiera aquí agradecerles a los hombres de la 3ª compañía su heroica resistencia y valor a toda prueba, con ella, nos demostraron de lo que somos capaces los mexicanos, cuando el  patriotismo nos inunda y hombres preclaros y patriotas nos dirigen: el miedo solo debe ser a nosotros mismos, no hay problema que no podamos superar.



No somos historiadores y no jugamos a serlo, tratamos de interpretar los hechos de la mejor manera posible, con la experiencia de muchos años al leer documentos judiciales e investigaciones criminales, entrevistar testigos, personas detenidas y víctimas. Si alguna aproximación efectuamos, fue la del investigador criminal, que se acerca a una escena del crimen, sin prejuicios, atento a las evidencias, riguroso, leyendo las declaraciones de testigos con cuidado, buscando la pista, recreando en su mente lo ocurrido. Si lo logramos no lo se, al menos lo intentamos, aunque declaro, que quizá mi mente no este tan “neutral” ¿Cómo estarlo en una historia de valor y sacrificio como esta?



Hemos tratado de identificar las imágenes que usamos en este artículo, por desgracia los datos de algunas de ellas no fue posible obtenerlos, si alguien posee los datos acerca de alguna o varias de ellas, por favor le ruego nos las proporcione o si el tenedor de los derechos de autor de las mismas, considera que estos han éstos han sido vulnerados de alguna manera, en primer lugar le ruego su benevolencia, tan bellas me parecieron, pero estamos a la orden para retirarlas en el momento que nos lo indique.



Se puede reproducir en todo o en parte este artículo, para fines educativos, de divulgación general, sin lucro y citando la fuente. Gracias A.M.



* Foto Puente de Paso del Macho, por donde los legionarios Pp 10 (97)

**Foto Legionarios, uniformidad intervención francesa en México Pp 12 (98)



 (1) ftp://ftp.bnf.fr/009/N0090993_PDF_1_-1DM.pdf  Lucien-Louis Lande, « La Hacienda de Camaron » in Souvenirs d'un soldat, éditeurs H. Lecène et H. Oudin, Paris, 1886 Revue des deux mondes du 15 juillet 1878

(2) http://www.paginasprodigy.com/bservinm/batalla_camaron_veracruz.pdf. SERVÍN MASSIEU,   BERNARDO Parte de Guerra de Francisco de Paula Milán a Ignacio Comonfort. BATALLA DE CAMARÓN, VERACRUZ 30 DE ABRIL DE 1863,

(3) Lucien-Louis Lande, Op. Cit.

(4) http://fr.wikipedia.org/wiki/Pierre_Joseph_Jeanningros

(5) http://es.wikipedia.org/wiki/Fiebre_amarilla

(6) http://en.wikipedia.org/wiki/History_of_Haiti#cite_note-14 Dato tomado de: James, Cyril Lionel Robert, The Black Jacobins: Toussaint L'Ouverture and the San Domingo Revolution, New York: Vintage Books, 1990, p. 355

(7) http://fr.wikipedia.org/wiki/Jean_Danjou

(8) http://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_Especial_Militar_de_Saint-Cyr

(9) http://fr.wikipedia.org/wiki/Liste_des_promotions_de_Saint-Cyr

(10) http://fr.wikipedia.org/wiki/Jean_Danjou En Carrière et distinctions

(11)http://www.st-cyr.terre.defense.gouv.fr/index.php/Les-formations-d-eleves/L-Ecole-Speciale-Militaire-de-Saint-Cyr2/Historique “Las Promociones. Los estudiantes de un año se agrupan dentro de un batallón. Durante sus tres años de escolaridad, los estudiantes pasan el 3 º Batallón, 2 º Batallón y el 1r batallón. En su bautismo en el final del primer grado, cada clase se le da un nombre, y que tiene lugar en la larga cadena de las promociones de la Escuela Militar Especial de Saint-Cyr”

(12) Foto tomada de: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:ESM_Saint-Cyr_14_07_07.jpg

(13)http://2eme-rep-more-majorum.com/2eme_rep/Lenculus/Historique_de_la_Legion_Etrangere.php

(14) http://chalabremetaitconte.pagesperso-orange.fr/danjou.html

(15) SERVÍN  MASSIEU,  BERNARDO, Op. Cit.

(16) http://madmonarchist.blogspot.mx/2010/01/monarchist-profile-colonel-charles.html

(17) http://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/4IntFrancesa/1864MGB.html

(18) http://monlegionnaire.files.wordpress.com/2012/04/france-in-mexico-1862-to-1867.pdf  Skelton, Geoffrey. The French in Mexico, 1862-1867. Command Magazine issue 42 march 1997.

(19) Frase atribuida al general Enrique Gorostieta, al referirse a los cristeros. Véase Meyer, Jean, La Cristiada

(20)http://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/4IntFrancesa/1867ADM.html Véase la opinión del fusilamiento de Maximiliano de Georges Benjamin Clemenceau y la carta que escribió Víctor Hugo, fechada el 20 de junio y dirigida a Juárez, solicitando clemencia para Maximiliano http://www.wikimexico.com/wps/portal/wm/wikimexico/periodos/mexico-independiente/era-liberal/documentos/carta-de-victor-hugo-a-benito-juarez-20-de-junio-de-1867  ambos documentos en los apéndices documentales de este documento.

(21) Lucien-Louis Lande, OP. Cit.

(22)     http://www.inegi.org.mx/sistemas/consulta_resultados/iter2010.aspx?c=27329&s=est  consultar el documento Excel ITER_30XLS10

(23) http://es.wikipedia.org/wiki/Atoyac_%28Veracruz%29   

(24) http://www.puma.unam.mx/festival/index.php/selva-baja-caducifolia Selva baja caducifolia. (Se suprimieron los nombres científicos, para facilitar la lectura AM)

(25) http://el-tiempo.com/calendario-lunar/abril-1863/

(26)     http://smn.cna.gob.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=103&Itemid=80

(27) http://cdigital.uv.mx/bitstream/123456789/9654/1/08VEGETACION.pdf  Vegetación y Uso de Suelo. Ellis, Alan Edward y Martínez Bello, Marisol, Universidad Veracruzana

(28)     http://www.inegi.org.mx/sistemas/consulta_resultados/iter2010.aspx?c=27329&s=est

(29)     http://www.inegi.org.mx/sistemas/consulta_resultados/iter2010.aspx?c=27329&s=est

(30)     http://en.wikipedia.org/wiki/Military_step#cite_note-1

(31)     http://en.wikipedia.org/wiki/Jacques_Duchesne#Franco-Hova_war

(32)     http://www.7flammes.com/Legion-phrases.htm

(33)     http://fr.wikipedia.org/wiki/Latania (Palma americana) Latania es un género que incluye las plantas de la familia Arecaceae entre los comúnmente llamados árboles de palma latanier

(34)     SERVÍN  MASSIEU,  BERNARDO, Op. Cit.

(35)     http://www.speedofanimals.com/animals/horse

(36)     http://en.wikipedia.org/wiki/Battle_of_the_Little_Bighorn

(37)     http://monlegionnaire.files.wordpress.com/2012/04/france-in-mexico-1862-to-1867.pdf  Skelton, Geoffrey. The French in Mexico, 1862-1867. Command Magazine issue 42 march 1997.

(38)     Campos  Sebastian Recuerdos Históricos de la Ciudad de Veracruz y Costa de Sotavento del Estado, Durante las Campañas de “Tres Años”, “La Intervención” y el “Imperio” 1895 de. I (Se conserva la redacción del documento que fue tomado. Alejandro Monzón) en SERVÍN MASSIEU,   BERNARDO, Op. Cit.

(39)     http://en.wikipedia.org/wiki/Charge_%28warfare%29 En “Impact of Firearms”

(40)     http://en.wikipedia.org/wiki/Machine_gun

(41)     http://en.wikipedia.org/wiki/Charles_Ragon_de_Bange

(42)     http://en.wikipedia.org/wiki/Martin_von_Wahrendorff

(43)     http://en.wikipedia.org/wiki/Armstrong_gun

(44)     http://en.wikipedia.org/wiki/Charge_%28warfare%29 en The twentieth century

(45)     http://fr.wikipedia.org/wiki/Fusil_Mini%C3%A9

(46)     http://www.treasurenet.com/forums/relic-hunting/166914-minie-ball-rifle-ball.html

(47)     Fadala, Sam. The Complete Blackpowder Handbook Krause Publications, 2006 Lola, Wisconsin

(48)     http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Gunshot_femur.jpg 

(49)     Bando de Miguel Hidalgo declarando la libertad de los esclavos.

(50)     http://fr.wikipedia.org/wiki/Fusil_de_chasse   

(51)     http://dic.academic.ru/dic.nsf/esp_rus/69074/tercerola Arma de fuego un tercio más corta que la carabina, usada por la caballería

(52)     http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/porfirio/3.html “Era yo también muy afecto a las armas y a la caza, y como no podía disponer de lo necesario para adquirir un arma, por humilde que fuese, compré de los fierros viejos que se vendían en el portal del Señor, de la Plaza de Armas de Oaxaca, un cañón viejo de escopeta y una llave de chispa. La llave era de pistola y apenas le hacía al cañón de la escopeta. Me fui a la casa de un amigo que hacía guitarras y tenía alguna herramienta de carpintería, y me puse a hacer una mala caja de escopeta. Me dediqué después con empeño a hacer obras de madera y logré así tener un nuevo recurso para la vida. Llegué a hacer mejores útiles y me puse a hacer buenas armas para mí y para mi hermano, porque me costaban poco, y al ir a las cacerías, en las inmediaciones de Oaxaca; me encontraba con indios cazadores del Valle Grande, a quienes les agradaba mi escopeta, y me daban las suyas, se las componía y arreglaba a su gusto y al domingo siguiente se las llevaba, recibiendo el pago respectivo.”

(53)     http://fr.wikipedia.org/wiki/Fusil_de_chasse   

(54)     http://collections.delcampe.fr/page/item/id,181843515,var,beau-mousqueton-d-artillerie-1829-T-bis-avec-baionnette-de-marine,language,F.html

(55)     SERVIN MASSIeU, BERNARDO, Op. Cit

(56)     http://membres.multimania.fr/patrickmargerand/Fusils/scan0008.jpg

(57)     http://en.wikipedia.org/wiki/American_Civil_War

(58)     http://history.state.gov/milestones/1861-1865/FrenchIntervention

(59)     Ibidem

(60)     http://es.wikipedia.org/wiki/Mat%C3%ADas_Romero_Avenda%C3%B1o

(61)     http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_American_Civil_War_battles

(62)     http://monlegionnaire.files.wordpress.com/2012/04/france-in-mexico-1862-to-1867.pdf

(63)     http://buscon.rae.es/drae/srv/search?val=piquete

(64)     http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/porfirio/66.html

(65)            http://portal.veracruz.gob.mx/pls/portal/docs/PAGE/CEJM/ARCHIVOSPDFS/CAMARONPDF/BATALLA.PDF

(66)     Véase la hoja de servicios del Etat Major General del General Jeanningros en el Dossier de Légion d'honneur du général Jeanningros. http://www.culture.gouv.fr/LH/LH092/PG/FRDAFAN83_OL1363008v004.htm

(67)     http://fr.wikipedia.org/wiki/Pierre_Joseph_Jeanningros

(68)     http://chalabremetaitconte.pagesperso-orange.fr/danjou.html

(69)     http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/porfirio/66.html

(70)     http://memoirepatrimoine.over-blog.org/article-camerone-du-sacrifice-au-mythe-102385550.html

(71)            http://portal.veracruz.gob.mx/pls/portal/docs/PAGE/CEJM/ARCHIVOSPDFS/CAMARONPDF/BATALLA.PDF

(72)     http://www.bibliojuridica.org/libros/2/722/29.pdf

(73)     http://www.oem.com.mx/esto/notas/n1219998.htm

(74)     http://dieumsnh.qfb.umich.mx/movimientos_rebeldes.htm 

(75)     http://es.wikipedia.org/wiki/Leva 

(76)     http://www.anapi.asso.fr/index.php?option=com_content&view=article&id=93&Itemid=101&lang=fr  Véase Etat physique et psychologique en especial la Tableau récapitulatif nosologique de la morbidité des prisonniers de guerre libérés

(77)     http://es.wikipedia.org/wiki/Henri_Dunant  

(78)     http://memoriapoliticademexico.org/Efemerides/4/Im/1863-Abr30_2.jpg

(79)     http://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/4IntFrancesa/Im/1862%20sold.jpg

(80)     SERVÍN MASSIEU,   BERNARDO, Op. Cit. y en http://portal.veracruz.gob.mx/pls/portal/docs/PAGE/CEJM/ARCHIVOSPDFS/CAMARONPDF/BATALLA.PDF se señala la existencia de tal comunicado entre Milán y Comonfort  y las subsecuentes entre Comonfort y Blanco

(81)     El documento que sirvió para la traducción fue descargado del sitio de la ciudad de Chalabre, lugar de nacimiento del capitán Danjou: http://chalabremetaitconte.pagesperso-orange.fr/cameron.html  También se puede ubicar en versión digital, el libro publicado en 1886 en  el sitio de la Biblioteca Nacional Francesa ftp://ftp.bnf.fr/009/N0090993_PDF_1_-1DM.pdf

(82)     Del nahua Chiquihuitln. Cesto o canasta de mimbre, bejuco o carrizo sin asas.

(83)     http://fr.wikipedia.org/wiki/Chiffonnier_%28m%C3%A9tier%29  Un Chiffonnier es una persona cuyo trabajo era entrar en las ciudades y pueblos, solían comprar  cosas usadas y  revenderlas a los negocios de procesamiento. Esta actividad fue practicado en Francia hasta la década de 1960 y sigue siendo en muchas partes del mundo.

(84)     La palabra usada por Maine es pannier, usado en el lenguaje actual como cesta, pero al parecer se referia a sus uso en el siglo XIX era una prenda de vestir femenina llamada en Hispanoamérica  polisón (del francés «polisson») era un armazón que, atado a la cintura, usaban las mujeres del siglo XIX para que abultasen los vestidos por detrás, creando una imagen de cintura más estrecha. El polisón fue un elemento fundamental en el vestuario de las mujeres del último cuarto de siglo. Véase http://es.wikipedia.org/wiki/Polis%C3%B3n

(85)     http://fr.wikipedia.org/wiki/Latania Latania es un género que incluye las plantas de la familia Arecaceae entre los comúnmente llamados árboles de palma latanier

(86)     http://fr.wikipedia.org/wiki/Fusil_Mini%C3%A9

(87)     http://fr.wikipedia.org/wiki/Fusil_de_chasse Aunque está dotada de un estriado, este tipo de fusil no se puede considerar una carabina de caza, ya que es esencialmente un fusil de ánima lisa que el cañón ha sido rayado. Sin embargo, se utilizan exclusivamente para el lanzamiento de municiones a bala única especialmente diseñado (véase, tipo bala tipo "sabot") y no pueden perdigones. Ellos ofrecen una mejor exactitud y rango de armas de ánima lisa, pero mucho menos que una carabina debido a pobres propiedades balísticas del proyectil.

(88)     http://en.wikipedia.org/wiki/Voltigeur

(89)     Huatusco en realidad

(90)     SERVÍN MASSIEU,   BERNARDO, Op. Cit. (Se conserva la redacción del documento que fue tomado. Alejandro Monzón)

(91)       http://portal.veracruz.gob.mx/pls/portal/docs/PAGE/CEJM/ARCHIVOSPDFS/CAMARONPDF/CAMARON.PDF en español y en francés el texto se encuentra en  http://chalabremetaitconte.pagesperso-orange.fr/danjou.html

(92)     http://chalabremetaitconte.pagesperso-orange.fr/danjou.html

(93)     http://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/4IntFrancesa/1867ADM.html

(94)     http://www.wikimexico.com/wps/portal/wm/wikimexico/periodos/mexico-independiente/era-liberal/documentos/carta-de-victor-hugo-a-benito-juarez-20-de-junio-de-1867

(95)     Traducción gracias a la generosa colaboración de: Bernardo Sánchez

(96)http://reformapolicialmex.blogspot.mx/

(97)     http://chalabre.blogs.lindependant.com/album/camerone/824951715.html Le pont du Paso del Macho. Un pont sur la route qui emmène la 3e Cie du 1er Régiment étranger vers son destin

(98)     http://provostmichel.blogspot.mx/2012/07/la-campagne-du-mexique-uniformes.html  La Campagne du Mexiqué: Uniforme Francais


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