Me dicen que hay un pueblito muy curioso llamado Panchistán, en el gobierna un buen hombre, que como buen hombre que es, le gusta conocer lo nuevo y participárselo a los amigos. Así las cosas, le escribió a su amigo el alcalde de Logos del Güero, le comentaba de un conocimiento que tomó gracias al estímulo de otro cierto gobernante, también buen hombre y buen gobernante, señalaba como este último logro la felicidad, estableciendo las reglas que de Inglaterra les envió un tal Anthony Jay, decían de corrido las sabías máximas el tenor siguiente:
1.- Distribuya la responsabilidad, asegúrese de que cualquier decisión equivocada la tome más de una persona, de preferencia un comité extenso, de manera que no le culpen a usted.
2.- Consulte con un grupo extenso, recuerde que la mayor parte de oposición proviene de gente docta, las direcciones generales o instituciones externas, que se resienten al quedar excluidos; por tanto es necesario incluirlos a todos. Eso es algo que ocupa mucho tiempo; pero el tiempo ¡Oh fortuna! Es algo que ni el Congreso del Estado puede autorizar.
3.- Mantenga el secreto. Si las personas no saben lo que esta haciendo, no se darán cuenta de que lo esta haciendo mal. Recuerde amigo prospecto de buen burócrata, que nada daña mas una prospera carrera en el sector público, que una denuncia pública, de manera, métase en la cabezota que el secreto es vital.
4.- Cubra todas las actividades de las que es responsable con reglas y procedimientos rígidos. En tanto pueda demostrar que ha seguido las reglas y se ha pegado a la práctica establecida estará libre de culpa. Si por el contrario hace excepciones usted querido aprendiz de burócrata, estará entrando en territorio desconocido, peor aún peligroso.
5.- Todo por escrito. En cualquier situación en donde pueda existir alguna responsabilidad, asegúrese de ponerlo todo por escrito, de esa manera podrá argumentar casi sin controversia, que usted no es responsable.
6.- Evite tomar riesgos. Amigo prospecto de burócrata por el amor de Dios evite el riesgo. Las recompensas del éxito son menores que las penalidades del fracaso, así pues pies de plomo.
7.- Evite los cambios, las innovaciones y la rapidez, no solo por el trabajo extra que implican, sino por el riesgo de equivocarse una vez que se pierde la sagrada protección de los precedentes. La piedra angular del buen y prospero burócrata: la única manera factible de hacer algo, es la forma en que se esta haciendo. Evite la prisa, ser pachorrudo es bueno para la salud, después de todo, la diligencia no es un buen negocio, pues ya encarrerados nos podemos equivocar.
8.- Por ningún motivo se le vaya a ocurrir establecer parámetros, no sea tonto, si existen criterios objetivos para medir su eficacia, los gobernados podrían ver con toda claridad que es un flojo, un necio o un fracasado. Sea listo, imponga parámetros para cualquier otra cosa, no los tiene que cumplir, usted solo observa la ley (¿cuál? Que mas da, no es su asunto)
9.- Siga creciendo. Presente propuestas que requieran más personal, oficinas más grandes y presupuestos mas elevados. Rente casas enormes, traiga personas bonitas, no importa que sean incompetentes. En el mejor de los casos, así podrá incorporar a muchos inconformes y alebrestados, muchos expertos y comunicólogos, eso le dará importancia. En el peor de los casos, así evitará que le recorten el presupuesto. Pase lo que pase, su obligación es gastar el presupuesto, no ser eficiente.
10.- Imponga todas las obligaciones y responsabilidades a los demás, a los empresarios, a los trabajadores, a la ciudadanía en general. En donde quiera que se atore la rueda, que no sea en su despacho, tome las cosas con calma, el tiempo no paga IVA.
Finalizaba el buen panchistanense con el colofón siguiente: “Sigue las reglas mencionadas querido amigo y feliz serás”. Me dicen que desde Logos el alcalde, le dijo a su buen amigo esta curiosa frase: “Cuando gobiernan los asnos, los burros no pasan vergüenza” La estudiaré con ahínco puede que algo me revele sin mas.
NOTA:
El anterior fue un articulo que publique hace algunos años en un periódico de mi localidad, expresaba con un cierto humor la cultura que puebla muchas oficinas públicas y que la Policía no es ajena, mas bien experta en el tema de marras.